lunes, 19 de mayo de 2008

El juego de monopolio


Aramis, 18 de mayo de 2008 - Me imagino que la gran mayoría de nosotros conoce el juego de monopolio, en alguna oportunidad, mayormente en nuestra niñez, lo jugábamos en un pequeño grupo donde con dinero salido de la nada, y dados en mano, comprábamos todo lo que podíamos, tratando de adelantarnos a nuestros contrincantes, nuestros competidores. Nunca olvidamos aquello de cobrar $200 al pasar por GO. Siempre riqueza mal habida obtenida con una facilidad asombrosa En el juego había “lomitos y lagartos”, y desde el comienzo perseguíamos los lomitos a ver quien se quedaba con más de ellos, que producían beneficios mejores que los “lagartos”, sin embargo, jamás perdíamos la oportunidad de meterle la mano al lagarto también, todo ello con el fin de agotar al contrario, apabullándolo de poder y riqueza hasta lograr su rendición. Me imagino, que el juego es una especie de versión moderna de Alí-Babá y los 40 ladrones, en donde todo se reduce al reparto del botín. Este juego me vino a la memoria tratando de buscar un símil con lo que vemos y vivimos en esta Venezuela de hoy. Para completar el cuadro debemos imaginarnos a nuestros jugadores en chancleta playeras, vaso de whisky en la mano, en una playa solitaria y descuidada que no es más que un “pedregullero”. ¿El día, la hora?, poco importan, salvo que el juego se llevó a cabo de madrugada en absoluto silencio, tan en silencio que ni las piedras se enteraron de cómo termino el reparto del botín. Al final y en silencio cada quien se llevó su parte. ¿Jugaron o no con dados trucados?, ¿Lo que se llevó cada uno fue lo que le correspondía, o más bien fue producto de un arreglo cómodo?. Ni las piedras se enteraron. Por supuesto que el símil se refiere a lo que ocurrió en las elecciones del pasado diciembre de 2007, de las que aun el ciudadano común no conoce los resultados porque la clase política en su más amplio sentido tiene especial interés en que ni sepamos ni participemos en los resultados de ese reparto de botín en ese juego de monopolio. Se repartieron casi parejo, aun cuando de haberse jugado con dados limpios, uno de los participantes hubiera salido con “una mano ‘adelante y la otra de a pa’tras”. Por supuesto, jugaron con dados trucados y todos lo sabían, por eso callaron, en el fondo todos salieron contentos, total, unos salieron con más de lo que entraron, y el otro, después de intentar trampear, no perdió la cabeza en el intento, y no salió ten mal parado tampoco. Las piedras de la playa ni siquiera se enteraron de lo que realmente pasó, … y aun siguen sin enterarse. Bueno, parece que pasado es pasado y todo quedó en el olvido para conveniencia de unos y otros. El problema está en que hoy, un día cualquiera de un mes de mayo, comenzamos a ver que los jugadores piensan sentarse otra vez a jugar monopolio, a repartirse de nuevo los “lomitos y lagartos”, gobernaciones y alcaldías en juego, con los mismos dados trucados, en medio del mismo “pedregullero”, y también entre gallos y medianoche. El cuento parece repetirse una vez más. No me agrada sentirme parte del “pedregullero” Me molesta que me quieran tomar otra vez como “El Convidado de Piedra”” No me gusta sentirme como “canto rodado”.

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