jueves, 10 de abril de 2008

Pueblos hermanos


Por: Jorge H. Botero - El reciente concierto de paz en la frontera fue la apoteosis de la hermandad entre Venezuela y Colombia. El riesgo de guerra, así fuera remoto, fue suficiente para generar una gran movilización popular -"Bolivariana", en el mejor sentido de la expresión- en torno a la música, que es, por excelencia, vehículo propicio para generar hondos sentimientos de identidad. Queda entonces claro que entre nosotros, como alguna canción lo dice, las batallas son de almohadas y las guerras de flores.Hermanos somos pero, como suele suceder, más allá de ciertas afinidades básicas existen profundas diferencias, comenzando por las de nivel de ingreso y estructura económica. El ingreso promedio de nuestros vecinos es casi tres veces mayor, gracias, en lo fundamental, a su enorme riqueza petrolera, la cual genera cuantiosos recursos fiscales que pueden gastarse con generosidad, tanto para importar masivamente todo tipo de bienes, como para desarrollar ambiciosos programas sociales. Por estas razones, que no es posible alterar en el corto plazo, Venezuela tiene un desarrollo agropecuario incipiente; su aparato industrial es también más pequeño, en términos relativos, que el colombiano y de distinta naturaleza: se fundamenta en la producción de materias primas y bienes intermedios de la metalurgia y la petroquímica. Nuestra oferta industrial, por el contrario, se caracteriza por bienes de consumo masivo y otras manufacturas livianas.Estos marcados contrastes han tenido un impacto positivo en la dinámica comercial binacional. Debe, sin embargo, advertirse que el gobierno del Presidente Chávez, quien todavía tiene un largo mandato por delante, profesa convicciones económicas basadas en la autarquía productiva y en la asignación de un papel preponderante al Estado como planificador de la producción y empresario. A mediano plazo, esta estrategia constituye una amenaza incuestionable para Colombia que tiene hoy en Venezuela su segundo mercado de exportación, en especial de bienes manufacturados. Tonto sería creer que un buen clima de relaciones diplomáticos, tan conveniente por cierto, altere estos prospectos negativos. Hay quienes creen que al final de la era Chavista, Venezuela se convertirá en una economía en la que el liderazgo corresponda al sector privado. Quizás no. El "socialismo del siglo XXI" es el resultado de una convicción ideológica, pero, también, de una tendencia espontánea que deriva del carácter colectivo de la fortuna petrolera. La suma de ambos factores tiene un profundo impacto en la formación de la opinión pública. Según la última encuesta de Latinobarómetro, sólo el 49 por ciento de los venezolanos cree que la economía de mercado sea el mejor sistema para el país (por contraste con el 74 por ciento de los colombianos) . Que Venezuela no tenga éxito con su modelo estatista, como no lo tuvieron la Unión Soviética y sus satélites, puede convenir a Colombia. Nadie en mejor posición para surtirla de alimentos, vestuario, insumos de la construcción, muebles, productos de papel y cartón, etc. Los recientes abrazos entre los presidentes Chávez y Uribe en Santo Domingo, y la consecuencial normalización de las relaciones diplomáticas, no implican la superación de graves problemas de seguridad nacional allá y aquí. La creciente presión militar de Colombia contra las Farc, inevitablemente las desplaza hacia la frontera, en especial si al otro lado son vistos con simpatía. La información extraída del computador de "Raúl Reyes" puede generar graves tensiones; sería absurdo desconocer las aprehensiones de Venezuela por una operación, semejante a la realizada en el Ecuador, en su propio territorio.Una agenda tan compleja requiere diplomacia de primer nivel. Por lo que a nosotros respecta, me parece indispensable fortalecer el papel del Canciller, tomar la iniciativa, cuando corresponda, ante los organismos internacionales -OEA Y ONU- mantener al tanto a actores importantes y cercanos -Brasil, México, Perú, Chile- y una rigurosa disciplina en las comunicaciones: quien dice qué, cómo y cuándo.

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