domingo, 17 de agosto de 2008

La calle y el viento

EL NUEVO HERALD - Por: Danilo Arbilla - Malos vientos han comenzado a soplar para los gobiernos neopopulistas, autollamados progresistas, que surgieron tras el fracaso de los partidos democráticos históricos que no supieron encaminar sus países en la etapa postdictaduras.
Hubo inoperancia, demagogia, soberbia y mucha corrupción, pero también es cierto que aquellos partidos tuvieron que manejarse en medio de una crisis económica muy fuerte. Los electores buscaron caras nuevas, surgieron los outsiders y la gente salió a la calle al grito de ''que se vayan todos''. En estos tumultos cayeron presidentes legítimos, hubo complots a caballo de la insatisfacció n popular y con ese ruido de las calles surgieron los nuevos hombres, los que en su mayoría llegaron al poder con el viejo discurso del populismo. En épocas de confusión y de rabia, la gente compró al barrer. Junto con los nuevos gobernantes y su discurso maniqueísta llegaron vientos favorables: los precios de las materias primas comenzaron a subir sin freno y la bonanza justificó y confundió. El recurso del subsidio, a la larga suicida para cualquier economía, funcionó de maravillas. Junto con los subisidios llegaron los favoritismos y la discriminació n, pero los buenos números tapan todo. Hasta pagaron la deuda --menos Kirchner, por supuesto-- y se hicieron amigos de los bancos internacionales. Pero ahora el vendaval ya no es tan fuerte. La suba de los precios de los productos exportables se ha frenado y algunas han comenzado a caer. Puede que la cosa ya no sea tan fácil. Esta nueva realidad en los términos de intercambio complicará un poco más a muchos de estos gobiernos ''progresistas' '. Estos habían comenzado a perder popularidad por sus arbitrariedades, sus arranques autoritarios, por sus métodos fascistas y por la falta de claridad y transparencia y por no poder ocultar la corrupción propia y presente, por más que vociferen contra los autoritarios y corruptos del pasado. El síntoma más importante es que perdieron el monopolio de la calle. Ya no cuentan en exclusividad con ese instrumento que, desde el llano primero y desde el gobierno después, han aplicado con tono antidemocrático. Sirvió desde la oposición para derrocar presidentes constitucionales (Sánchez de Lozada en Bolivia y De la Rúa en Argentina, por ejemplo) y desde el poder para imponer reformas constitucionales, desalojar parlamentarios electos, sacar jueces y gobernadores, presionar y atacar al sector privado y hostigar a la prensa. Hoy hay otra calle y la gente, cansada de autoritarismos, soberbia y corrupción, harta de las mentiras, la inflación y la escasez, también salió a manifestar, a hacer sonar las cacerolas, a apoyar a los sectores sancionados y a pedir renuncias y ``que se vayan todos''. Le pasa a Ortega en Nicaragua, que para poder emparejar la convocatoria de la oposición gasta millones y millones de dólares. Le pasó a los Kirchner en el conflicto con el campo: por más reparto de dinero, por más prepotencia '' piquetera'' y por más ''acarreo'' de gente que hicieron, nunca lograron igualar las manifestaciones espontáneas en contra del gobierno y su política agraria y fiscal. Los venezolanos en la calle tienen a mal traer a Chávez desde hace mucho y no los puede parar ni con los financiados ''círculos bolivarianos' '. Evo Morales ha recibido últimamente varias dosis de su propia medicina. Desde abril del 2002 en Caracas a las protestas de los mineros en Bolivia hace unas semanas, las balas parten de las fuerzas represoras ''progresistas' ' y los muertos están del lado contrario. El cambio de situación es fuerte y quienes llamaban al pueblo a la calle ahora recurren a las instituciones demócraticas. Los Kirchner buscan el aval del Parlamento. Chávez plebiscita constituciones para el poder vitalicio. Ortega refuerza su alianza con las fuerzas derechistas más conservadoras y corruptas y Morales convoca a un referéndum revocatorio. Salvo en Bolivia, les sale mal y se enojan, como los Kirchner y hablan de traiciones; sacan por decretos-ley propios de las dictaduras lo que el pueblo rechazó, como hizo Chávez; o proscriben partidos y a dirigentes políticos opositores como en Nicaragua y Venezuela. En Bolivia fue diferente. Morales llamó al diálogo, tras una curiosa consulta en la que ganaron todos. Parecería que este recurso ''institucional' ', aun contando con la bendición de la OEA, no da los resultados esperados. Tendrían que admitir que en materia de mecanismos democráticos no son muy expertos y a la vez considerar que ya no tienen el monopolio de la calle. La gente comienza a caminar en contra, al igual que los vientos.

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