lunes, 27 de abril de 2009

La Mentira como forma de vida


Por: Horacio Medina - “El que dice una mentira, no sabe que tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte mas para sostener la certeza de esta primera” - Alexander Pope - Mentirosos famosos han existido por miles en la historia de la humanidad, de hecho, recordamos algunas de nuestras lejanas clases, en el bachillerato, de historia universal cuando el profesor aseguraba la muy bien ganada fama de mentirosos que tenían los cretenses, era su forma de vida y, por tanto, muy poco confiables. En Venezuela, la mentira se ha convertido en política comunicacional del Estado, de modo que, de seguir el chavismo desgobernando el país, tal vez muy pronto la fama cretense sea desplazada, lamentablemente para la mayoría, por la fama venezolana. Decimos esto y, para sustentarlo, nos permitimos tomar uno de los ejemplos más elocuentes de lo que significa la personificación de la mentira, nos referimos, al inefable y edulcorado Ministro de Energía y Petróleo, además Presidente de la empresa “estatal petrolera” (ni tan estatal, ni tan petrolera), el Ingeniero Rafael Ramírez Carreño. Durante los más de cuatro años que ha ocupado esos puestos, el señor Ramírez no ha hecho otra cosa que mentir, y ni siquiera ha tomado en cuenta una famosa frase del escritor francés Jules Renard que expresa los siguiente: “… de vez en cuando di la verdad, para que te crean cuando mientes”. Ramírez siempre miente, tanto que cree en sus propias mentiras, motivo por el cual no siente ni remordimiento y tiene cargos de conciencia, simplemente, está convencido que lo que dice es cierto. No puede ser de otra manera, porque sería incomprensible que pudiera vivir, estando consciente de tanta mentira. En fin está condenado a la adversidad de vivir bajo la mentira perpetua. Por supuesto, quienes prestan atención a sus declaraciones, con base a tantas mentiras repetidas, a engaño tras engaño, fantasía tras fantasía, llegan a sentir que lo expresado pareciera ser verdaderamente cierto o, peor aún, le creen, la versión oficial. Tan sólo, tendríamos que poner sobre la mesa algunas realidades que finalmente afloran a la opinión pública, para que podamos estimar la magnitud de la gran mentira en que se ha convertido el tema de PDVSA para los venezolanos, con el presentador Ramírez, más propio del “Mundo de las Fantasías” que de una empresa seria y responsable de la salud económica de la Nación. Veamos: La producción de PDVSA ha estado en franca caída. Según informa la OPEP Venezuela produce alrededor de 2 millones 100 mil barriles diarios. Esta cifra es, además, muy cercana a la estimada por Agencia Internacional de Energía y por muchos analistas y medios especializados. Que nosotros sepamos, jamás la representación venezolana ha emitido una queja ante el Secretariado de la OPEP para rectificar las cifras, entonces, ¿A quién, le cree usted, al Ministro Ramírez que asegura que son más de 3 millones de barriles diarios o a las otras fuentes? Es del conocimiento público que PDVSA está importando 100.000 barriles diarios de gasolina o componentes de gasolina (alquilatos), porque el parque refinador esta devastado. Ramírez asegura que las refinerías funcionan a cabalidad y sólo hay paros de plantas por mantenimiento. ¿Será que el Ministro no ha visto los incendios, los continuos accidentes operacionales, la absoluta falta de mantenimiento, las acumulaciones de residuales y azufre?, preguntamos ¿A quién le cree usted? De acuerdo con los más serios reportes de taladros activos con mesa rotaria que se publican mundialmente y con los reportes de actividad de analistas especializados, actualmente están activos, en Venezuela, 65 taladros. Vale decir 20 menos que los 85 que operaron en 2008. El edulcorado Ministro Ramírez, ha expresado que Venezuela marca records de actividad de taladros que superan los 250 taladros, operando para apoyar el Plan Siembra Petrolera, el cual, dicho sea de paso, prometía más 4 millones de barriles de producción para este 2009. En el momento de mayor actividad de PDVSA, habían 120 taladros activos para mantener una capacidad de producción propia de 2 millones 850 mil barriles diarios. Nos preguntamos, ¿A quién le cree usted, a Ramírez Carreño o a todos los demás informes y reportes disponibles?, ¿Lo de los taladros no les parece un cuento chino? Paremos de preguntar aunque todavía nos quedan infinitos tópicos que exigen aclaratorias, por ejemplo, la deuda de PDVSA; la venta de crudo a futuro; los prestamos chinos y japoneses; los términos y condiciones de los convenios firmados; la deuda de la entrega de crudo y productos a Cuba y demás países signatarios de Petrocaribe y otros; el flujo de caja; los atrasos en pagos a contratistas; los incumplimientos de contratos colectivos; su actuación en la tasa cambiaria y el mercado paralelo; el caso del maletín; los taladros chinos; los negocios internacionales; los pasivos laborales de los trabajadores ilegal e injustamente despedidos en 2002 y 2003; etc., etc., etc. En nuestra opinión, lo que sucede con la industria Petrolera, es además de grave, patético. Ciertamente en 1998, la empresa estatal estaba en un franco proceso de transformación para mejorar distintos aspectos operativos, gerenciales y financieros. Había conciencia de un cambio necesario y así se asumía. Hasta el 2002, el cambio ocurría, de manera lenta y hasta controvertida pero avanzaba. Lo ocurrido luego de 2002, sólo puede calificarse como una destrucción masiva y sistemática de una Industria básica y vital para Venezuela. No creemos que los venezolanos hayan tomado conciencia de la magnitud del daño. Esperemos con fe que la comprensión llegue antes que la devastación total ocurra.

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