lunes, 8 de diciembre de 2008

Delegar o Pelar

Por: Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es - No hay forma de conducir sistemas u organizaciones complejas sin delegar. Delegar no consiste en trasladar a otros actividades sencillas, delegar es una transmisión de responsabilidad sobre temas específicos y generalmente importantes. Es por ello, principalmente, un acto de fe en otra persona y un acto de demostración de confianza. La delegación trae también una excelente consecuencia como lo es el crecimiento personal, intelectual y técnico de los que reciben la cosa delegada pues, al sentirse responsables, pondrán su mejor empeño en obtener buenos resultados. Así, delegar no solo es bueno para el que lo hace sino además para el que recibe la delegación. A los gerentes piratas les cuesta delegar porque temen que las metidas de pata de los otros las paguen ellos y entonces pretenden tomar todas las decisiones y controlarlo todo para que las cosas “salgan bien”. Es muy fácil reconocer a los gerentes piratas. Siempre están apurados, trabajan muchas horas, duermen poco y no tienen tiempo para divertirse. Tienen tendencia al mal humor y sus empleados se sienten incómodos. Un buen gerente elige a excelentes y talentosos colaboradores y delega. Corre el riesgo. Sus empleados se sentirán libres para tomar la mayor parte de las decisiones y ello le dará una gran velocidad a los procesos. El buen gerente se reconoce porque tiene buen humor, trabaja sin esfuerzo y los empleados lo respetan y aprecian. El Presidente Chávez corresponde perfectamente al modelo universal del gerente pirata. Esto no tiene nada que ver con nuestra opinión, evidentemente parcializada, sino con lo que Chávez muestra cada día todos los días. Por ejemplo, la política de comunicación solo tiene un vocero. El “Aló Presidente” es la mejor prueba. En política internacional uno solo decide y así por el estilo. El primer error de los gerentes piratas es escoger colaboradores sumisos en lugar de personas talentosas, de opinión propia y algo irreverentes con el jefe. Se rodean entonces de una temerosa mediocridad que dificulta la delegación. Chávez en su demostrada incompetencia para delegar y hacer crecer a su gente ha llegado a la conclusión (posiblemente correcta) que el socialismo XXI dura lo que dure él. Así que sin rodeos planteó (otra vez) su reelección. Realmente no tiene otra opción. El primer trimestre de 2009 es su última oportunidad para inventar puesto que, después, las garras de la falta de dinero lo inmovilizarán políticamente para siempre. Simultánea-mente está provocando a sus “enemigos” con los casos de Rosales, Globovisión y magnicidio (con una lista de “convenientes” molestosos) buscando que las protestas afloren en todo el País y actuar entonces en el campo en que los resultados de un gerente pirata se esconden. El mundo donde Chávez se desenvuelve bien, el mundo del desorden y la loquera. Así, si las vainas están mal es por culpa de esos opositores pitiyanquis que se la pasan protestando. Hay un viejo dicho que toca a la esencia de la delegación: “Solo los inseguros ansían la seguridad”. Los lloriqueos de “vienen por mi”, el espionaje interno en todos los organismos del Estado, los círculos de protección cubanos (pena ajena) que lo siguen por todas partes, lo muestran como un pobre inseguro que se imagina rodeado de tipos que lo quieren matar. Un buen gerente es un hombre o mujer con seguridad y con buena autoestima. Un gerente pirata es el sudoroso Chávez que, además, va a serlo más en esta pelazón que nos viene. No sería de extrañar que, frente a la inmensa dificultad que lo torturará, se le salten los tapones y renuncie.

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