miércoles, 29 de junio de 2011

José Gregorio



José Gregorio Hernández Cisneros, OFS (Isnotú, Trujillo, 26 de octubre de 1864 - Caracas, 29 de junio de 1919), fue un médico y científico venezolano, solidario con los más necesitados, tanto que muchos latinoamericanos lo consideran santo a pesar de no haber sido canonizado por la Iglesia Católica. Murió de forma trágica, al golpearse la cabeza con el borde de la acera a consecuencia de un impacto con un automóvil, en la esquina de Amadores, La Pastora, Caracas, Venezuela, pueblo hoy integrado en Caracas. Sus restos reposan en la iglesia parroquial de La Candelaria de esta ciudad, después de estar por mucho tiempo en el Cementerio General del Sur. Era la tumba más visitada de dicho cementerio. Actualmente está en proceso de beatificación y canonización, logrando en el año 1986 que el papa Juan Pablo II lo declarara "venerable". Infancia - José Gregorio nació en Isnotú, una pequeña localidad ubicada en el estado de Trujillo (Venezuela), en la cordillera Andina, en el occidente del país, siendo el primero de seis hermanos, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla, de ascendencia colombiana y española (canaria) respectivamente. Toda su infancia la pasó en su pueblo natal, pues su padre era dueño de un comercio en la localidad, posición bastante elevada para el momento. A los trece años de edad, José Gregorio manifestó a su padre su deseo de estudiar la carrera de derecho; sin embargo, su padre le convenció para que estudiara medicina. Para ello tuvo que trasladarse a la ciudad de Caracas para realizar el bachillerato. Al llegar a la capital, inició sus estudios en el Colegio Villegas, uno de los centros más prestigiosos de la época, dirigido a la sazón por Guillermo Tell Villegas. Durante su estancia en este colegio, el joven José Gregorio entabló amistad con el director y su esposa. Estudios en Europa - El 28 de junio de 1888, Hernández recibe el título de medicina en la Universidad Central de Venezuela; luego de graduarse, el Gobierno de Venezuela le otorga una beca que le permite viajar a París, con el objetivo de profundizar su conocimiento en áreas más aplicadas de la medicina que, para entonces, no eran bien conocidas en el país. En noviembre de 1889 ya se encontraba cursando estudios en el laboratorio de histología de Mathias Duval. Durante dichos estudios, José Gregorio profundiza en las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología y Fisiología Experimental, entre otras. Terminados sus estudios en esa ciudad, solicita permiso y se traslada a Berlín para estudiar histología y anatomía patológica y seguir un nuevo curso de bacteriología. Culminados sus estudios, Hernández regresa a Venezuela a fin de ingresar como profesor en la Universidad Central de Venezuela en Caracas; además, aprovecha para traer valiosos equipos médicos al Hospital Vargas. A él se debe la introducción del microscopio en Venezuela. Carrera profesional - En 1891, Hernández regresa de Europa y, en el mes de noviembre de ese año, comienza su actividad como docente en las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología, de la Universidad Central de Venezuela (UCV), convirtiéndose en el fundador de ambas. Además, al concluir sus estudios de postgrado en París y Berlín, le fue delegada la responsabilidad de adquirir con recursos del estado venezolano los materiales necesarios para instalar el Laboratorio de Fisiología Experimental de Caracas, así como la adquisición de la bibliografía que fuera necesaria para la apertura de las cátedras mencionadas en la UCV. Por otra parte, a Hernández se debe la introducción del microscopio en Venezuela, del que además enseñó su uso y manejo. También introdujo otros muchos instrumentos científicos que trajo de Francia, como atestigua su compañero, el doctor Augusto Pi Suñer. El 14 de septiembre de 1909 es nombrado profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, la cual funcionó anexa al Laboratorio del Hospital Vargas, y de la cual se encargó hasta la creación de la cátedra de Anatomía Patológica de la Universidad Central, con asiento en el Instituto Anatómico, y que fue regentada por el doctor Felipe Guevara Rojas, en 1911. Por otra parte, fue el fundador de la cátedra de Bacteriología, la primera de esta disciplina que se fundó en América, y la primera persona en Venezuela en publicar un trabajo de dicha disciplina (Elementos de Bacteriología, 1906). Es considerado el impulsor y pionero de la verdadera docencia científica y pedagógica en Venezuela, basada en lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, la experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio. También coloreó y cultivó microbios e hizo conocer la teoría celular de Virchow. Por otra parte, es destacada su faceta como fisiólogo y biólogo, conociendo a fondo la física, la química y las matemáticas, ciencias básicas y trípode fundamental sobre la que reposa toda la dinámica animal. Su labor docente fue interrumpida en dos ocasiones. La primera, cuando decide hacerse religioso y entrar en el monasterio de la orden de San Bruno en La Cartuja de Farneta, a la cual llegó el 16 de julio de 1908, y de la que regresó el 21 de abril de 1909, reincorporándose en mayo de ese mismo año a sus actividades académicas en la Universidad. La segunda vez que interrumpió sus actividades docentes fue a partir del 1 de octubre de 1912, cuando el gobierno dictatorial del general Juan Vicente Gómez decreta el cierre de la Universidad, ya que esta se había situado en contra de su régimen. Sin embargo, restablece su actividad docente en enero de 1916, tras la fundación de la Escuela de Medicina Oficial, que funcionó en el Instituto Anatómico. Hubo otra corta interrupción, pero esta vez sin apartarse del ámbito académico, ya que en 1917 viaja a las ciudades de Nueva York y Madrid para realizar estudios, quedando provisionalmente a cargo de sus cátedras el doctor Domingo Luciani. Reinicia su actividad docente el 30 de enero de 1918, hasta se muerte, atropellado por un automóvil, el 29 de junio de 1919. Valoración de su obra - Hernández es autor de trece ensayos científicos sobre diversas disciplinas, ampliamente reconocidos por la Academia Nacional de la Medicina, de la cual fue fundador. Su trabajo reviste significativa importancia por su capacidad como clínico de someterse al rigor del método anatomoclínico que la escuela francesa había llevado hasta el cénit en su aplicación (como en los casos presentados por Hernández sobre tuberculosis, pneumonía y fiebre amarilla), por su capacidad de manejar los recursos derivados de las técnicas complementarias de diagnóstico (los datos de la histología patológica, de la bacteriología, de la parasitología y de la fisiología) para lograr una cabal interpretación de los procesos patológicos presentes en el paciente y por su capacidad para crear hipótesis novedosas (los datos de hematimetría en los sujetos de nuestro medio, la descripción de una nueva forma de angor pectoris de origen palúdico). Personalidad y legado. Era conocido como un profesor culto (hablaba español, francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico, filósofo y poseía profundos conocimientos de teología), exigente y se caracterizaba por la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes profesorales. Formó una escuela de investigadores, quienes despeñaron un papel importantísimo en la medicina venezolana. Discípulos de Hernández fueron, entre otros, el doctor Jesús Rafael Risques, quien fue su sucesor en la cátedra de Bacteriología y Parasitología, y Rafael Rangel, considerado como el fundador de la parasitología nacional. En cuanto a sus creencias, era profundamente católico, condición que nunca entró en conflicto con su labor científica, como apunta el doctor Juan José Piugbó: «Su faceta religiosa con todo lo encomiable que sea considerada en el plano místico, no debe opacar el inmenso aporte que realizó a la ciencia médica venezolana». Relación con la Iglesia católica. Vida religiosa - A pesar de no ocupar algún cargo dentro del clero de la Iglesia católica, José Gregorio era un ferviente creyente del catolicismo. En 1907, decidió abocarse a la vida religiosa y, luego de discutir el caso con el arzobispo de Caracas, monseñor Juan Bautista Castro, envía una carta al prior de la Orden de San Bruno en La Cartuja de Farneta. cerca de Lucca (Italia). Por su parte, monseñor Juan Bautista Castro también envía una carta de recomendación al prior, en donde le solicita la admisión de José Gregorio a la orden. En 1908, es admitido en el monasterio de clausura, tomando el nombre de Hermano Marcelo. Sin embargo, nueve meses después de su ingreso, enferma de tal manera que el Padre Superior dispone su regreso a Venezuela para su recuperación. Llega a Caracas en abril de 1909, y ese mismo mes recibe permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, aunque durante mucho tiempo sigue anhelando la vida monacal. Transcurridos tres años, decide intentarlo de nuevo y, esta vez, se embarca para Roma con su hermana Isolina. Ingresó en los cursos de Teología en el Pontificio Colegio Pio Latino Americano, pensando así prepararse para el monasterio. Pero una vez más sus planes se vieron frustrados por la enfermedad: una afección pulmonar que le forzó a retornar a Venezuela. Beatificación - Por sus acciones y su ejemplo de conducta cristiana, los católicos venezolanos veneran a Hernández, pidiéndole favores y atribuyéndole milagros, hecho por el cual la Iglesia católica venezolana inicia en el año 1949 el proceso de beatificación y canonización, conducido por el arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo de Castillo ante el Vaticano. Luego de iniciado el proceso, y completados los primeros casos, el Hernández es nombrado “venerable” por el papa Juan Pablo II el 16 de enero de 1986 y se inicia el próximo paso, que lo llevaría a la beatificación. De completarse el proceso, se convertiría en el primer santo de procedencia venezolana. A los obispos auxiliares, los presbíteros y diáconos, los religiosos y religiosas y a todo el pueblo fiel que peregrina en Caracas: El Dr. José Gregorio Hernández es, sin lugar a dudas, la figura más resaltante del siglo XX venezolano. Científico notable y cristiano ejemplar, el Dr. Hernández supo combinar su actividad de médico, docente e investigador con la más profunda caridad y actitud de servicio a todos, especialmente a los más pobres. Su vida fue un testimonio evidente de santidad, a tal punto, que cuando la perdió en un trágico accidente, el 29 de junio de 1919, el pueblo caraqueño exclamó espontáneamente: ¡Ha muerto un santo! Esta fama de santidad se propagó después de su muerte. Por eso el Arzobispado de Caracas inició la Causa de Beatificación y Canonización en 1948. Desde entonces, sólo lo distancia de la beatificación y, por lo tanto, de la posibilidad de rendirle culto en los altares, la comprobación de un milagro. A lo largo de estos años se han iniciado varios procesos sobre presuntos milagros, pero hasta ahora, no han llegado a feliz término.
Exhortación de Mons. Ignacio A. Velasco G., arzobispo de Caracas, para pedir se intensifique la oración por la pronta beatificación de José Gregorio Hernández.
Oración
Para pedir por la pronta Beatificación del Doctor José Gregorio Hernández Oh, Dios misericordioso, Que te has dignado escoger al Venerable Dr. José Gregorio Hernández Para que, movido por tu gracia, Practicara desde niño las más heroicas virtudes, En especial una Fe ardiente, una Pureza angelical Y una Caridad encendida, Siendo ésta la escala por la cual su alma voló a tu divino encuentro Cuando recibiste el holocausto de su vida, Concédenos que brille pronto sobre su frente la aureola de los santos, sí es para tu mayor gloria y de la Santa Iglesia. amen, asi sea.

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