Por: Rafael Gallegos - gallegos.c@gmail.com - El bolchevique Lenin planteó que el imperialismo era el estado superior del capitalismo. Que cuando las sociedades capitalistas tenían excedentes de producción, su espacio nacional les resultaba insuficiente y requerían para sobrevivir, materias primas y mercados del extranjero. Por ello sometían a otros países por las buenas… o por la fuerza. Tal es el caso de las llamadas guerras del petróleo. El capitalismo, tan inteligente para crear sociedades prósperas de alta tecnología y bienestar, requería para movilizarlas, de energía que se encontraba lejos de sus fronteras. Crearon enclaves de explotación de petróleo en Indonesia, Bakú, los países Árabes, Venezuela o en países africanos. Detrás de las maquinarias llegaba, como la cruz tras el arcabuz en la conquista, el occidental way life. Ejemplos sobran. En nombre del imperio Estados Unidos tomó medio México y luego Cuba; Inglaterra colonizó la India, Japón tomó Manchuria, Europa se repartió África como si fuera un juego de dominó. Es que, como le dice Rafael Poleo a los fumadores de lumpias, el imperialismo existe… y es malo. Sin embargo, a Lenin se le olvidó referir que las sociedades comunistas también recurren al imperialismo cuando sus mercados, o su seguridad, o la necesidad de materias primas lo requieren. Un solo ejemplo, la ultra imperialista Unión Soviética, que esclavizó a los países tras la cortina de hierro con férreas dictaduras dependientes de Moscú. ¿Qué eso no fue imperialismo? Y entonces… ¿qué fue? ¿Qué sucedió cuando en 1956 Hungría quiso sacudirse ese yugo? Tanques, muertos y más esclavitud de la totalitaria. Y eso que ya había fallecido Stalin, a quien le quieren echar la culpa de la gigantesca represión del sistema. ¿Y que sucedió en Checoslovaquia en 1968? ¿Y que hicieron los rusos en Afganistán, de data más reciente? Lo mismo, los tanques y los fusiles del totalitarismo. Puro imperialismo, del comunista. La verdad es que Lenin se quedó corto en su definición. Ha debido agregar que el imperialismo es la etapa superior del capitalismo… y del comunismo. Y también hay un imperialismo que los estados con vocación totalitaria ejercen contra sus pueblos. Es el que nos atrevemos a calificar como imperialismo endógeno. Nacido y aplicado dentro de los límites de la patria. Como los gobiernos con vocación totalitaria necesitan excedentes de poder (no de producción) tienen que extraerlo de los comunes mortales que de ellos dependen. Así, crean leyes que acaban con la individualidad de la gente y con la libertad de los colectivos. Verbigracia, el suicidado comunismo soviético, el comunismo chino que brincó la talanquera y el terco comunismo cubano, que además de estar allí como si el mundo no se hubiera movido en todo el siglo XX, es increíblemente ( Trucutrú y que no podía creerlo) el modelo del cual se copia la “revolución” venezolana. En esos países, el imperialismo endógeno acabó con la propiedad privada, con los artículos de consumo masivo (léase neveras, televisores, ropa, y carros… ni hablar), con la libertad de expresión. Hambre y marasmo. Al pueblo le escondieron la información acerca de las purgas en Siberia, Tianamen, los presos políticos cubanos. Así como hoy pretenden ignorar el holocausto. El cacareado hombre nuevo las revoluciones resultó ingenuo, anulado, sin poder de decisión. Un producto demodé, incapaz de abordar con éxito este siglo, que corre a la velocidad de la información, que es la velocidad de la libertad. ¿Y VENEZUELA… QUÉ? - Por encima del bienestar del pueblo, del funcionamiento de los hospitales, de la construcción de viviendas o de las libertades elementales, el desideratum de esta “revolución” es: mantenerse en el poder forever. Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo. Por ello todas las leyes que aprueban tienen un elemento común: concentrar el poder en el Presidente. Veamos: la Ley de Educación en su artículo 50 otorga al Ministro (o sea al Presidente) la facultad de – a discreción – suspender escuelas, y a los profesores hasta por diez años. En cuanto a los terrenos urbanos, el ejecutivo puede expropiar (¿confiscar?) a discreción y al que no le guste, que vaya a los tribunales para solicitar un milagrito. En cuanto a los consejos comunales, las decisiones finales dependen de… adivinen quien. Ah! y espere el lego “revolucionario” que harán con las circunscripciones electorares en el 2010. Todo el poder para yo. Puro imperialismo endógeno. Amigo lector, como si fuera Drácula, la “revolución” para sobrevivir requiere chupar sus propiedades, sus negocios, su libertad, su derecho a elegir, su derecho a poderes independientes. Puro imperialismo endógeno. El modelo… y lo gritan a los cuatro vientos, es el principado cubano. Cuyo máximo logro parece ser el zombi nuevo. ¿Es eso lo que usted quiere para Venezuela?
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