Por: Agustín Blanco Muñoz - @ablancomunoz - Las imágenes del público yanqui celebrando la muerte de quien consideran su máximo enemigo y el final de la Era Bin Laden no han podido acabar en este ex país con el pugnaz debate sobre la entrega del periodista Joaquín Pérez Becerra (JPB) al Presidente Santos de Colombia de parte del golpista-presidente (GP) venecubano. El bombardeo noticioso señala que el triunfo de Obama es tal que ya estaría reelecto, al lograr un mundo yanqui “ahora más seguro” luego de masacrar a un Bin Laden desarmado y cuyo cadáver no puede mostrarse. Habría que preguntar entonces qué cantidad de muertos haría falta para lograr un mundo totalmente seguro y si es verdad que la Red Al Kaeda está en desbandada, derrotada y que por ello USA y Pakistán deben estar tranquilos. Y mientras prosigue el debate sobre una muerte, considerada muy productiva en la lucha contra el terrorismo, aquí no se apaga la protesta contra el alto gobierno que decide y ejecuta la entrega del Director de ANNCOL a Colombia. A lo interno del régimen el descontento crece por la medida del GP y su entorno de entregarle a Santos lo que pedía y cómo y cuando lo pedía. Son dos formas de detentar el poder. La de institucionales que aspiran que la revolución avance sin mayores tropiezos y la de radicales que luchan por una verdadera autonomía. En este sentido, la sección de radicales no acepta lo actuado por el ejecutivo nacional. Para ellos, Pérez Becerra, es un revolucionario probado, amigo de la revolución bolivariana, a quien no se le podía pagar con este ‘golpetazo’. Para el GP, no se sabe cómo fue que quienes invitaron a este hombre, Suecia que le permitió salir y Alemania entrar y salir, no tienen en cuenta que sobre él pesa el Código Rojo de la Interpol. Cuando este delatado y vigilado paquete llega a Maiquetía, ya Santos había dado la orden para que se le apresara y despachara de inmediato hacia Bogotá sin mediar instancia legal alguna. El 31/04 y el 01/05 el GP dice que los responsables son los mismos que apoyaban a Caldera como candidato presidencial cuando él salió de Yare y que ahora, a propósito del Día de Judas, quemaron a Maduro y a Izarra en vez de quemarlo a él que es el único responsable de la deportación. Son los mismos que quisieron instalar las guerrillas colombianas en suelo venezolano. Esto se llama sacarse los trapos. ¡Menos mal que son aliados! Está claro que el GP se refiere al PCV. En este caso el GP acusa a los comunistas de calderistas. Pero olvida que Caldera es un hombre del 04F-92 que llega a ofrecerle que fuese su sucesor en la presidencia. (ABM, Habla el Ctte Hugo Chávez. Caracas, 1998, p.82) y que luego le da el sobreseimiento. Cuando se le pregunta a un dirigente del PCV sobre quien trajo a PB señala: “Me parece que fue Lufthansa que lo trajo, no tengo certeza sobre eso”. Pero el dirigente de todos modos defiende su partido (Correo del O., 03/05/11, p.04): “Para el año 1993, sin radicalismo ni ultraizquierdismo, le pedimos al candidato presidencial Rafael Caldera que una condición para apoyarlo era que liberara a todos los presos por las rebeliones militares de 1992”. Es decir, estaban con Caldera pero luchando por la libertad de los alzados del 92. Se alude así a una vieja fidelidad que se saca a relucir a la hora de estos enfrentamientos que además tocan la naciente campaña electoral en la que el GP se lanzará para revalidar su condición de golpista-destructor, sin instancia que pueda detenerlo. Pero este triunfo requiere de fuerzas distintas a las del PSUV. Por ello el PCV dice que critica pero que no romperá con el gobierno. Y el dirigente Carlos Aquino (UN, 04(05/11, p.25) declara: Si hubo alguna invitación a JPB, no fue del PCV. El GP los acusa y ellos lo niegan en forma confusa. Se entiende, sin embargo, que para quien dice defender el internacionalismo le cuesta aprobar la deportación de un militante de sus filas. Y la confrontación adquiere mayor espacio internacional cuando el PCV y la Coordinadora Simón Bolívar (EU, 04/05/11, p.1/12) denuncian al gobierno bolivariano ante la ONU por violar la Convención contra la Tortura. Se extraditó a JPB hacia un país en el cual hay fundadas razones para creer que estaría en peligro. Y en peligro está también la relación del PSUV-GP con el Último de los Aliados. Mientras, las oposiciones ni siquiera parecen caer en cuenta de la difícil situación de su adversario y prefieren seguir alejados de toda producción de política para la realidad y aferradas a la práctica de la complicidad, el silencio y el engaño. De haber aquí alguna manifestación opositora la historia sería otra y no habría espacios para Judas de quemas y perversiones.
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