miércoles, 15 de julio de 2009

Chavez... llegó el acto final

Por: Enrique Pereira - Chávez condujo ayer uno de los shows más pesados y más largos de su historia. Actores de relleno, libreto de segunda y pocas cosas nuevas que contarle a los pocos que todavía siguen su larga letanía. Razón tiene el nuevo presidente de Honduras en decir que cuanto más habla, más lo ayuda, que no deje de hacerlo. Un presidente de un país serio no puede usar ocho horas de su vida para contarnos esas repetitivas historias que ya todos conocemos. Esas demostraciones de que sabe diferenciar una caoba de un samán y que siendo a la mitad de su historia, un agricultor mejorado, todavía recuerda para que se usa una escardilla y la importancia de un canal de drenaje cuando se instala una carpa. Sabe mucho de eso, pero no tiene la menor idea de que la función de liderar un país, no se parece a la de manejar una tropa. Ya no importa cuantas veces cante una de Eneas Perdomo y cuantos chistes malos, pero bien recibidos por su sequito, nos cuente en una tarde. Eso ya no mueve a nadie y terminará por obstinar también a los obligados que sienta cada domingo a escuchar sus fastidiosas mentiras. Mejor la pasó el etílico General García Carneiro libando licor del bueno, del escocés, en la isla de La Tortuga, en su Cranchi azulito, en una de esas escapadas que los separan de sus discursos revolucionarios y los convierten en lo que realmente son: oportunistas de oficio, usando los privilegios de pertenecer a una nueva clase social, llena de dinero y de poder mal habido. Se me está poniendo verdecita la grama y cada día que pasa, tal como desde hace unos meses vengo anunciando, la escardilla hace un hueco más profundo en las bases de esta revolución de bolsillo, llena de líderes viajando en primera clase y de generales playeros, disfrutando de la vida. El mundo observa esta prisa para acabar con los medios de comunicación, al tiempo que el los usa por ocho horas continuas. No es otra cosa que un acto reflejo de ese presentimiento que tiene encima, de que esta fiesta va en su irreversible camino de finalizar. Espera por el Alma Llanera y un reparto de chupe para los amanecidos. Han sido diez, diez largos años de promesas, todas conjugadas en futuro, acerca de cómo nos convertiremos en una gran potencia continental, de cómo lograremos nuestra autonomía alimentaría, por la vía de tomar cuanta tierra esté a la vista y con los puertos rebosados de contenedores llenos de comida podrida. Ya esta bueno… ya no divierte. Ya no mueve pasiones y cada día más cerca de su final, nos llena la vida con ocho horas de mal teatro, con la firme creencia de que todavía puede mover pasiones con su desgastado show. El telón se cierra esperando por el acto final.

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