martes, 5 de agosto de 2008

Izquierda en Latinoamérica: ¿Una esperanza frustrada?


Por: Claudio M. de Rosa - Columnista de LA PRENSA GRÁFICA opinion@laprensa.com.sv - El nivel de aceptación de los gobiernos de izquierda, que irrumpieron como esperanza de cambio, se desvanece y comienza a quedar solo como una oferta populista que no logró materializarse. Es algo que debemos evaluar a fondo. La izquierda latinoamericana retomó el liderazgo en los 2000, después de más de una década de gobiernos de derecha, que lograron revertir la debacle socioeconómica de los ochenta, que establecieron programas sociales importantes y sentaron fundamentos macroeconómicos sólidos. Pero, la percepción que el progreso se había concentrado en unos pocos y no en las grandes mayorías causó sentimientos de malestar ante condiciones consideradas como injustas. Esto sirvió a los partidos de izquierda, que bajo la bandera del cambio y de la esperanza prometían revertir las inequidades. El triunfo de la Coalición en Chile con Patricio Alwyn en enero de 1990 abrió el paso a una izquierda moderada y culta, que derrotó al candidato de Pinochet con un 55.2% de los votos. Así comienza el ciclo de la Concertación que elige a otros tres presidentes, incluyendo a Michelle Bachelet, que derrotó a Sebastián Piñera con el 53.5% de los votos, en segunda vuelta, para asumir la presidencia en marzo de 2006. Según el “Iberobarómetro 2008” , recientemente publicado, Bachelet, que llegó hasta 71% de aprobación en 2006, cayó a 26% en 2008. Divisiones, acusaciones de incapacidad y corrupción, entre otros, han minado la aceptación de la izquierda, que hoy se divide y da esperanzas a la derecha chilena. La segunda señal que Latinoamérica se desplazaba a la izquierda vino de Venezuela, al elegir a Hugo Chávez, quien asumió el poder en febrero de 1999, y logra tener el 70% de apoyo de los ciudadanos, cuando aprobaron las reformas a la Constitución que él propuso. Pero ya en diciembre de 2007 sus propuestas de reformas fueron rechazadas, por estrecho margen, en un resultado inesperado. El “NO” obtuvo 51.1% y el “SÍ” el 48.9%, un golpe político a Chávez, que reconoció y felicitó la victoria de la oposición, bajo presiones del sector militar, diciéndole a la oposición: “Sepan administrar su victoria... (que) es una victoria de mierda y la nuestra, llámenla derrota, pero es de coraje”. Hoy la aprobación de la gestión de Chávez sigue a la baja y según el Iberobarómetro, cae a 47%, perdiendo 23 puntos de aprobación desde su máximo nivel. Caso contrario, Ignacio Lula da Silva, que fue elegido en octubre de 2002, con el 51% de los sufragios, mantiene en 2008 una aceptación de 54%. Es un presidente de izquierda, democrático y que ha conducido su política económica fundamentada en principios de mercado con profundas bases neoliberales. Evo Morales ganó las elecciones presidenciales en diciembre de 2005 con el 53.7% de los votos. Pero, el apoyo a Morales se ha evaporado, en tanto que el país está en medio de una situación que lo mantiene al borde de una división interna, con amenazas de gobiernos autonómicos en siete de los nueve departamentos, que no desean obedecer ni seguir las propuestas de corte socialistas del gobierno central. Así es como la proporción de aprobación de su gestión se desploma de 61% en 2006 a 35% en 2008. Por su parte, en la administració n de Rafael Correa, que asumió el gobierno de Ecuador en enero de 2007 y que llega a tener el apoyo del 81.7% de los ciudadanos en el referendo de abril de 2007, el apoyo ya se reduce a menos de un tercio de la población.
La izquierda que comenzó a posicionarse en Argentina, con el triunfo de Néstor Kirchner, quien en segunda vuelta debía enfrentar a Carlos Menem en mayo de 2003. Esta elección no se llevó a cabo, en tanto que los sondeos previos indicaban que entre 60% y 70% de la intención de voto favorecía a Kirchner, lo que llevó a Menem a renunciar a este proceso y evitar una derrota humillante. Sobre la imagen de su marido, en octubre de 2007, Cristina Fernández de Kirchner gana en primera vuelta con el 45.3% de los votos, una de las victorias más holgadas desde el retorno de la democracia en 1993. Sin embargo, el nivel de aprobación de su gobierno se desploma en menos de un año, para quedar entre las de menor aceptación en Latinoamérica.
En noviembre de 2006, Daniel Ortega ganó la presidencia con el 38% de los votos, gracias a la división de la derecha. Sin embargo, un año y medio más tarde, el nivel de aprobación se ubica por debajo de 29%. El nivel de aceptación de los gobiernos de izquierda, que irrumpieron como esperanza de cambio, se desvanece y comienza a quedar solo como una oferta populista que no logró materializarse. Es algo que debemos evaluar a fondo.

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