Como perro que muerde su propia cola, el Gobierno de Hugo Chávez está moviéndose erráticamente en círculos alrededor de su política cambiaria. Mientras tanto, el mercado se mantiene a la expectativa de cuáles serán las medidas a tomar y el impacto que podrían traer.Esto ha llevado a los diferentes entes involucrados en el manejo de divisas, incluyendo a la Presidencia de la República, a generar diversas y contradictorias propuestas que han plagado de rumores el ambiente.Hasta ahora las únicas dos cosas que parecen estar claras son: Que se mantendrá el tipo de cambio a Bs.F.2,15:$ para importaciones esenciales (no se sabe aún cuáles serán esenciales o cuáles no) y que cualquier medida al respecto no será tomada antes de finales de septiembre.Una de las informaciones no oficiales que corrían hasta hoy era que el Gobierno estaría desarrollando una estrategia para "cerrar la brecha" entre el cambio oficial de Bs.F.2,15:$ y el dólar permuta. La forma o la vía que tomará para hacerlo es aún un dilema de difícil solución, pues se habla de emisión de nuevos bonos en dólares a colocarse en el mercado interno de manera permanente, pero no se dice quién sería el emisor, pero sí afirman que no debería representar nueva deuda para la nación.No obstante, la gran incógnita de los analistas es el porqué el Gobierno mantiene en ascuas al país en este tema. La respuesta a esta pregunta pareciera estar en la lucha por los nichos de poder que se confrontan en el seno del Ejecutivo Nacional a tres niveles.El primero estaría en el Banco Central de Venezuela. En esta instancia se tendería (razonablemente) a tomar la vía de una devaluación, la cual estaría descartada de plano debido a razones netamente de inconveniencia política para el régimen, y que es punto de honor para Chávez no devaluar. Otra vía serían las subastas, lo cual sonaría lógico y garantizaría cierta transparencia. Sin embargo, ésta habría sido echada al olvido debido a que impediría un amplio margen de maniobra para que el mandatario manejara esos recursos a discreción. Además, éste es un mecanismo que debe informar al mercado cuánto se subastaría diariamente y a qué precio, lo cual sería un reconocimiento explícito de que existe una devaluación.El segundo nivel, que parece ser el que avala el titular de Finanzas, Alí Rodríguez Araque, estaría en decretar un impuesto a las operaciones cambiarias. No obstante, pereciera que tampoco esta vía gusta mucho, porque sería el Seniat el gran administrador y el ente que impondría cierto orden y transparencia en el manejo de esos ingresos adicionales que entrarían directamente al Fisco Nacional. El problema para el Gobierno es que esta vía requeriría de la aprobación y seguimiento por parte de la Asamblea Nacional, donde eventualmente habría un mayor componente opositor el próximo año para ponerle la lupa a esos recursos.El tercero, consistiría en dejar que la caja negra de PDVSA siga siendo la gran interventora y operadora cambiaria del país, mediante su participación camuflada en el mercado permuta y mediante la emisión de bonos pagaderos en dólares. La ventaja para el Gobierno de hacerlo de esta manera es que seguiría dejando ingentes diferenciales cambiarios a la caja de PDVSA para seguir financiando a oscuras a la revolución.En resumen, la vía que escoja el Ejecutivo dará luces sobre su voluntad (o no) de poner las cosas en orden y de rendir cuentas al país. Mientras siga deshojando la margarita para ver por cuál vía se decide, se impondrá la incertidumbre, la paralización de las inversiones, el aumento del riesgo país y la corrupción, sobre la cordura y la sindéresis económica.. Disponible en inglés en: www.veneconomy.com a partir de las 4:00 p.m.
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