jueves, 29 de octubre de 2009

Panorama electoral en Venezuela


Por: Francisco Alarcón - Hasta ahora la sociedad civil ha estado supeditada a los voceros políticos en la escogencia de los candidatos, cuando su desarrollo y participación rebasan a las organizaciones políticas. Ojalá que los partidos políticos lo comprendan en aras de obtener una significativa representación y no recurran únicamente a sus usuales candidatos, siendo más “generosos” con la dirigencia real de la disidencia. Tendrán que hacer un gesto de desprendimiento o de lo contrario será difícil hallar una representación opositora articulada y con posibilidades triunfadoras. Además, los partidos políticos no están en su mejor época y una manera de fortalecerse seria dándoles su apoyo a los candidatos de la sociedad civil, que al final de cuentas son los que salen a las calles y están en contacto permanentemente con las realidad social, ocupándose de los presos políticos y jalonando se respeten los derechos humanos. Sus actividades son permanentes y no interrumpidas ni coyunturales, Venezuela necesita de rostros nuevos y de una dirigencia prístina, cuestión que no es difícil de comprender para algunos. La escogencia en los partidos políticos casi siempre fueron cerradas, a dedo y nunca se pusieron de acuerdo, a pesar de recurrir a todos los métodos de selección, primarias, etc. Ahora las cosas cambian y hay candidatos extra-partidos que deben ser reforzados con el apoyo de éstos. Si no la oposición será doblemente vencida, desaprovechando las elecciones legislativas y adelantando su desaparición. En un artículo de la periodista Marianella Salazar leí su iniciativa entorno a esto, y me pareció muy realista, de igual manera debería serlo para todos los agentes políticos. Lamentablemente los partidos vienen dando tumbos desde los mismos comienzos en que Chávez ganó sus primeras elecciones, se doblegaron, se sintieron avergonzados y abandonaron la escena pública. Emergieron algunos nuevos que hoy en día son una caricatura de lo que fueron al comienzo, pero eso no quiere decir que estén muertos, mas si siguen actuando contra la corriente sí pudieran fenecer definitivamente. Además su desempeño no fue transparente a la hora de las decisiones. Los antiguos dirigentes quedaron en el pasado, su actividad fue minúscula y de proyección televisiva, sin contacto con las masas. Eso no es lo que quiere la sociedad civil, ella lo que quiere es que sus dirigentes sean reales y quienes la representen cuenten con el apoyo de todos, inclusive el de los partidos políticos. Éstos tendrán que olvidarse de sus solícitas actividades de escogencia de candidatos como en el pasado, si lo hacen pudieran encismar a la sociedad, incluso estimulando una abstención, viéndose encarnados por individuos que no representan a nadie. La solución no es que proliferen más frentes políticos, ofreciendo quimeras con sus sempiternos candidatos, la decisión es que deben apoyar a la sociedad civil que sí los tiene y vienen de abajo, respaldados con diez años de lucha consecuente contra la autocracia y ausencia de libertad. Seguramente en la víspera brotarán “nuevos” grupos con ex políticos desaparecidos, las apetencias son muchas pero la realidad es una sola, unidos solamente habrá posibilidades triunfadoras. Agruparse entorno a fracasados sería un dislate, tratando de revivir arcaicos laureles que esta sociedad constituida en los últimos diez años no comprende, mejor sería el retiro al ridículo. Ellos abandonaron sus acciones o las malbarataron, por tanto es preferible que permanezcan en la retaguardia. Nada de estar inventado, se precisa de desprendimiento, algo muy importante para no entorpecer la actual coyuntura. La sociedad civil a la vanguardia con sus candidatos y los partidos deben apoyarla si quieren sobrevivir. Vamos a unas elecciones para tratar de lograr las mejores posiciones y para que participen quienes se lo merecen; los cenáculos no deben entorpecer las escogencias. Desprendimiento y más desprendimiento para que exhibamos una opción ganadora. Si no seguiremos cosechando derrotas y viviendo de los desencantos, conformándonos con el cuento que nos robaron, cuando le estamos dando todas las armas al enemigo para que lo haga con mayor facilidad.
Fuente: El Americano.

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