lunes, 4 de agosto de 2008

CHÁVEZ no es Venezuela


Por: Francisco Alarcón - Las cuentas de este régimen seguirán siendo “abstrusas” hasta que finalice la “revolución”, sin que la “oposición” se haya preocupado mucho por develarlas, constituyendo otro de sus descuidos. Los viajes de Chávez no sabemos cuánto le cuestan realmente al estado venezolano, ni tampoco cuánto gasta en ellos. El último guarda características excepcionales con las adquisiciones y acuerdos con los rusos. Cuánto realmente habrá gastado, en principio se dijo que US$ 30.000 millones, casi el equivalente a nuestras reservas internacionales, versión que fue desmentida, cuando seguramente le recomendaron al presidente enmendara su grave error; la cantidad era muy grande en esta oportunidad, para “digerirse” de una sola vez. Luego terminó bajándose los pantalones y entregándole vida y corazón a los rusos a nombre de Venezuela. Ya los “proveedores” de Chávez deben irse dando cuenta que en este país en algún momento habrá cambios democráticos, y tendrán que aclarar cuentas con gente que si represente intereses nacionales. El fin de Chávez sigue siendo tratar de imponer la confrontación entre los venezolanos, vendiendo su versión antiyanqui, señalando de “malos” a sus detractores y a sus adictos de “buenos”. Esa estigmatizació n pudo haberle dado buenos resultados al principio con consecuencias nefastas para la nación, y en el ámbito internacional pareciera que vive un mundo previo al “Pacto de Varsovia”. Putin, también parece proclive a estas inclinaciones sometido a sus recuerdos por la URRS. Hay atisbos de una nueva “Guerra Fría”, siendo un juego peligroso donde Venezuela no tiene ningún pito que tocar. Chávez cada vez que viaja le pasa por encima a los mandatos constitucionales, igual que lo hace en el orden interno. Las compras consumadas aparte de no parecer estar rigurosamente registradas, obedecen a reacciones emocionales del jefe de Estado, sin que reciba siquiera la asesoría de especialistas militares o civiles. Prevalece una orgía extrema en todos los dictamines administrativos, y al final se impone lo que decida Chávez. En esta oportunidad tendieron a la corrección, viendo el descaro mayúsculo de lo que significa una adquisición de tal magnitud, de la misma manera percibió lo que representaría la oferta de nuestro territorio para establecer bases militares rusas. Sería aceptar un nuevo colonialismo para quien habla de “libertad” y exterioriza sus desavenencias con los EUA, el imperio del “mal”. Finalmente, someterse a los designios de alguien no pertenece a la idiosincrasia venezolana, sin entrar en disquisiciones, conociendo que Venezuela invariablemente es un socio de Norteamérica y no le ha ido del todo mal. Esos enamoramientos con Putin, China, Irán y otras naciones de credo distinto al nuestro, resulta peregrino para todos. Nada refractaria sino obsoleta es la visión de Chávez, conociendo sus planes ambiguos, “renunciando” a la FARC y promoviendo una revolución sin cauces ni sentido por Latinoamérica. Mientras, Venezuela sigue en su ruta de deterioro, y en el mejor de los escenarios vamos directos a la quiebra; entretanto Chávez hostiga, estimulando la división del pueblo, por supuesto con menos éxito que en oportunidades anteriores, siendo su decadencia y desgaste ostensible. Sin mensaje, sin exhortos nuevos se presenta ante sus correligionarios con promesas de corto alcance y frágiles. Posteriormente todo queda al descubierto. “La oposición”, el movimiento estudiantil y la disidencia en general no deben desaprovechar estos yerros continuos. Ni seguir permitiendo su maniqueísmo, donde sólo sus partidarios son los chicos buenos de la partida. Con una oposición seria y en permanente denuncia tanto en lo interno como en lo externo, pudieran alcanzarse avances significativos. Haciendo las denuncias incesantes y sólidamente sustentadas. Son tiempos de lucha resistida y de alertar a esos socios sablistas de Chávez en el exterior, sobre el verdadero sentir del pueblo venezolano, quien llegado el instante sólo reconocerá los compromisos lícitos.

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