miércoles, 20 de agosto de 2008
Prohibido olvidar
Por Juan Carlos Sosa Azpúrua - Cuando la historia revise está época, deberá ser justa a la hora de exigir cuentas. Más allá de lo grotesco que ha sido el régimen, la principal responsabilidad la tienen los políticos de la oposición, los militares y un porcentaje considerable de la sociedad civil. Los políticos porque son ellos los que profesionalmente dedican su tiempo a estudiar los problemas del país y ofrecer soluciones, vendiéndose a sí mismos como los instrumentos para su materializació n. Son condenables porque no han hecho el trabajo que la realidad les exige que hagan, que no es otra cosa que concebir un plan de acción inmediato para erradicar de tajo el tumor que nos devora vivos. Cuando estos señores se ocupan de asuntos subalternos, organizan movilizaciones para lograr objetivos intrascendentes o celebran éxitos que no son tales, el daño que hacen es exponencialmente superior a cualquiera que podría hacer un individuo común y corriente. Recordarlos entarimados la noche del 2D, celebrando la democracia que no tenemos y felicitando a un tirano por “su conducta cívica ejemplar”, exclamando a los cuatro vientos que “ahora sí la reconciliació n era posible y que irían a Miraflores a soñar en conjunto el futuro de Venezuela”, es suficiente recuerdo para borrar a esos sujetos del panorama político, porque demostraron no ser aptos, porque rayan en la imbecilidad y porque el daño que hacen es demasiado grande para seguirlo condonando con votos o con lo que sea. En segundo lugar están los militares. Estos señores son tan cobardes que no merecen una sola línea en su honor. Y en tercer lugar están los vivos de siempre. Aquellos que cínicamente alegan que este régimen es igual a los demás, mientras siguen engordando sus cuentas con el dinero improductivo que acumulan, haciendo movidas financieras de la mano del desgobierno y sus secuaces. La historia no los absolverá, a ninguno de los tres.
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