sábado, 19 de diciembre de 2009

Los ritmos de la naturaleza


Christian Berentz: "Flores y frutas", 1689.

Por: Antonio Elio Brailovsky - Queridos amigos: En estos días se reúne en Copenhague la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático. La meta es preparar futuros objetivos para reemplazar los del Protocolo de Kioto, que termina en 2012. Por detrás de lo que se ve, hay una lucha de intereses que intentan evitar que se llegue a acuerdos que reduzcan la contaminación. En los últimos días asistimos a un operativo en el que era fácil reconocer la mano de algún servicio de inteligencia. Un "hacker ruso" no identificado anunció haber espiado los correos electrónicos de algunos científicos británicos que conspiraban para falsificar los resultados de sus investigaciones sobre el cambio climático. Se produjo un gran escándalo internacional y varias agencias noticiosas usaron la expresión "climagate", por alusión al hotel Watergate, donde Richard Nixon hizo espiar a sus adversarios del Partido Demócrata norteamericano. Sabemos que en todos los grupos humanos hay gente que actúa de mala fe y sin duda que tienen que existir científicos que adulteren datos para forzar las conclusiones de sus trabajos. Lo sorprendente es que investigadores de primer nivel internacional sean tan incompetentes como para dejar el engaño por escrito, y aún para usar un medio tan vulnerable al espionaje como es el correo electrónico. ¿Por qué los supuestos falsificadores no discutieron personalmente cómo hacer le fraude? ¿Por qué, en un tema tan sensible política y económicamente, dejaron tantas pruebas al alcance del primer espía que se acercara a sus computadoras? La historia de la ciencia tiene muchos fraudes famosos, pero ninguno de ellos con tantas pruebas cuidadosamente preparadas para quien quisiera encontrarlas. Se me ocurre una explicación alternativa. Hace unos años, en una elección celebrada en Argentina, otro espía denunció que uno de los candidatos se había enriquecido ilegalmente y tenía grandes cantidades de dinero en cuentas en el exterior. La denuncia era previsiblemente falsa, pero eso se descubrió pocos días después, cuando el candidato hubo perdido las elecciones y la verdad ya era inútil. Por eso, no hay motivos para que el "climagate" dure mucho tiempo, ya que su función es servir de soporte mediático a quienes intentan evitar que se asuman compromisos serios para reducir la contaminación. Al respecto, es sugestiva la conducta de algunos medios de prensa, que simulan "mostrar los distintos puntos de vista" y equiparan así a centenares de investigaciones científicas realizadas a lo largo de décadas, con una operación de servicios de inteligencia, atribuida a un misterioso "hacker ruso", como si ambos tuvieran la misma validez. Aquí, la preocupación no es por el origen del operativo, sino por la cantidad de gente de buena fe que les creyó. Esto refleja que la protección de nuestro soporte natural no es aún una prioridad de nuestra sociedad, tema que debería ser independiente de si creemos que alguien falsificó un dato o si no lo hizo. ¿Todavía estamos dudando si aceptamos o rechazamos la contaminación? Por eso nuestra insistencia en reforzar nuestros sentimientos de pertenencia a la única Tierra que tenemos. Y una forma es el continuo recordatorio de los ritmos de la naturaleza.

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