martes, 5 de agosto de 2008

Cuatro soles que chillan


Por: Humberto Seijas Pittaluga - Para empezar, dejemos claro dos cosas. Primero, el Libertador nunca usó más de tres soles sobre sus charreteras. Ni siquiera en lo más alto de su trayectoria, cuando era simultáneamente Presidente de Colombia y Dictador del Perú, se le ocurrió al Padre de la Patria ponerse un sol más para diferenciarse de otros compañeros de lucha que tenían el mismo grado -el cual no habían obtenido a cuenta de hermanas buenas, ni de francachelas palaciegas, sino después de sangrientos combates. No lo necesitaba; su gloria lo encumbraba y él estaba muy por encima de guindalajos y quincalla. Por eso, sus decretos los encabezaba con: "Simón Bolívar (...), General en Jefe de sus ejércitos". Segundo, el que en Venezuela haya sólo tres grados de general se debe a un decreto del mismo Bolívar. En el año 13, para diferenciar su ejército del realista, redujo a tres los cuatro grados que tenían los españoles. Y le cambia los nombres. Ya los nuestros no serán más: "brigadier", "mariscal de campo", teniente general", o "capitán general", como era en España, sino "general de brigada", "general de división", o "general en jefe" Sólo Venezuela tiene esa nomenclatura; todos los demás hispanoparlantes tienen variantes del sistema heredado de España. Pero, claro, el Frenético necesitaba, por un lado, diferenciarse de los trisoleados hechos de su mano, todos ellos de triste recordación. Y, por el otro, salir de parejero a tratar de equipararse con el barbudo de sus amores, cuyo grado es, adivinen: "comandante en jefe". La Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas de 1983 -la última que fue elaborada, aprobada y promulgada de forma seria en esta materia- y suplantada después por un par de versiones para complacer el ego de Tuco Mandante, establece en su Art. 182 que "en caso de guerra", el Presidente podrá ascender generales de división a general en jefe y que "tal ascenso sólo podrá otorgarse como recompensa a hechos de armas distinguidos". Después sigue el mismo artículo especificando que en tiempo de paz, con el voto de dos terceras partes de Senado, y por "méritos excepcionales" puede recomendar ascensos a ese grado. Pero, si ya no existe el Senado, y si la asamblea de focas aplaudidoras que se emasculan a ellas mismas nunca ha hecho ese tipo de propuesta, ¿cómo pudo, legalmente, concederse esos ascensos? Si eso es así, ¿cómo puede otorgarse ícuatro soles! a alguien que nunca se distinguió en combate? A alguien que, por el contrario, se quedó escondido en el Museo Militar mientras mandada a los demás a poner en riesgo el pellejo. Porque el tipo es una fiera en cuanto a exponer la vida, pero la de otros. Otro acto suyo de "valentía" fue el que llevó a cabo después del pedimento del Alto Mando de su renuncia: fue a entregarse, entalcadito y envaselinadito a los generales que estaban en Fuerte Tiuna. Y no esperó ni que se lo ordenaran para correr a montarse en el helicóptero que se lo llevaría a La Orchila. Otros actos meritorios ordenados por él pero ejecutados por sus subalternos fueron: acabar a sangre y fuego las manifestaciones de quienes protestaban en la avenida Libertador ; sacar de sus casas, de madrugada, a las esposas y los hijos de los petroleros; y arrojar violentamente contra el suelo a las señoras valencianas que protestaban en los depósitos de la Polar y el aeropuerto. Vuelvo y pregunto, ¿cómo es que de un solo langanazo el tipo intenta saltarse cuatro grados y arrogarse un grado que, según la Carta Magna no es tal. Porque, según " la mejor Constitución del mundo", lo de dirigir la Fuerza Armada debe hacerlo con "carácter" de "Comandante en Jefe" no con un "grado". Es que la megalomanía y la falta de sentido del ridículo lo avasallan. No tuvo siquiera el pudor de ordenarle a sus sigöies de la Genuflexa que hicieran una ley que lo ascendiera para, luego, mostrarse sorprendido pero obediente del mandato. No, él mismo se fabricó su ley por la vía habilitante. Al actuar así, ¿qué lo diferencia de aquel peculiar Bokassa, el negrito que después de dar un golpe de estado y autoproclamarse Presidente Vitalicio de la República Centroafricana , se hizo proclamar Emperador. Nada. En esas acciones contra la decencia y la Ley que lleva a cabo por el exacerbado amor que siente por sí mismo, cuenta con la anuencia y el aplauso de áulicos chupamedias como la Cilia, Maduro, Arias Cárdenas, Chaderton y otros. Pero, más importante, con la visión sesgada de la Sala Constitucional que capitanea Luisa Estella. Grupo que desde ya se va a hacer el loco con los recursos que intenten los que dicen que esas 26 leyes son nulas porque fueron publicadas fuera del lapso que tenía legalmente. Es más: a la hora de escribir esto no habían aparecido en la Gaceta.

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