lunes, 3 de marzo de 2008

Intercambio sentimental


Por: Diego Martínez Lloreda - Febrero 29 de 2008 - Un verdadero sancocho de sentimientos me generó la última devolución de secuestrados por parte de las Farc. Y, muy especialmente, el show mediático que el régimen de Chávez montó para tratar de mostrar a su tirano como el apóstol de la libertad. Las impresionantes imágenes emitidas por el canal chavista causaban un impacto tal que en un minuto uno era capaz de experimentar los más extremos sentimientos. Lo primero que sentí, por supuesto, fue una inmensa alegría al observar cómo llegaba a su fin el drama de estos compatriotas. De esa alegría pasé a un dolor de patria al ver cómo nuestros secuestrados eran entregados a representantes de un gobierno extranjero. Me causó alivio que al menos en esa comisión hubiera una colombiana. Pero ese sentimiento se trocó en ira intensa cuando caí en cuenta de que esa colombiana era Piedad Córdoba. De la ternura que me produjeron las cuatro flores que una guerrillera le regaló a Consuelo Polanco pasé a una profunda indignación al mirar cómo los secuestrados eran prácticamente obligados a darle las gracias a su 'salvador' Hugo Chávez, en vivo y en directo. Pero lo que me rebotó la bilis fue observar el descarado coqueteo del ministro Rodríguez Chacín con los carceleros de los cuatro plagiados. No sólo los trató de camaradas y de representantes del Ejército del Pueblo, sino que los puso en plan de héroes a dar su parte de entrega de los seres que humillaron con la mayor saña. Y no puedo negar que, cuando el comandante olvidó el nombre de Piedad y cuando Luis Eladio le quitó, al parecer involuntariamente, el turbante a la senadora, se me escapó una sonrisa. Con la llegada de los liberados a Caracas, el choque de sentimientos fue similar. Las lágrimas de ternura que me brotaron al ver el abrazo de Consuelo Polanco con sus hijos se me secaron de la furia que me produjo ver a Piedad tratando de colarse en todas las fotos, sin el menor respeto por la intimidad de los liberados y sus familias. Y aún no me atormenta la frustración que me ocasionó ver que los secuestrados llegaran a Maiquetia y no a Eldorado. Y que fueran recibidos por el Maduro canciller del más inmaduro de los gobernantes y no por nuestro canciller Araújo, a quien le tocó madurar a punta de suplicios parecidos a los que padecieron los liberados ayer. Pero este culebrón a la venezolana, en el que el régimen chavista convirtió la liberación de nuestros compatriotas, además de sentimientos, también me ocasionó interrogantes. Como por ejemplo, ¿de qué le podrá servir a Chávez semejante autobombo en su país, donde la gente está secuestrada, pero por el hambre, producida por las más torpes medidas económicas adoptadas por su desgobierno? Seguramente estas liberaciones le servirán para ganar algunos puntos en Colombia. Pero en Venezuela, así logre la liberación de los 700 secuestrados que hay en nuestro país, su gobierno va derechito a la debacle. Y así seguirá, porque el hambre no se cura con liberaciones de secuestrados ajenos. Porque el único intercambio humanitario que les interesa a sus compatriotas, estimado coronel, es el de los supermercados vacíos por las barrigas llenas.

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