jueves, 16 de abril de 2009

Los tambores de la libertad


Por: Henry Cabello - Me causó mucha gracia ver en la TV a un grupo de gringos, trajeados a la usanza colonial, tirando unos fardos al agua en conmemoración del llamado “Boston Tea Party”. Para ahorrarle al lector el trabajo de googlear este término, le recordaré que se trata del comienzo de la revolución americana. Por cierto, una revolución que ocurrió bastante antes de la revolución francesa. El “Tea party”, ocurrió en 1773. Pasarían 16 años antes de la toma de la Bastilla en 1789 por los revolucionarios franceses. Conviene anotar que, para ese momento, la prisión de la Bastilla había dejado de ser usada. Apenas había siete prisioneros allí, dos de los cuales estaban locos de remate. Pero era un símbolo del “ancien regime” (el viejo régimen) y los sans culotte (los “sin camisa”), la atacaron como si el propio Rey viviera allí. De modo que lo importante era destruir el símbolo. Los franceses aún celebran el 14 de julio de 1789, como el día de la independencia nacional. Como suele ocurrir, se trataba de la rebelión de unos muchos contra la imposición de unos pocos. El régimen monárquico francés, había decretado nuevos impuestos sobre una población ya exprimida y azotada por una economía en ruinas. Casi 20 años antes, en 1770, el parlamento británico había aprobado unas leyes por las cuáles se aumentaban los impuestos a los colonos americanos. Eso provocó que una turba enfurecida protestara ante las puertas de la Guardia Real, en Boston. Los guardias, atemorizados, abrieron fuego sobre la “multitud” (no eran mas de 50 personas) asesinando (¡Oh, paradoja!) a un marinero negro, Crispus Attucks, ex- esclavo y a otros cuatro manifestantes. El episodio llegó a conocerse como la “Masacre de Boston”, y le dio notoriedad a la rebelión americana. Tanto, que los británicos dejaron sin efecto esas leyes. Sin embargo, aumentaron los impuestos al Te, que era uno de los principales productos de exportación de los colonos americanos. De allí que una noche, varios de ellos, disfrazados de indios, tomaron un cargamento de Te, propiedad de la Compañía Colonial Británica, y lo arrojaron al mar en el muelle de Boston. Eso se conoció como el “Boston Tea Party”. Los gringos a los que me referí al comienzo, no eran de esa época, sino de esta. Estaban protestando por el aumento de impuestos de Obama. Fueron los impuestos excesivos cargados sobre los honestos ciudadanos, los que terminaron por tumbar a esos regimenes dictatoriales, tanto en Francia como en Norteamérica. Pero, mientras en Francia el esfuerzo revolucionario se disolvió entre las garras de Napoleón, en USA, culminó con éxito su propósito al comenzar una guerra que terminó en Julio de 1776 y aprobarse una Constitución, que aún hoy permanece con muy pocas alteraciones. Esa es la razón por la cuál nuestra propia dictadura muestra temor a generar nuevos impuestos. Chacumbele aspira que la gente no se de cuenta de que el aumento del IVA es un impuesto disfrazado. Todos tendremos que pagarlo. Esa es la razón por la cuál procura abrir varios frentes de guerra, para tratar de distraer la atención del público del tema esencial: tiene al país en la ruina y al borde de la quiebra. Insólito en un país que ha recibido 800 mil millones de dólares en apenas 10 años. Por eso viola la constitución como le viene en gana. Por eso vocifera. Ruge. Amenaza. Trata de meternos miedo con sus milicias y con su guardia pretoriana. Pero se olvida de que los venezolanos hemos aprendido de sus mañas y trucos. No bailaremos al son que nos toque. El y su partida de compinches tendrán que brincar al ruido de nuestros tambores: los tambores de la libertad.

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