miércoles, 18 de mayo de 2011

Gente, tropicalidad y opciones geográficas



¡Salve, fecunda zona,/que al sol enamorado circunscribes el vago curso,/i cuanto sér se anima/en cada vario clima,/acariciada de su luz, concibes! Estrofa del poema de Andrés Bello(1781-1865). Silva a la agricultura de la zona tórrida, (1826). Por complejas causas culturales y educacionales no parece que el país tenga conciencia del futuro prometedor de su tropicalidad. Por ello sería necesario tomar medidas para el desarrollo de una conciencia tropicalista, basada en la reafirmación de su legado natural, histórico y humano. Tomado de Pedro Cunill Grau,
Venezuela: Opciones Geográficas (1990) - Democratic nations care little for what has been, but are haunted by visions of what will be; in this direction their unbound imagination grows and dilates beyond all measures…Democracy, which shuts the past against the poet, opens the future before him. —Alex de Tocqueville(1).
Cuando piensan en un futuro para Venezuela, muchos ven hacia abajo, hacia debajo de sus pies, hacia donde están el petróleo y otros recursos minerales, y exclaman: “somos un país de muchas riquezas” o en su versión más corta “somos un país rico”. Y luego, continúan diciendo: “y si solamente administráramos mejor nuestras riquezas, tuviésemos menor corrupción, una mejor educación y mayor salud, tendríamos un futuro mejor”. Disiento de los que así se expresan, y lo deploro cuando lo escucho en la boca de los políticos, ya que esa visión no es ni realista ni sustentable. Para ver el futuro de Venezuela, sólo tienen que mirar 360 grados alrededor del lugar donde se encuentren parados en Venezuela. Porque el futuro del país reside en su gente y en su geografía: en la tropicalidad de Venezuela y sus opciones geográficas. Los recursos petroleros y mineros, es cierto están allí, pero sólo son puntos de pivote estratégico para desarrollar lo que es sustentablemente desarrollable: los talentos y las capacidades de la gente y las opciones geográficas de Venezuela. Gente, cultura e identidad - Tenemos muchísimos problemas como país, pero también tenemos muchísimas opciones y oportunidades para encontrar los caminos hacia el progreso y el bienestar. Pero como nación, debemos primero reencontrarnos y reconocer que el principal obstáculo está en nosotros, en la geografía mental del venezolano, ya que nuestro principal problema es, como bien lo expresó en 1998, el sicólogo venezolano, Dr. Manuel Barroso: cultural. “La crisis no es una cuestión de Venezuela [país] sino de los venezolanos [gente] porque hemos desarrollado una manera de pensar para el subdesarrollo y hasta que no se desmonten todos los procesos que tiene que ver con ello, por más dinero que podamos producir, lo botaremos como lo hemos estado haciendo hasta ahora". Según Barroso, la problemática medular del país no es económica, ni ética, ni social, sino que “está dentro de nosotros y es cultural”. Continúa Barroso diciendo, “no tenemos una cultura orientada hacia el desarrollo, sino hacia el abandono, el maltrato, y la ignorancia, que son factores instalados desde el siglo XIX” y crearon un paradigma del subdesarrollo que se extiende a todos los aspectos de la vida nacional incluyendo a la educación. Y es por la educación por donde debemos empezar, con maestros y profesores, bien pagados y bien entrenados, que ayuden a niños y jóvenes de hogares destriangularizados (2) a comprender la naturaleza de la sociedad en donde nacieron. Porque los venezolanos no hemos asumido, con la profundidad debida, la integración racial de sangres de la nación. Una sociedad que es el resultado del amalgamiento parcial de tres culturas: la indígena, la blanca europea y la negra africana, que como lo dijera, Isaac J. Pardo, estaban “físicamente unidas”, pero eran “espiritualmente pugnaces”. Estos tres bloques culturales fracturados todavía no se han fusionado del todo porque desde adentro hay fuerzas internas que han actuado y aún actúan para evitarlo. Los tres bloques se originaron cuando estas tres culturas se encontraron en una geografía de belleza tropical. El mundo indígena, disperso en el paisaje, fue destruido por la llegada del blanco europeo cuyo propio mundo quedo fracturado en pedazos por el hechizo de la belleza de Tierra Firme y la brutalidad del encuentro. El tercer bloque fue desgarrado de los trópicos africanos y lanzado contra la nueva geografía física y humana que ya se estaba formando. Y, en este encuentro, triunfó la cultura occidental. Nuestras instituciones e idioma, sin duda, son de origen europeo. Pero, como dice el filósofo venezolano, J.M. Briceño Guerrero, en su libro ¿Qué es la filosofía?, “[E]se triunfo es más superficial de lo que pudiera creerse: las formas culturales qué tenemos no han calado profundamente en el material humano que intentan configurar. Distinguimos, pues, por una parte, formas culturales europeas más o menos modificadas, y, por la otra, el material humano mestizo. ….El material humano no es de por sí totalmente amorfo, antes por el contrario está estructurado aquí y allá por restos fragmentarios de culturas no europeas; ni pasivo: lo arriman fuerzas creadoras que tienden a constituir y expresar la idiosincrasia mestiza, pero que no lo logran porque se encuentran oprimidas, inhibidas, enceguecidas por las formas europeas imperantes”. A esa idiosincrasia mestiza es a lo que creo que se refería, José Balza, cuando en Pensar a Venezuela escribía: “[o]tra jerarquía humana….parece independizarse, nutrirse, hacerse poderosamente coherente, misteriosamente lógica y decisiva y convertirse en una invisible materia totalizadora en la que todo converge y madura….una forma de unidad social que sostiene desde el habla hasta la familia, desde la sexualidad y percepción del paisaje, los engranajes económicos y religiosos hasta el amor y la alimentación. Un magma paralelo a las leyes y los ministerios, a las noticias y a las ideologías. Algo que emerge desde las sombras de la más remota tradición indígena, negra o blanca y va reflejándose en todas las instancias de la sociedad para nutrirse de sus voces, costumbres, intimidades e imaginaciones”. Pero, nos recuerda J.M. Briceño Guerrero, que nuestra idiosincrasia mestiza no ha podido manifestarse positivamente en la creación de formas culturales propias, pero que sin embargo si se manifiesta “negativamente de múltiples maneras como oposición, obstáculo y entorpecimiento de las instituciones que nos rigen.” Si no asumimos nuestros orígenes, continuaremos haciéndonos mucho daño. Esto último también nos lo recuerda, J.M. Briceño Guerrero: “Al rechazar y condenar las manifestaciones negativas de nuestra idiosincrasia —oscura y pertinaz defensa en que fulgura la sangre fecunda de dioses mestizos degollados— no hacemos sino enajenarnos más y más”. Necesitamos que el sistema educativo ayude a nuestros jóvenes a asumir, sin complejos, nuestros orígenes enseñándoles, como paradigma de la sociedad venezolana, la integración de las tres culturas en el espíritu de una nación de gente muy buena y calurosa, pero que aún no se conoce así misma y que todavía no se acepta, razones por las cuales creo yo no hemos podido construir una narrativa, un relato público ciudadano que nos guíe y oriente. Esto es como nación, carecemos de una historia orientadora común que sea compartida por todos y debemos construirla entre todos. Por otra parte, la cultura del venezolano está fatalmente obsesionada con su pasado. Si imaginamos a los períodos de tiempo como círculos con diferentes tamaños, (PASADO) (PRESENTE) (futuro), el círculo del (PASADO) es para nosotros el mas grande, el que tiene la mayor influencia en la cultura. Pero en las culturas orientadas hacia el progreso y desarrollo, la importancia del tiempo se ve como (pasado) (PRESENTE) (FUTURO) y en las culturas de los centros de investigación y desarrollo, la importancia del manejo del tiempo, según nos dice, Trompenaars y Hampden-Turner(3) se puede representar como tres círculos que parcialmente se cruzan (PASADO) (presente) (FUTURO). En los últimos dos casos, el énfasis está en el futuro promisor. Mi intuición me indica que la obsesión venezolana con el pasado es motivada al desconocimiento real de nuestro pasado y a que todavía no hemos, como grupo o como nación, internalizado nuestros orígenes tri-raciales. Un sistema educativo que, apoyado en las tecnologías de información y comunicación, les enseñen a los niños y jóvenes, su verdadera historia, valores humanos, un conocimiento balanceado en ciencia, tecnología, y humanismo, y que les permitan a ellos la libertad para descubrir por sí mismos su futuro, nos permitirá desarrollar la gente que es el ingrediente más importante para crear un país de emoción, gran autoestima, bienestar y enrumbado hacia el progreso y desarrollo. La educación venezolana debe intervenir los paradigmas de manejo de la importancia del tiempo, y mapas del subdesarrollo para poder alcanzar una sociedad de bienestar y de progreso. Por supuesto, si los niños o sus padres viven enfermos y a merced del crimen, la educación y el aprendizaje no es posible. Así que la salud y seguridad de los venezolanos también debe ser atendida dentro de una sociedad donde también debe reinar el imperio de la ley, con un sistema judicial donde los jueces sean cultos, instruidos, independientes, y libre de compromisos exceptuando el compromiso supremo de entregarle justicia a la sociedad.
Venezuela con economía sustentable. El tema de la sustentabilidad de la economía es algo que poco se toca en la política venezolana. Pero, como bien lo dijo el astrofísico Carl Sagan, vivimos en un puntito azul, la única casa que conoceremos. No podemos crear un futuro real para Venezuela, sin tener en cuenta la globalidad en la que vivimos. La economía es parte de la biósfera y desarrollar una economía sustentable es nuestra responsabilidad. Entonces, con los jóvenes venezolanos educados, conociéndose así mismos como personas, teniendo su autoestima alta, y habiendo internalizado los orígenes de su sociedad, podemos crear, en base a su talento, creatividad, ingeniosidad y emprendimiento, una sociedad sustentable con un gran estamento empresarial de compañías basadas en la ciencia y tecnología. Israel, Corea del Sur, Singapur y Taiwán lo han hecho y nosotros también podemos hacerlo. Pero llegado a este punto, debo volver a repetir lo dicho alguna vez por Arturo Uslar Pietri sobre el porvenir que está en nuestras manos: “El país mejor que podemos hacer con los recursos humanos y materiales de que disponemos. No un país de utopía. No un país de imitación y copia. El país que nos revele el estudio paciente, la capacidad creadora de la inteligencia venezolana, aplicada a la realidad del país y a la situación del mundo y la relación de los somos con respecto a lo que hemos sido y a lo que podemos ser”. Y mientras nuestros jóvenes se entrenan, el país entero empezaría hacer uso de la tropicalidad del país y de sus opciones geográficas para generar una economía sustentable. Se preguntarán ¿a qué nos referimos con tropicalidad y opciones geográficas? Tropicalidad y opciones geográficas - Hagamos un alto, y pensemos en forma más global. Si tratamos de vislumbrar el futuro del planeta Tierra podemos percibir que se vienen tiempos muy difíciles, de rápidos cambios climáticos —las inundaciones en Australia y Brasil y el recrudecimiento del invierno en los países del norte son solamente un ejemplo de lo que está por venir— y geopolíticos —por ejemplo, las salidas del poder de Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto y el emergente empoderamiento del ciudadano árabe). Estos procesos de cambio, nos dice Pedro Cunill Grau, “se verán acompañados por procesos más silentes, pero igualmente hondos e irreversibles, en la valoración de territorios y recursos planetarios, acosados por la superpoblación, la degradación y la contaminación ambiental”. Venezuela, afirma Cunill Grau “tiene una envidiable posición estratégica en el centro de interconexiones de los países de la Cuenca del Atlántico con la Cuenca del Pacífico y a mitad de camino entre Norteamérica, Sudamérica, cabeza de puente hacia Europa y es una de las naciones que, por sus opciones geográficas tropicales, puede afianzar presencia e irrumpir con más fuerzas en estos difíciles tiempos transicionales”. La geografía venezolana y su ubicación ofrecen extraordinarias oportunidades para el desarrollo económico sustentable si fomentamos una amplia porción de la economía basados en la tropicalidad del país y lo que esto implica en: generación de energía solar, manejo de recursos hídricos —que van a escasear en el mundo en las próximas décadas—, escenarios paisajísticos de proyecciones turísticas nacionales e internacionales, suelos de vocación agropecuaria y forestal, y, por supuesto, los yacimiento petrolíferos y mineros existentes. Venezuela es como la bisagra geográfica de las Américas con una proyección multicardinal hacia el Caribe, regiones Andina y Amazónica(4). Estamos a 8 días en barco de Río de Janeiro (3.600 millas náuticas), a diez días (4.231 millas náuticas) de los puertos de Rotterdam, nueve días de los puertos de Los Angeles (3.797 millas náuticas) en California, 4,5 días de los puertos de Boston (1.955 millas náuticas), y 3,5 de los puertos de Miami (1.548 millas náuticas) en los Estados Unidos, a 7 días de Santa Cruz de Tenerife (3.133 millas náuticas), a 9 días de Alejandría (3.826 millas náuticas) en Egipto, veinte días de Tokio (8.557 millas náuticas) en Japón, a 22 días de los puertos de Shangai (9.450 millas náuticas) en China, a 17 días de Auckland (7.400 millas náuticas) en Nueva Zelanda y a 20 días de Melbourne (8.812 millas náuticas)en Australia. Las potencialidades marítimas y portuarias del país para el comercio internacional están allí pero muy subutilizadas. Tenemos el oro cerebral de gente, linda y bella, con sus dones, creatividad, ingeniosidad y talentos, una tropicalidad divina, y opciones geográficas que casi ningún país tiene. Termino este opúsculo como lo inicié, con otra estrofa (la penúltima) del poema de Andrés Bello, Silva a la agricultura de la zona tórrida: ¿Buscáis durables goces,/ felicidad, cuanta es al hombre dada/y a su terreno asiento, en que vecina/ está la risa al llanto, y siempre,/ ¡ah! siempre donde halaga la flor, punza la espina?
Tenemos todo para construir una sociedad de bienestar y buen vivir con una economía sustentable. ¡Y, por eso, yo lucho hasta que sea una realidad, aunque puncen una o varias espinas!
Tomado de: www.infociudadano.com

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