Estoy aquì escuchando èsto http://www.imeem.com/people/4XjCwq//music/sr1QiKLz/natalia/ y recordando a mi mamà a quien le acabo de dejar una flor en el post de las madres. Tambièn disfruto de un perdòn que tardè dos años en tener el valor de dar, y de darme. Y de pronto, justamente, sintiendo la paz que ese perdòn me ha regalado, me hizo abrir los ojos a algo que no se me habìa ocurrido antes.
Quienes estamos aquì, estamos aquì. Vivimos èsto, lo tragamos dìa a dìa, lo sentimos directamente en carne viva viendo en vivo la miseria, la tristeza, la necesidad; siendo testigos de còmo en plena entrevista en un barrio, a sus espaldas, se derrumbò la vivienda de la señora mayor a quien entrevistaban; tragando y digiriendo el disgusto, la indignaciòn, la angustia, la rabia, la impotencia.
Eso lo tenemos aquì, en nuestro suelo, bajo nuestro cielo.
Y de repente me preguntè: ¿Què sentirìa yo ante todo eso, pero estando bajo otro cielo, sobre otra tierra?.
Y de pronto, en mi corazòn (no lo puedo evitar) sentì la necesidad de abrir este post para reconocer que probablemente los venezolanos que están bajo otro cielo y sobre otra tierra, sienten lo mismo que quienes estamos aquì y que probablemente, ante la misma impotencia nuestra pero agravada por la lejanìa y por tener sus familias en Venezuela, traducen su angustia de mil formas, y reciben de nosotros la traducciòn de la nuestra tambièn de mil formas.
Un regalo para todos los venezolanos en el exterior, en especial a las madres que estan fuera, a los hijos que tienen a sus madres y abuelas aquì en Venezuela, a las madres y abuelas que tienen a sus nietos e hijos en Venezuela... y... solo eso.
http://www.goear.com/listen.php?v=224a4b3
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