martes, 3 de junio de 2008

Esquina DEL CONDE

Dos eran los condes de título nobiliario que vivían en la esquina de su nombre: el de San Javier y el de La Granja. San Javier, desde el año de 1732 el de La Granja desde 1795, títulos adquiridos mediante 22,000 ducados que entregará Don Antonio Pacheco, rico hacendado de las mejores vegas de café y cacao y Don Fernando de Ascanio, quien lo obtuvo por extensión de la descendencia directa de Luis Antonio de Oviedo, tío del historiador Oviedo y Baños. Su renta principal provenía de haciendas de cacao de los valles de Capaya, San Nicolás y el Tuy, con su montante de 186,000 pesos.La casa de los Condes de La Granja estaba situada en el ángulo sureste de la actual Esquina del Conde y fue por muchos años propiedad de la familia Boulton, Don Fernando Ascanio era hijo de Don Juan de Ascanio y de Doña Josefa Monasterios y Oviedo. En 1798 piden se les conceda oratorio privado a su casa en la esquina nombrada.Don Fernando Ignacio de Ascanio, Conde de La Granja, asistió en unión de Manuel Marcano, ambos reconocidos realistas el año de 1814, al pueblo del Valle a entrevistarse con el terrible Boves, siendo fusilados en la calle en el sitio del rincón del Valle, por las tropas del temible guerrillero. Su cuerpo fue enterrado el día 10 de julio del mismo año en la Catedral de Caracas, con el hábito de La Merced. De su solariega mansión sólo quedó el zaguán.La casona del Conde de San Javier estaba situada al frente. Su dueño, Don Antonio Pacheco, vecino de Caracas, optó por uno de los títulos de Conde entregando en caja 22,000 ducados por mediación de su apoderado. Era hijo de Don Juan Jacinto Pacheco y de Doña Manuela Tovar, descendiente de conquistadores y pobladores de Caracas y Maracaibo. En 1732 se concedió otro título a Bernardo Rodríguez del Toro, natural de Caracas, quien tomó el título de Marqués del Toro, después de pagar sus 22,000 ducados en las cajas del rey. Por ello el pueblo los bautizó con el nombre de "grandes cacaos", en razón de que los títulos de nobleza los obtenían con la explotación de la conocida semilla.[/size][size=9]Los cronistas dicen con justa razón que la "Esquina del Conde" debía llamarse en propiedad de "Los Condes", pues frente a la casa solariega del Conde de San Javier, estaba situada la del Conde de La Granja y un poco más al norte, el primero, el de Tovar.En la casa de alto del Conde de Tovar se celebró la Jura de Carlos IV a fines del pasado siglo. En el banquete que dieron los notables de Caracas de 400 cubiertos, como obsequio al Libertador, el año de 1827, el mantel de la mesa estaba constituido por grandes espejos unidos. Y es conocido el lujo de los dueños de aquellas mansiones cuyos suelos eran de losas azules y blancas de mármol, traído de Génova; sus rejas y balaústres de madera de naranjos torneados y poseían sillas de mano con molduras doradas, abundante sedería y porcelana de China. En joyas y diamantes poseían enormes fortunas.Era costumbre en aquellos tiempos mirar en estas regias mansiones de los "grandes cacaos", los retratos de Luis XIV y de las Reinas Isabel de Farnesio y María Luisa de Saboya, guindados en la sala principal bajo dosel de damasco carmesí con flecos de oro, como una demostración del fervor monárquico. Mas, cuando triunfaron las ideas republicanas, estos retratos fueron a parar al desván y sustituidos -con un encantador oportunismo-, por los de Francisco de Miranda y Simón Bolívar.En sus regios salones se reunían las bellas de la época, vestidas con sus molestas crinolinas y llenas de lazos; se las miraba sonreír tras el abanico de plumas a algún conde o marqués importado; calzadas con sus chupines de raso y en las manos el pañuelito tejido en frivolité. Los hombres vestían casaca azul, peluca blanca y camisa de fino batista orlada de encajes, zapatillas de patente con hebilla de oro y lazo negro recogiendo la peluca. Así se miraban bailando algún rigodón o cuadrilla pisos de las regias mansiones, profusamente iluminadas con lámparas de velas circundadas por briseras de cristal.De todo aquello sólo queda el recuerdo, envuelto en el perfume de vidas regaladas, en contraste con la miseria de los esclavos que eran explotados en las haciendas de cacao y en los oficios domésticos. No llegaba todavía para ellos la hora de la redención.Hacia el norte estuvo situada la casa de los Condes de Tovar, cuyo título les fuera concedido el año 1771. La casa fue refabricada en 1785, y hoy está transformada en Edificio de Correos.La casa del Conde de La Granja fue luego mansión de Oviedo y Baños, el autor de la primera "Historia de la Provincia de Venezuela". Luego fue destruida y en sus terrenos se construyó el "Pasaje del Capitolio", que toma su nombre del teatro del mismo nombre allí situado. La del Conde de San Javier, propiedad de Don Antonio Pacheco y Tovar estuvo ubicada donde hoy se levanta el Ministerio de Educación. Anteriormente y antes de su total destrucción, estuvo en ella "La Imprenta Nacional", después "El Eco Venezolano" y por último "El Nuevo Diario", órgano de la dictadura gomecista. En ella casona se instaló la Junta Suprema de Caracas, conservadora de los Derechos de Fernando VII, el 20 de abril de 1810; y un año más tarde, -1.811- se congregaron en sus salones los Diputados del Primer Congreso de Venezuela.Refieren algunos que conocieron la vieja mansión, que cuando Samuel Darío Maldonado andaba por las calles de Caracas persiguiendo los platanales y destruyendo los árboles, un día llegó hasta la vieja casona del Conde de San Javier en compañía de Don Pedro Emilio Coll, el admirable autor del "Castillo de Elsinor", empeñado en hacerle ver una figura que decía se desprendía de las escaleras hacia el corredor."Míralo, Pedro Emilio, allí viene el Conde de San Javier con su peluca blanca, sus zapatillas de tacón, su espada de empuñadura de plata... Viene hacia nosotros... Mira las luces... Allí, en la escalera...".Don Pedro Emilio, con su habitual calma, responde: "Tranquilízate, Darío, que no son sino imaginaciones tuyas. El Conde está muerto y enterrado hace más de dos siglos allí, en la capilla de la Catedral. Eso que ves son fantasmas creados por tu imaginación...".Pero no fue posible quitarle la idea de la cabeza y continuaba "viendo" al Conde bajar las escaleras armado de su espada de empuñadura de plata.Y esta es la "Esquina del Conde". Su historia queda relatada en las viviendas de la aristocracia criolla que obtuvo sus títulos nobiliarios, gracias a las numerosas haciendas que poseían, trabajadas por mano esclava.El sitio que ocupara la regia mansión del Conde de La Granja, es hoy el Pasaje del Capitolio y en el de la casona señorial del Conde de San Javier, está el edificio del Ministerio de Educación. El nombre de "Esquina del Conde" quedó eternizado en aquel lugar hasta nuestros días.

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