viernes, 3 de julio de 2009

¿COLAPSARÁ o no colapsará?


Por: Francisco Alarcón - http://www.2001.com.ve/ - Cuando un gobierno se aparta de la realidad y trata de imponer ficciones, corre el riesgo de colapsar. Si sumamos a esto la recesión económica y desempleo es posible que finalmente todas las cosas ocurran juntas y colapse. El gobierno de Chávez se encargó de fraccionar a la sociedad con posiciones casi irreconciliables, las monsergas en contra de los “oligarcas” calaron en los sectores de más bajos ingresos y al mismo tiempo hicieron efecto en la disidencia, quienes viendo las agresiones físicas y verbales a lo largo de diez años se radicalizó. Es complicada la situación aunque se perciba una aparente calma y el desenvolvimiento del país se mire como “normal”. Los gobiernos que no dialogan se aíslan y así lo hizo el oficialismo, puras inquinas lanzó al ruedo político tratando de ganar simpatías, pero la gente se cansó dentro y fuera del chavismo. Tampoco existen figuras arbitrantes que en un momento determinado puedan mediar en un problema. En el aspecto económico se agudizará en el próximo semestre el desempleo, se incrementará la economía informal e inflación, componente explosivo, acompañado con el derrumbe del insostenible gasto público. Ya el “proceso” no tiene a quién achacarles las culpas ni podrá escapar de una crisis económica que tiene un componente real y endógeno. ¿Qué hará el oficialismo en adelante, seguir mintiendo y llenándose de deudas?, o habrá una salida milagrosa para que no se precipite la quiebra del Estado. Aceptará la gente trabajadora y emprendedora —que todavía los hay— las imposiciones de un comunismo, cediendo todos sus derechos, sus propiedades y renunciando a su libertad económica. Eso estará por verse, hasta ahora las cosas se han manejado como han venido viniendo, pero ciertamente la fuerza productiva de la nación mayoritariamente sigue descansado en la industria privada, y ésta continúa siendo la gran generadora de empleos. La lucha entre estos dos géneros es incompatible y pareciera que el venezolano hasta el presente no lo ha asumido con la debida seriedad. Las cuentas nacionales volverán a acusar de manera severa la indiscutible realidad económica, palmariamente se acabarán ciertas alegorías, y el cinismo oficial dejará de funcionar. El proceso político se hará más complejo cuando se traten de aplicar las nuevas leyes que va aprobando la Asamblea Nacional. Todo estará al descubierto sin diálogo a la vista, sólo incomprensiones y con un panorama internacional que conoce las verdaderas intenciones de Chávez que van más allá de las ayudas compasivas. A la vista están los hondureños quienes se adelantaron a los embrollos que planteaba Zelaya con una redundada constituyente, y que a nosotros nos agarró desprevenidos. En Honduras están tratando de andarle rápido a Zelaya, antes de que los conduzca por los mismos derroteros que Chávez a nosotros. El otro ejemplo sería Irán ya metidos de lleno en una dictadura con sus bemoles de teocracia, después de votar y denunciar el fraude la oposición se bate en las calles para recuperar sus libertades, ciertamente de allí nacerá una resistencia para devolverle a ese pueblo un sistema de gobierno justo. Son las dos alternativas claras de cómo anular el error que cometieron los venezolanos, cuando democráticamente votaron por el antidemocrático candidato que ya lleva diez años en funciones de gobierno, embaucando a la gente sin que se vislumbre ninguna salida, a menos que provenga de un colapso producto de su misma incapacidad. Ese colapso puede llegar con una aguda crisis económica y social, tras muchas promesas incumplidas y arbitrarias procedencias en contra de los disidentes. Las cosas pudieran coincidir conjugándose con la recesión económica mundial y con las displicencias del caudillo hacia la población. Este escenario se avizora desde hace mucho tiempo pero no ha sucedido, actualmente la coyuntura es distinta porque no todo depende del oficialismo, sino igualmente de la disidencia y eso es precisamente lo que no comprende el “líder” de la revolución, y el colapso o no colapso dependerá de él, más que de la propia disidencia, cual no da trazas de estar arreglada para una resistencia.

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