lunes, 4 de agosto de 2008

Cristianismo y fascismos "Iglesia Católica‘’

Pío XI - Pío XI y el entonces cardenal Pacelli (futuro Pío XII) inauguran Radio Vaticano en 1931.Es muy controvertido el papel de la Iglesia católica al respecto. La intervención de los católicos en política había dado origen a partidos confesionales católicos como el Zentrum (Partido del Centro o Centro Católico de Heinrich Brüning en Alemania, con especial presencia en Baviera, donde tuvo una escisión, el Bayerische VolksPartei (Partido Popular de Baviera), y el Partito Popolare Italiano (Partido Popular Italiano de Don Sturzo y Alcide De Gasperi); ambos reprimidos por nazis y fascistas respectivamente. En Italia, el Vaticano promovió la sustitución de la militancia en el prohibido Partito Popolare por la de Acción Católica, cuya finalidad política era más discreta. Más adelante, el deseo de Mussolini de prohibir ésta fue frustrado por la encíclica papal Non Abbiamo Bisogno (No tenemos necesidad, 1931). El mismo papa, Pío XI, que había condenado el agnosticismo de Maurras (1926), e incluso excomulgado a los miembros de Action Française (1927), tuvo no obstante una relación pública con Mussolini que podía verse como cálida (Pactos de Letrán, calificación de hombre enviado a nosotros por la Providencia, petición de voto a los fascistas en las elecciones de 1929), al tiempo que condenaba en la encíclica Dilectissima nobis el laicismo agresivo de la Segunda República Española; aunque se ha llegado a encontrar un apunte suyo en un diario secreto describiendo su oposición íntima a nazismo y fascismo. Pío XII siempre se ha visto como un personaje más tibio, menos expansivo y más contemporizador. Especialmente sus relaciones con Alemania (que conocía bien por haber sido allí nuncio apostólico) se han llegado a calificar de complicidad, especialmente por no condenar de modo claro el régimen nazi y la persecución de judíos desde un primer momento. No obstante, su encíclica Mit brennender Sorge (Con viva preocupación, de 14 de marzo de 1937), que se leyó en las 11.000 iglesias católicas alemanas, contiene una alusión en términos genéricos a cuestiones que pueden interpretarse como alusiones al fascismo, nazismo o totalitarismo equiparándolos con la idolatría: Todo el que tome la raza, o el pueblo, o el Estado, o una forma determinada del Estado, o los representantes del poder estatal u otros elementos fundamentales de la sociedad humana y los divinice con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios. La identificación de Pío XII y la iglesia católica española (sometida a una violentísima represión que llegó a calificarse de persecución religiosa) con el bando sublevado en la Guerra Civil Española (calificada de Cruzada) y el régimen franquista posterior fue explícito (Carta colectiva de los obispos españoles, Concordato español de 1953), llegándose a acuñar el término nacionalcatolicismo para definir uno de sus rasgos ideológicos y una de las principales familias que le sustentaban. También se levantó la excomunión a Action Française (1939). Entre tanto, importantes intelectuales franceses católicos anteriormente cercanos a ese movimiento, como Georges Bernanos y Jacques Maritain, se habían distanciado de él y pasaron a oponerse al fascismo. La postura del Vaticano en la Segunda Guerra Mundial comenzó por una débil condena de la invasión de Polonia (país fuertemente católico) que los aliados consideraron demasiado cautelosa. El mantenimiento de una postura neutral y los intentos de mediación fueron interpretados como un apoyo oculto a Alemania, al marginar en ellos a Estados Unidos y la Unión Soviética. Tras la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, muchos criminales de guerra huyeron a Suiza y a Argentina con la ayuda de religiosos católicos (algunos con pasaportes del Vaticano y disfrazados de sacerdotes). Como también la iglesia católica ayudó a judíos, y personas de todas las nacionalidades recibieron salvoconductos, se especula con que el Vaticano tuviese algún conocimiento respecto a la situación de las minorías religiosas y étnicas dentro de Alemania e Italia antes del final de la guerra, a diferencia de otros gobiernos aliados. Tal situación se ha considerado en algunos casos como ejemplo de una actitud de la Iglesia comprometida con los perseguidos; en otros casos se ha criticado que, teniendo noticia de las atrocidades que se cometían, no condenase expresamente los regímenes nazi y fascista durante la guerra. En 1998 el papa Juan Pablo II realizó una autocrítica de la postura del Vaticano ante el Holocausto, pidiendo perdón; aunque defendió a Pío XII, cuyo proceso de beatificación inició al mismo tiempo. Iglesias protestantes - Dietrich BonhoefferLa actitud de los cristianos bajo el nacionalsocialismo, tanto los católicos como los protestantes, fue particularmente delicada. Entre los pastores luteranos hubo muchas adhesiones —3.000 de entre 17.000— a los pronazis Deutsche Christen (Cristianos Alemanes, 1932) y la Deutsche Evangelische Kirche (Iglesia Evangélica del Reich, 1933) dirigida por el obispo Ludwig Müller. Se intentaba conseguir una Positives Christentum (Cristiandad Positiva) que purgase el Cristianismo de influencias judías. Se aceptó la aplicación a los clérigos y sus esposas de la legislación de pureza racial aria. Otros mantuvieron una postura crítica (Dietrich Bonhoeffer fue encarcelado por su oposición y más tarde ejecutado por considerarle relacionado con el atentado contra Hitler de 1944), especialmente el movimiento conocido como la Bekennende Kirche (Iglesia Confesante, 1934); y muchos un distanciamiento prudente. Es famosa la respuesta de uno de sus miembros, Martin Niemöller, a la pregunta de cómo pudieron consentir la ascensión del nazismo: Primero vinieron por los comunistas, pero como yo no era comunista no levanté la voz. Luego vinieron por los socialistas y los sindicalistas, pero como yo no era ninguna de las dos cosas, tampoco alcé la voz. Después vinieron por los judíos, y como yo no soy judío, tampoco levanté la voz. Y cuando vinieron por mí, ya no quedaba nadie que alzara la voz para defenderme. Pervivencia del concepto hasta la actualidad - Neofascismo - El fascismo en sus expresiones más tradicionales resurgió en las décadas de los 80 y 90 del siglo XX bajo los nombres de neofascismo y movimiento neonazi, que en sus formas más marginales reproduce la estética retro y actitudes similares (violencia juvenil callejera). Como movimiento político de presencia institucional, en Italia apareció después de la Segunda Guerra Mundial bajo la forma del partido político Movimento Sociale Italiano (Movimimiento Social Italiano, misinos), que en con el tiempo buscaría una presencia más asumible por el régimen político democrático bajo el nombre de Alleanza Nazionale (Alianza Nacional) y se redefinió como postfascista, llegando al gobierno italiano (Giancarlo Fini, bajo la presidencia de Silvio Berlusconi, 1994). Desde finales del siglo XX han aumentado las posibilidades electorales de los partidos que basan su propuesta política en distintas ofertas de dureza contra la inmigración y mantenimiento de la personalidad nacional. Además de en Italia, en varias democracias europeas la presencia de partidos de extrema derecha, o personalidades con un pasado nazi o fascista han llegado a ocasionar incluso problemas internacionales: fue el caso del escándalo por la llegada de Kurt Waldheim a la presidencia de Austria (1996) o la entrada en el gobierno del mismo país del Freiheitliche Partei Österreichs (Partido Liberal de Austria, FPÖ) de Jörg Haider en 1999. En los Países Bajos ocurrió un caso similar con la Lijst Pim Fortuyn (Lista Pim Fortuyn, LPF) en 2002. En Francia, la inesperada posibilidad de que Jean-Marie Le Pen (Front National, Frente Nacional) pudiera llegar a la presidencia de la República, llevó a una agrupación del voto de todo el espectro político de izquierda a derecha en su contra en las elecciones de 2002. Ultraderecha - El término extrema derecha se emplea en política para describir a personas o grupos que apoyan las posiciones de la derecha política, defendiendo de forma violenta sus ideas o siendo partidarios del uso de estos medios. Se suelen caracterizar por su defensa a ultranza de ideologías conservadoras, monarquistas o nacionalistas. La palabra se ha usado para describir a organizaciones de la más diversa índole, pero podemos encontrar en ellos algunos rasgos comunes: Exaltación de los valores que se consideran adecuados para la sociedad. En general, son movimientos que se sirven de los símbolos para su desarrollar su política. Suelen tener cierta tendencia militarista y de mantenimiento del orden y la seguridad por encima de cualquier otra cosa. Las políticas nacionalistas y expansionistas son muy comunes, puesto que muestran el poder que ha alcanzado la propia nación frente al extranjero decadente. Racismo: es una de las características más recurrentes de este tipo de movimientos. El nazismo, el gobierno de Mussolini en Italia y el Ku Klux Klan son algunos ejemplos. No obstante, muchos de los regímenes llamados de extrema derecha no han incidido mucho en estos aspectos. El franquismo y el pinochetismo no tuvieron política racista alguna. Conservadurismo: no debe entenderse con esto una defensa de los valores tradicionales. En la mayoría de los casos es así, pero existen algunos episodios históricos en los que ha sucedido todo lo contrario. Por ejemplo, la Alemania Nazi se caracterizó por la instauración de una moral y unos ideales neopaganos, que rompían con el cristianismo tradicional. Sin embargo, en este aspecto predomina la heterogeneidad y es difícil poder clasificar a un grupo como de extrema derecha sólo por ello. Han sido numerosos los grupos de extrema izquierda que han compartido con los de derecha la aversión hacia la homosexualidad, la prohibición del aborto o la defensa de una ferrea disciplina dentro de todos los ámbitos de la sociedad. Por otra parte, no existe ninguna tendencia económica clara entre estos grupos. Mientras algunos como el nazismo y el fascismo defendían cierta intromisión del estado en la economía, hubo otros totalmente liberales en lo económico, tal como el pinochetismo, e incluso algunos como el franquismo no tenían un programa definido y su política económica evolucionaba en función de las circunstancias. Existen también los defensores de la meritocracia.
Dentro del espectro de la extrema derecha se incluye a los grupos religiosos extremistas, sin importar el credo. En general, se trata de grupos contrarios a la separación Iglesia-Estado que pretenden instaurar sociedades teocráticas. Los únicos verdaderamente significativos son los fundamentalismos islámicos y los grupos ultraortodoxos de Israel que, paradójicamente, defienden, entre otras cosas, lo mismo: que el estado israelí no debe existir. Son teocráticos.
Existen grupos hegelianos que defienden que el orden instituido ha sido propuesto directamante por Dios y no se puede ni debe cambiar. Por ello defenderán la forma de estado existente por el mero hecho de que es la que se ha impuesto. Asimismo, serán defensores febriles de los sistemas económicos en que vivan, pudiendo apoyar desde una economía liberal hasta un sistema comunista. Fascismo de izquierdas - El concepto, tal como fue utilizado originariamente por Jürgen Habermas, designaba a los movimientos terroristas de extrema izquierda de los años 1960s. En la actualidad se ha extendido su uso, que en Estados Unidos se hace para calificar peyorativamente a cualquier ideología izquierdista y en los medios afines a Israel para hacer lo mismo con los críticos a este estado, de un modo similar al epíteto antisemita. Fundamentalismos religiosos - El surgimiento en la escena internacional del fundamentalismo islámico a partir de la revolución iraní (1979) y su extensión a otras repúblicas islámicas, así como al terrorismo internacional, ha puesto de manifiesto la posibilidad de un totalitarismo de corte religioso, que emplea técnicas violentas de algún modo comparables al fascismo; para calificarlo peyorativamente se ha venido utilizando el epíteto de islamofascismo, aunque tales movimientos ideológicos son bastante alejados entre sí. También es habitual señalar las similitudes con el fascismo de movimientos denominados fundamentalismo cristiano, que en algún caso se han llegado a denominar cristofascismo. Uso extendido del epíteto fascista -
El epíteto fascista se aplica con fines peyorativos de forma muy extendida el lenguaje coloquial, y muy frecuentemente también en todo tipo de literatura, sobre todo a efectos polémicos o descriptivos, más allá de su adecuación o no a una estricta correspondencia con la ideología o los regímenes políticos fascistas. Se asocia con las posturas políticas de extrema derecha y las ideas y actitudes racistas, intolerantes o autoritarias; y al desprecio por el diferente, el marginado, el que no qué piensa del mismo modo o las minorías.

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