Asaltado seis veces, según sus propias palabras, en una ocasión estuvo amarrado seis horas en una sótano de una casa en La Lagunita” para robarle la nómina de sus trabajadores de una constructora que tuvo que cerrar. Pero nada de esto preparó al señor Cicco para lo que le sucedió el viernes en la madrugada cuando unos ladrones asesinaron a su hijo de 26 años para robarle el carro. Ahora, dice, “Era mi único hijo y la única razón para seguir viviendo aquí. Este dramático relato es recogido por el periodista Gustavo Rodríguez en El Universal. Un joven ingeniero de redes de 26 años de edad egresado de la Universidad Central de Venezuela fue asesinado en la urbanización San Bernardino por delincuentes que intentaron despojarlo de un automóvil. Olindo Julio Agostino De Cicco fue agredido poco antes de las tres de la madrugada cuando transitaba cerca de la subida a Galipán. Tripulaba un Toyota Corolla año 96 propiedad de su abuelo. Los homicidas lo interceptaron, pero al parecer intentó huir y recibió un disparo en el cuello. Se estrelló contra un árbol y los asaltantes lo siguieron. Lo remataron con un tiro en la región retroauricular derecha. La noche anterior había salido a celebrar con unos compañeros. Antes de regresar a su casa en Colinas de Bello Monte decidió darle la cola a una pareja amiga. “Era mi único hijo y la única razón para seguir viviendo aquí. Anoche le dije cuídate que la calle está muy peligrosa y me respondió: sí papá, sólo voy al CCCT”, dijo el señor nacido en Nápoles, Italia. “Ahora no tengo por qué quedarme aquí. Hace años le dije para irnos y me dijo no papá, este es mi país. Yo tengo que luchar por rescatarlo y recuperarlo”. “Hace 36 años llegué a Venezuela. Era un paraíso que nos abrió las puertas a los extranjeros que le huíamos a las guerras y la inseguridad. Me enamoré de este país. No había otro más lindo en el mundo. Nunca me imaginé que tres décadas después me quitaría lo más preciado”. “Hoy sufro el drama de vivir en un país donde no se enseña respeto por el ser humano. Se habla de tantas cosas, puros discursos políticos que no sirven de nada. Su mamá se quedó en la casa llorando”, dijo el señor Cicco, que tampoco paraba de llorar. “Esto es un infierno, peor que una jungla. No hay orden político ni social”. El señor Cicco acudió a la medicatura forense de Bello Monte para reclamar los restos de su hijo. “Yo tenía una constructora y con este gobierno tuve que cerrarla. Mi hijo mataba tigres con los trabajos que me salían por ahí. Me han robado seis veces. En dos ocasiones con un revólver. Luego me atracaron y me dispararon. Tuve suerte de que no me pasó nada. También estuve seis horas amarrado en un sótano de una casa en La Lagunita. Siempre para quitarme la nómina de los obreros. No denuncié porque no hacen nada”.
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