lunes, 7 de abril de 2008

EL RETO de los jóvenes


Por: Julio César Arreaza B. - El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa hubiese cumplido el 14 de marzo próximo pasado, 106 años. Murió a la edad de 91 años en 1993. Junto al padre de la Democracia, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y otros jóvenes, se dedicaron a recorrer, con recursos propios y limitados, los caminos de la Venezuela profunda, para fundar el partido del pueblo, Acción Democrática, instrumento de cambio y redención social. Con pensamiento claro, vigoroso y trabajo constante, se constituyeron en la vanguardia de las luchas libradas contra las rémoras del autoritarismo, para instaurar un régimen de libertades públicas, capaz de brindar educación y salud a las mayorías analfabetas, con el fin de hacerlas responsables de su destino. En su andar intenso por la geografía nacional, ayudaron a establecer una modesta casa del Partido en cada caserío, aldea o rincón del país. Todos hemos saludado con optimismo, la irrupción del movimiento estudiantil y su incorporación a la lucha por la democracia, la libertad y los derechos humanos. No obstante, sentimos la necesidad de llamar la atención sobre ciertos comportamientos de varios de sus dirigentes, con la intención de no quedarnos en la vana complacencia de la crítica, sino más bien fomentar un cambio de actitud, orientado a afirmar el valor de su liderazgo en la difícil hora nacional. Algunos de ellos se han constreñido básicamente a realizar un trabajo mediático de relumbrón, lucen deslumbrados ante las luces de los flash de las cámaras de TV y se olvidan del trabajo de promover el cambio, que les corresponde, a veces tedioso pero productivo, adentrándose en las comunidades de base. Esto resulta más afín con los ideales, retos y espíritu de transformación que animan a los jóvenes auténticos. Qué hacen algunos dirigentes dictando conferencias en Nueva York, cuando su presencia es más requerida en Carúpano o Aragua de Barcelona. No cedan a la tentación de los 15 minutos de fama del ilusorio y pasajero encumbramiento de los medios, no se dejen corromper y sobar el ego, con chóferes, viviendas para pernoctar en Caracas, escoltas y ofrecimientos para ser candidatos de Alcaldías complicadas, para las cuales no reúnen todavía ni experiencia ni meritos. Lo primero es el trabajo social y político, y seguirse preparando para desempeñar las posiciones públicas que se irán ganando a punta de galones. La sociedad democrática debe cuidar a su vanguardia juvenil, motor e inspiración para las grandes luchas, no dejarlos rodear de privilegios y facilidades económicas que al final del día desdibujan sus roles, los burocratiza, quema y corrompe. Los estudiantes no son ningunos muchachitos, deben discernir sobre su papel histórico. Valga la ocasión de los 106 años del natalicio del maestro Pietro, para evocar su vigente magisterio y compartir algunas de sus máximas. “Todos debemos aprender de los demás y enseñarles lo aprendido. Quien no sea capaz de aprender no puede enseñar". El joven debe empinarse siempre para ser constructor y renovador de la sociedad. Cada uno de nosotros debe mantenerse joven de mente, espíritu y acción social. El maestro es líder por excelencia y tanto él como el político tienen una relación de vinculación en su alta función política y ético moral. La prudencia debería ser una de las virtudes del político. Por encima de toda virtud predomina la bondad. Saber escuchar a los demás es una virtud y una necesidad para todos, empezando por los maestros y los políticos, gobernantes, líderes y dirigentes. Bolívar, en su iluminada acción, nos dio las mejores muestras del gobernar democrático, y nos pone a pensar sobre el daño que hace lo contrario. El liderazgo de un político gobernante o de cualquier otro debe ser democrático, colectivo, plural y nunca personalista, individualista, autocrático, autoritario. Mientras el auténtico político es virtuoso, el falso o seudo político, no lo es. En la realidad venezolana el segundo es en la práctica un comerciante de la política. Las crisis en una sociedad, como la venezolana, las resuelve ella misma con sus propias reservas y mediante la única vía democrática: la del voto. La educación es para todos y de todos, para la familia, el Estado y la sociedad. Dudar es un camino en la búsqueda de la verdad, de una creencia o convicción. Las ideas que tengamos hay que expresarlas.

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