martes, 14 de julio de 2009

Las colitas de PDVSA


Por: José Toro Hardy - pepetoroh@gmail.com - Todos recordamos el escándalo de las “colitas de Pdvsa”. El propio comandante se refería a ellas continuamente y llegaron a transformarse en uno de los motivos centrales de crítica a la gestión de nuestra casa matriz petrolera. Los prohombres y mujeres de la revolución se referían a ellas como una prueba irrefutable de la degradación de las autoridades de la vieja Pdvsa. Se destinaron incontables páginas en la prensa nacional e infinitas horas en los espacios radiales y televisivos para enfilar las baterías en contra de aquellos aborrecibles actos de corrupción. Adicionalmente se criticó hasta la saciedad la flota de Pdvsa que contaba con aviones para transportar a los escuálidos ejecutivos de la empresa. Incluso, algún tiempo después del triunfo electoral del comandante, este último encabezó en un acto en el cual se mostraba al público un cheque de gran tamaño (1,5 x 1m) producto de la venta de aquella flotilla. Posteriormente se inició una investigación en el Congreso. Los diputados oficialistas se peleaban por acaparar las cámaras y denunciar los acontecimientos. Finalmente salieron los resultados de la investigación. Resulta que en definitiva no encontraron ningún hecho irregular. Parece ser que una oportunidad un alto ejecutivo de Pdvsa había utilizado uno de los aviones para un fin privado, pero que le había pagado a Pdvsa los costos del vuelo. Pero, ¿qué pasó después? Pues bien los aviones vendidos fueron reemplazados con un número mucho mayor de aeronaves bastante más modernas y costosas. De hecho, a juzgar por las informaciones que se leen en la prensa, los aviones de Pdvsa se han transformado en la flota del ALBA. Hace apenas pocos días todos pudimos ver cuando simultáneamente en CNN, Telesur, Globovisión, el Canal 8 y todos los demás canales del Estado, se mostraban a un mundo angustiado los acontecimientos que ocurrían en Tegucigalpa. El Presidente Manuel Zelaya se aprestaba a aterrizar en ese aeropuerto, mientras una multitud de sus seguidores rompía incluso las cercas del aeródromo internacional para garantizar el aterrizaje del avión, cuyo acercamiento ya mostraban las cámaras en el horizonte. Aquellos acontecimientos fueron particularmente dramáticos porque apenas días antes la ONU había aprobado en sesión especial presidida por el ex canciller de Nicaragua, Miguel de D’Escoto, una resolución dándole un histórico respaldo a Zelaya, para lo cual se pasó incluso por encima de las normas de la Organización que exigían que para tomar cualquier resolución se requería que la correspondiente propuesta hubiese sido distribuida el día anterior. Dada la importancia del asunto, D’Escoto informó que habría que hacer una excepción y, ante el silencio de los presentes, procedió a someter a consideración de la Asamblea la aprobación de la correspondiente resolución. El interés fue aumentando cuando numerosos países optaron por apadrinar la propuesta. Finalmente se le dio al respaldo a Zelaya y se decidió pasar el caso al organismo regional correspondiente, es decir, a la OEA. Un nuevo capítulo de la historia se inicia cuando en altas horas de la noche del día siguiente, la OEA ratifica el apoyo a Zelaya y decide instruir a su Secretario General, José Miguel Insulza, para que se traslade a Honduras para imponer al gobierno de ese país de la resolución adoptada. Después de todos esos acontecimientos, llegamos al momento culminante del drama cuando, como antes decíamos, el presidente Zelaya, en un jet ejecutivo que se temía pudiese ser interceptado porque no contaba con la autorización de las autoridades actuantes para sobrevalorar el espacio aéreo de Honduras, se aprestaba a aterrizar en el aeropuerto internacional de Teguicigalpa. El ejército de Honduras atraviesa entonces unos camiones en la pista para impedir la operación. El presidente Zelaya, hablando por radio, comunica que los pilotos consideran que el aterrizaje es sumamente arriesgado bajo aquellas condiciones. El presidente Zelaya informa también que de ser posible se lanzaría en un paracaídas para retornar a su patria, pero que como no contaba con uno, se vería obligado a abortar la operación y dirigirse a El Salvador, donde lo esperaban Cristina Kirshner y Rafael Correa. Todos pudimos observar en televisión cómo el avión, después de dar un par de vueltas sobre la pista, decide retirarse. Pero, cabe preguntarse: ¿en qué avión venía el mandatario depuesto? Pues bien, el presidente Zelaya venía en una “colita de Pdvsa”.

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