¿Qué es violencia? Según una definición de la OPS (Oficina Panamericana de la Salud), una relación es violenta en la medida en que se provoca a otra persona, un grado significativo de dolor y sufrimiento que puede ser evitado. La violencia no es una agresión casual, sino agresiones en el contexto de una relación de abuso. Por eso, sólo puede entenderse la violencia hacia la mujer en la intrincada trama de relaciones de subordinación de género, todavía vigentes en nuestras sociedades. Violencia conyugal La mujer que sufre violencia conyugal es la que ha recibido por parte de su compañero, con quien mantiene relaciones íntimas estando o no legalmente casada, abuso físico, psíquico y/o sexual; a quien se le ha impedido realizar acciones que deseaba o se le han impuesto otras que no deseaba, todo ello en una sociedad que lo avala. Muchas veces, la mayoría de las mujeres que sufren maltrato por parte de su pareja, se mantienen en esta situación durante años, sin realizar ninguna denuncia. Si eventualmente lo hacen, luego se retractan por diferentes motivos. Generalmente expresan: ¨Me da pena¨, ¨Es que lo quiero¨, ¨Si no fuera por los niños¨, ¨No tengo dónde ir¨, ¨ De qué vamos a vivir?¨, ¨Le tengo miedo¨, etc. Esto sucede por una disminución de autoestima, la falta de seguridad en sí misma y la gran necesidad de afecto y valoración que sufre la mujer golpeada. Si bien estos miedos podrían ser superados con una intervención psicológica y judicial adecuadas, es necesario en primer lugar, comprender la situación de la mujer agredida, escuchar sus vivencias y ayudarla a que, de a poco, vaya recuperando estos valores. Cada mujer tiene una historia diferente, por eso es necesario escuchar y comprender la situación de cada una en particular. Sin embargo, todas las mujeres que padecen una situación de maltrato suelen presentar un ¨Síndrome de la mujer maltratada¨, correspondiente a un conjunto de síntomas que se manifiestan en forma más o menos intensa según cada caso. El síndrome del que hablamos presenta tres fases: la fase de tensión, la fase de agresión, y la fase de conciliación o arrepentimiento. La fase de tensión - Se caracteriza por un aumento gradual de tensión, manifestada en actos que incrementan los conflictos en la pareja: insultos, abuso físico, etc. La pareja maltratadora expresa insatisfacción y hostilidad. La mujer intenta calmar, complacer o, al menos, no hacer aquello que le pueda molestar a su cónyuge o conviviente, lo que fomenta la falsa creencia de que ella puede controlar la agresión. Por el contrario, esto seguirá aumentando, ella será incapaz de continuar ¨controlando¨ ese comportamiento hostil y se dará curso a la agresión. La fase de agresión - Se producen abusos físicos, sexuales y psíquicos. Algunas veces la mujer precipita esta inevitable explosión de violencia para poder controlar dónde y cuándo ocurre, de manera que ella pueda tomar medidas o precauciones para minimizar sus heridas y su dolor. Esta fase aguda finaliza cuando el agresor detiene el abuso, obteniendo al mismo tiempo una reducción física de la tensión vivida anteriormente. La fase de conciliación - Es la etapa en la cual el maltratador se excusa y se arrepiente, llora, se arrodilla, pide perdón, trata de ayudar a su víctima, le muestra consideración y remordimientos con regalos o promesas de cambio, o que no se volverá a repetir. Provee el refuerzo positivo para que la mujer se mantenga en la relación; no hay tensión ni violencia, y le permite ver el ¨lado bueno¨ de su pareja, creyendo que ella puede ayudar a cambiarlo. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la fase de tensión se repite más, y la de conciliación se reduce. Después de la agresión surge cada vez más tensión y menos conciliación. Es cuando algunas mujeres reconocen a su pareja como agresor, sienten que tienen un problema y buscan ayuda. Hasta este momento, pueden haber transcurrido muchos años. Si este ciclo no se interrumpe a tiempo, las agresiones se repetirán con más frecuencia y mayor intensidad, por lo tanto, con mayor gravedad y riesgo para la mujer, terminando muchas veces con su propia vida. Las mujeres maltratadas se van ¨ajustando¨ y respondiendo al comportamiento violento de su pareja, porque sienten y piensan que no hay otra salida posible.
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