miércoles, 29 de julio de 2009

Cuentos de gorilas


Por: Elides Rojas - erojas@eluniversal.com - El 4 de febrero de 1992 se produjo una de las expresiones de gorilato más poderosas de los últimos tiempos. El actual líder intergaláctico, con buena parte de la juventud de la Fuerza Armada de la época, atacó con todas las armas de las que disponía a los centros del poder más importantes del país. En el Palacio de Miraflores, tanquetas y artillería de por medio entran para atrapar o matar al presidente constitucional y legítimo, como Zelaya, de Venezuela. En La Casona, donde habitaba la familia del presidente, también repartieron plomo y bombas. En VTV dejaron su cuota de sangre. En varias ciudades del interior secuestraron gobernadores y, claro está, más violencia y más muertos. La gracia golpista la repiten el 27 de noviembre del mismo año. Bombardeos, batallas aéreas, más muertos. Otro ataque bestial contra la legalidad, contra la continuidad democrática y contra la voluntad popular. Ambos grupos de militares golpistas, ahora ubicados en la cima del poder, son los responsables directos de lo bien o mal que ocurra con la gente, las instituciones y la nación. Esa clase militar no oculta sus inclinaciones autoritarias. Para esa secta militar, con profundas alianzas con los gobiernos más antidemocráticos, como es el caso de Cuba, no existe la ley en general. La secta coloca primero la voluntad del líder sobre cualquier norma, alegando que el poderoso mandatario representa la voluntad del pueblo y siempre actúa en su provecho. Colocan primero los beneficios para el jefe de la secta y su proyección interna o externa que los intereses del país y del pueblo. Entre un lote de tractores para la comunidad de Churuguara y una comuna en Bolivia, con seguridad esos aparatos irán a parar a las mochilas de Evo. Allá engorda su poder, su influencia y refuerza su imagen de benefactor de los necesitados. Aquí no importa. Churuguara que espere. Si protestan son una oligarquía golpista y les soltarán a los goriletes locales para que los repriman. Golpistas, traidores a la patria y contrarrevolucionar ios. Para eso está la parte de la secta encargada de repartir gas del bueno. Tiene a un Tribunal Supremo de Justicia que es capaz de decidir que la prioridad es Bolivia y no Churuguara, justamente porque el señor así lo desea. Y debe ser así. Para el líder intercontinental es muy importante que el pueblo respalde a Evo, a Correa o a Daniel Ortega. Que no los tumben. Que no los protesten. Esa es la fuerza del eje. Lo interno no le preocupa. Lo tiene totalmente controlado. Aquí el jefe puede eliminar contratos colectivos y no pasa nada. Puede hipotecar la Faja del Orinoco y no pasa nada. Puede hacer lo que le dé la gana. No pasará nada. Es el dueño de todo. Incluso decide cuándo un golpe de Estado es bueno y cuándo es malo. ¡Salve, César!
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