jueves, 4 de diciembre de 2008

Bufones, Charlatanes y Payasos


Por: Pedro Lastra - Ya comienzan los venezolanos a mostrar su pasaporte volteando la cara. Enfrentar las miradas sarcásticas y burlonas de policías fronterizos, cajeros de banco y empleadas de oficinas de turismo de países civilizados cuando se percatan que uno es súbdito de Hugólatra, el Supremo, es algo que causa auténtico dolor de amígdalas. Ser venezolano se ha convertido en ofensa al género humano. Triste suerte la nuestra que hemos venido a dar a este estercolero. En Argentina nos asocian de inmediato con una banda de mafiosos y narcotraficantes. Nos imaginan contrabandistas políticos profesionales. Y hurgan en nuestros maletines en busca del millón de dólares para la Sra. Kirchner. De nada vale poner cara de opositor y asegurar que no le hemos dado, no le damos ni le daremos jamás un voto al Impresentable. Nada más ver las tapas del pasaporte y el país de nuestra proveniencia comienzan los cuchicheos. Hasta los maleteros cargan nuestras pertenencias con asco. Suponen que de la maleta de un venezolano puede saltar cualquier liebre. En Chile, país largo y estrecho como una espada pero harto de militares golpistas, nos miran de arriba abajo, como si fuéramos algo menos que una cucaracha. "Baratas" las llaman. Y a nosotros, los venezolanos, los "tá barato". Siniestra asociación que después de los desplantes del Rey Momo, el ¡por qué no te callas! monárquico y otras metidas de pata del teniente coronel han llevado su popularidad a la infamante cota del 10%. Nueve de cada diez chilenos jura que antes muerto que bajo un presidente como Hugo Chávez. En el Perú, la burla es continuada. Las casa del Alba, convertidas en tortas rosadas de un mal gusto subido, en manos de señoras de peluquería y oropeles rojo rojitos hasta en sus más escabrosas intimidades nos han desprestigiado hasta la irrisión. Nos consideran palurdos, prepotentes, nuevos ricos, incultos, trogloditas y degenerados. No se hable del país vecino, Bolivia. Con el reparto de cheques y la robadera tumultuosa, los helicópteros de tercera mano y la ingerencia militar, cubana y revolucionaria, ser venezolano ante un boliviano culto y bien educado es prueba de la peor de las fechorías. No se puede ir a un kiosco de periódicos sin escuchar en voz baja: ¡venezolano go home! No hablemos del resto. Los nicaragüenses nos odian hasta la exasperación. Nos consideran cómplices de la violación de la hijastra presidencial y soporte del estafador más grande preñado por la patria de Sandino. No hay donde poner las asentaderas que no nos encontramos con el desprecio, la burla, el sinsabor. En Centroamérica somos peor considerados que la United Fruit y la CIA. Con eso lo digo todo. Pero ¡hay del venezolano que aterrice en Barajas! El ¡PORQUÉ NO TE CALLAS! se encuentra en franelas y bufandas, en sudaderas e interiores, en gorras, maletines y bolsas de supermercado de todas las tiendas del aeropuerto madrileño. Los venezolanos hemos adquirido la fama de ser bocones, parlanchines, mal hablados, groseros y estúpidos más allá de toda soportable medida. Y, peor aún, pendejos. Por una sencilla razón: haber escogido y seguir escogiendo de autoridad máxima de nuestro país a un teniente coronel más analfabeta, zafio y brutal que el famoso coronel Tejero, ese impresentable oficial de la Guardia Civil que intentó darle un golpe de estado al rey Juan Carlos y se paso veinte años preso, demuestra una estupidez sin medida. Y hasta se permiten burlarse de nosotros por permitirle exigir una presidencia vitalicia y no sacarlo con viento fresco. ¿Seremos estúpidos! Propongo por eso que la asamblea se aboque a diseñar un nuevo pasaporte sin portada. A ver si dejamos de pasar tantas vergüenzas. Por ahora y hasta nuevo aviso, más vale ser apátrida.

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