Por: Ernesto García Mac Gregor - garciamacgregor@gmail.com - Ese dejar estar tan de nosotros, representa sin duda alguna, una de las causas de nuestro estancamiento. Si colocan policías acostados cada diez metros en las carreteras nacionales cuya finalidad es asaltar o vender mercancías, si Enelven permite que barrios enteros se enchufen clandestinamente a su tendido eléctrico, si Hidrolago tolera el descarado robo de agua y el destrozo de la tubería madre por parte de los granjeros, dejá estar, que en el fondo hay una razón social. Frente a la falta total de civismo de los vivitos en el transito terrestre está la violación flagrante de todas las leyes sin que exista respuesta oficial. Por puestos, chirrincheras y buses destartalados, vidrios ahumados ocultadores de delitos, motorizados sin casco y con niño parrilleros. Dejá estar. Las calles son tomadas por los buhoneros o utilizadas como sitio de construcción frente a las narices de las autoridades. Fue esta permisividad rayana en la pusilanimidad lo que provocó que hace algunos años, los ilegales “cuadritos de a locha” acabarán con el pasatiempo hípico nacional del 5 y 6 y que la Lotería quedará como referencia para los terminaleros ilícitos que igual que los seudo hípicos después fueron legalizados. Está tórpida situación ocurre, porque las leyes en este país sólo se cumplen a discreción de la parte interesada. Nos acostumbramos a evadir impuestos de todo tipo, a arrimar linderos, a fundar compañías con depósitos bancarios irreales, a vender carros usados y registrarlos a precios irrisibles, a realizar traspasos, compras, permutas y ventas de dudosa legalidad. Y en ese devenir nos cayó el chavismo que por una parte se aprovecha de la ilegalidad existente a todos los niveles, para chantajear y extorsionar a sus opositores y por la otra, hacer lo que le da la gana sin que pareciera que nadie pudiese hacer algo al respecto. Dejá estar. Que oiga quien tiene oídos...
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