jueves, 24 de mayo de 2012

La lealtad



Hacer aquello con lo que uno se ha comprometido aun entre circunstancias cambiantes. Un valor sin el cual nos quedamos solos y que debemos vivir nosotros antes que nadie. La lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro lado, emergiendo como una persona más evolucionada. La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos. La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo. Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo superficial, o trabajar en un lugar simplemente porque nos pagan. Sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar no solo porque nos pagan, sino porque tenemos un compromiso más profundo con la empresa en donde trabajamos, y con la sociedad misma. La lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas. La lealtad es esencial en la amistad. Los conocidos se hacen amigos a través de la lealtad mutua. La lealtad es un esencial en la amistad que se ha desarrollado en el compromiso de corazones entre dos personas. En una relación de corazón a corazón la lealtad desarrolla la confianza mutua. Es nuestro deber el ser leal a aquellos que dependen de nosotros: familia, amigos, nuestros empleados o nuestro empleador. La lealtad es amor bondadoso en acción. La lealtad es potenciada por la energía que viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos. La lealtad desarrolla nuestra alma en conciencia, transformándonos en la creación más hermosa posible de un ser humano. Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras virtudes como la amistad, el respeto, la responsabilidad y la honestidad entre otras. Podemos ver como actitudes desleales: - Las críticas que se hacen de las personas, haciendo hincapié en sus defectos, lo limitado de sus cualidades o lo mal que hacen su trabajo. - Divulgar las confidencias que se nos han hecho. - Quejarnos del modo de ser de alguien y no ayudarlo para que se supere. - Dejar una amistad por razones injustificadas y de poca trascendencia. - El poco esfuerzo que se pone al hacer un trabajo o terminarlo. - Cobrar más del precio pactado. No basta contradecir las actitudes desleales para ser leal, es necesario detenernos a considerar algunos puntos: - En toda relación se adquiere un deber respecto a las personas. Como la confianza y el respeto que debe de haber entre padres e hijos, la empresa con los empleados, entre los amigos, los alumnos hacia su escuela. - Se deben buscar y conocer las virtudes permanentes para cualquier situación, de otra forma se es “leal” mientras se comparten las mismas ideas. - La lealtad no es una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento para elegir lo que es correcto. - Si se coloca como valor fundamental el alcance de objetivos, se pierde el sentido de cooperación. La persona que participa en una actividad sólo por el éxito que se tiene, fácilmente abandona la empresa porque las cosas no salen bien o simplemente deja de obtener los beneficios a que estaba acostumbrado. - Lo importante es vivir las virtudes por lo que representan, no por las personas que en algún momento dictan una norma. Con todo lo anterior veremos que aún sin darnos cuenta, las relaciones que hemos sabido mantener se deben en gran medida a la vivencia del valor de la lealtad. Una preocupación hace bullir la mente y un dolor ensombrece el alma. Seres sin escrúpulos de conciencia, que pretenden imponer su voluntad por encima de todo, para lograr unos fines sin reparar en la honestidad. Ninguno cuenta con el libre albedrío de la persona que pretenden doblegar. Insultos, amenazas, calumnias, son sus armas. Armas que poco dicen a favor de quien las utiliza. Alianzas pactadas en la sombra porque no se atreven a obrar a la luz del día. Aprovechan debilidades ajenas para lograr sus objetivos. Juegan descaradamente con lealtades. Y, en medio de todo este asunto, está en juego el sentido de la amistad y la fidelidad. En medio de eso es necesario tener la conciencia muy tranquila. Las ideas muy claras. Saber bien lo que se há de hacer: caso omiso a quienes no lo merecen. Atacarán, ofenderán, denigrarán, se volverán en contra de quien no se adecuó. Pero han olvidado totalmente contar con el discernimiento y la voluntad de los demás. La bajeza y ruindad de algunos evidenciadas en sus lamentables y encubiertas acciones públicas, que desdicen más de ellos que de sus destinatarios, hacen patente la absoluta verdad de que no todos saben la responsabilidad que significa tener "amigos"; no compinches... ¡amigos! Lealtades mal entendidas que solo sirven para hacer daño. Lástima. Mi amigo Rafael dice: "No hay mayor desprecio que no hacer aprecio". ¡Cierto!. 
Tomado de: http://www.proyectopv.org

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