viernes, 27 de mayo de 2011

¿Unidad a martillazos?


Por: Freddy Lepage - @freddyjlepage Aquí y ahora… El proceso de recomposición, acomodos y reacomodos de los variopintos partidos, sectores, grupos y grupúsculos de la oposición criolla es complejo por naturaleza. Y lo es más cuando se está inmerso en un proceso electoral manipulado, a conveniencia, por un Presidente y un partido dispuestos a lo que sea, con tal de mantener las posiciones y privilegios que detentan. Estamos en presencia de una nomenclatura cupular, acostumbrada a disfrutar los beneficios concupiscentes, derivados de un poder ejercido sin controles ni contrapesos. Este complicado escenario, sin lugar a dudas, hace más difícil cualquier intento de aglutinar la mayor cantidad de voluntades necesarias para salir airosos de tan duro, escabroso y mostrenco proceso electoral y, por lo tanto, requiere de mayor esfuerzo, paciencia, madurez, desprendimiento (cuando sea menester) y conocimiento de los riesgos y retos que se planteen.El adversario, cuando le interesa, actúa en nocturnidad y con un ventajismo grosero y apabullante, para cambiar las pautas y normas a su favor y, así, facilitar una supuesta victoria en las elecciones de 2012 que, hasta ahora, están plagadas, intencionalmente (el Poder Electoral no ha definido aún las reglas, cronogramas, organización y otros detalles de indispensable conocimiento de los participantes), de ambigüedades, incertidumbre, vacíos reglamentarios y dudas.Vistas las cosas así, la alianza democrática no se puede dar el lujo de utilizar prácticas políticas de negociación descontinuadas, desfasadas, obsoletas y periclitadas (Rómulo Betancourt, dixit) e inoperantes. So pena, de perder el tren de la historia… y, dejar pasar, sin pena ni gloria, la oportunidad única de demostrar su profundo compromiso con el cambio que Venezuela necesita para salir del marasmo en que se encuentra.Hoy, más que nunca, cobra inusitada vigencia el axioma darwiniano sobre la evolución de las especies que decía: “El que no se adapta, perece”.Pues bien, esa parece ser la realidad actual. Empeñarse en resucitar esquemas del pasado para los procesos de negociación, consensos y acuerdos, a los efectos de lograr la unidad opositora de cara a 2012, no parece muy sensata; a menos que no se tenga una real percepción de qué es lo que estamos viviendo y a qué nos enfrentamos. Las organizaciones que hacen vida en la Mesa de la Unidad Democrática están obligadas (haciendo de tripas corazones) a tomar decisiones a la altura de las expectativas de la gente, de las circunstancias, pues. No hacerlo, sería ­y ojalá esté equivocado­ caer en el juego (involuntariamente) que apunta a la diana de las pretensiones continuistas del mandamás de Miraflores. Sería una muestra indeleble de autismo político. De tal manera que es obligante salirse del juego espejos (juego donde vemos nuestra propia imagen reflejada); de su dinámica envolvente, en la cual se llevan vidas paralelas que se resumen en una espiral de cotidianidad, de conformismo. De esa especie de ilusión, de escapismo, en el cual Chávez anda por un lado y nosotros por el nuestro. Una Venezuela divorciada de la otra. Incapaces de encontrarse en algún punto, en algún momento…, conviven en una suerte de confusión (tácitamente pactada) entre deseos, propósitos y acciones, consecuencia de una visión reduccionista que pretende simplificar y adecuar lo que ocurre a las propias visiones y enfoques de cada una, cuando el horizonte es otro diametralmente opuesto.
Política | Opinión
EL NACIONAL

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