Por: Rafael Grooscors Caballero - grooscors81@gmail.com - Tenemos la sospecha de que nuestros mensajes --para algunos, probablemente para muchos-- están desubicados en el tiempo y que el inconsciente nos arrastra hacia el pasado, en consonancia con la experiencia vivida. En una oportunidad dijimos que la unidad posible no era la unidad perfecta y solicitábamos una multiplicación de la MUD en tantas mesas como fuera exigible en orden a las características de la sociedad civil en pleno. Hablábamos de horizontalizar la acción, por contrario imperio al verticalismo de los partidos; de la necesidad de una conmoción nacional, de un estremecimiento inaudito, de la promoción de una sorprendente fuerza masiva, superior a la de la marcha del 11 de Abril del 2002, como para arrinconar, inerme, a los ductores del ilegítimo y tramposo régimen que nos oprime. Porque estamos convencidos de que “por las buenas” no lograremos superar la trampa. Luego dijimos: las primarias son secundarias y nos propusimos a desarrollar el tema de la denuncia, como agenda alternativa, distinta a la del oficialismo, persuadidos de que seguir la ruta por ellos trazada, nos llevaría, otra vez, a la trampa y seguiríamos perdiendo la “guerra”. Finalmente dimos en el blanco –según nuestra opinión-- al señalar que el CNE era un consejo desaconsejable y precisar que no podríamos embriagarnos de pacíficas vías electorales, si no obligábamos al régimen a permitir la sustitución de los Rectores del actual tribunal de elecciones y cambiar completamente las reglas del juego, para permitir una contienda civilizada y dejar al soberano decidir con transparencia su destino. Muchos nos han dicho que nos equivocamos cuando basamos nuestra apreciación de la trampa, en un fraude presuntamente organizado, fraguado, cometido por el régimen en ocasión al Referendum Revocatorio del 2004. “¡Que no hubo fraude!”, nos dicen, y justifican su criterio en múltiples informes de autorizados equipos de investigación que así lo demuestran, contrariando no sólo nuestra opinión, sino la de los millones de venezolanos que se sienten defraudados por la trampa continuada del régimen. Los informes referidos dicen, por ejemplo, que el salto de la configuración del REP para la fecha (Agosto del 2004) cuando, sorpresivamente, dos millones de “nuevos” venezolanos se acordaron de que debían inscribirse para votar, corresponde a jóvenes y mayores de 80 años rezagados, (re-za-ga-dos)... responsabilizados ahora, desde ese momento, de su obligación de participar en esa y en cualquier otra de las elecciones convocadas por el Poder Electoral. ¿Venezolanos arrepentidos, quienes entonces aparecieron votando por el socialismo? Y luego nos explican que la cuantiosa inversión en las máquinas y la tecnología de SMARMATIC y de las CAPTAHUELLAS se justificaba por el deseo, la voluntad del régimen, de dar mayor transparencia a la expresión del soberano, dada la importancia del evento para la historia de la República. Es decir, según esta justificación, el anterior sistema (INDRA, células fotoeléctricas) el cual, por cierto, permitió la elección de Chávez el 98 y su reelección el 2000-- no garantizaba suficientemente la intención fidedigna del voto del elector y su cualidad para su participación en la importante cita, convocada para decir SI o decir NO al trance revocatorio, inmediata y caprichosamente transformado en ratificatorio. ¡Vaya ironía! ¿Cuál era esa necesidad imperiosa de “meter” en el REP a los “rezagados” y de adquirir todo un nuevo sistema de votación, costosísimo y más bien de dudosa idoneidad, a más de revisar una por una, con lupa y meticuloso criterio excluyente, las firmas de los solicitantes del Referendum Revocatorio, -recurso constitucional único: derecho a revocar por parte de los mismos votantes que eligieron a un funcionario de la importancia de un Jefe de Gobierno- si no hubiera sido por la terca y tramposa disposición del régimen de decirles que NO a los que dijeran que SI? Porque al Presidente (revocado desde el 2004) lo habían electo, en el 98, Tres Millones Seiscientos Mil venezolanos y en el 2000 lo habían reelecto Tres Millones Setecientos Mil votantes, por lo cual, de acuerdo a lo dispuesto por el Artículo 72, de la Sección Segunda, del Capítulo IV de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, con tal de que “igual o mayor número de electores decidiere, luego de adecuadamente solicitado, a favor de la revocatoria de su mandato, se procedería al desconocimiento de su autoridad y a la convocatoria inmediata de un proceso emergente para sustituirlo”. Pero no se hizo así, (casi Cuatro Millones le pidieron que se fuera, sin contar los “inhabilitados” por las firmas planas y los que se abstuvieron, otros Cuatro Millones) sino que se inventó dar carácter Plebiscitario al evento y se utilizó al efecto la conducta servil de los “honorables” magistrados del TSJ, para reformar el texto constitucional y contrariar la intención del constituyente, transformando el carácter intrínseco del derecho del soberano a revocar y, más bien, colocando al gobierno en alevosas condiciones para ganarle al pueblo, precisamente, de modo y manera imperiosa de configurar la trampa en la cual, desde entonces, vivimos. Desde ese momento “cargamos” con un REP y un Sistema Electoral “inauditable” y aún cuando se han dado circunstancias extrañas, en el ámbito comicial –las elecciones parlamentarias del 2005; la reforma constitucional del 2007 y el mismo proceso de septiembre del año pasado— que señalaron al gobierno perdiendo consultas, para nada éste cedió en su voluntad de “atornillarse” monárquica y autocráticamente, por hoy y para siempre, desafiando las más elementales reglas del Estado de Derecho y de la Democracia, bajo un supuesto y falso respeto al ciudadano. Lo repetimos una vez más, a riesgo de que nuestras palabras puedan ser interpretadas como un llamado inconstitucional a la rebelión: si no sustituimos al actual Rectorado del CNE, para procurar su integración equilibrada, su justa cualidad técnica y profesional no parcializada, la limpieza de su “funcionariado” y la “sinceración” del REP, así como la revisión de todas las reglas estatutarias acordadas después del trance del 2004, tendremos “la guerra” perdida de antemano. El 2007 el pueblo le dijo que no a la reforma constitucional, pero el Presidente reformó la Constitución y se burló del soberano. El 26 de septiembre del 2010, el 52% de los votantes procuramos elegir a una Asamblea representativa de nuestra voluntad y el CNE se burló de nosotros y prefirió la otra voluntad, la del derrotado 48% para lograr casi las dos terceras partes de la integración del Cuerpo Legislativo con diputados del Gobierno. ¿Hay o no hay trampa, en el ejercicio continuado de las consultas al pueblo? ¿Seguiremos permitiendo la prolongación de esa trampa y correremos, irresponsablemente, el riesgo de ser nuevamente burlados por el revocado de turno en diciembre del 2012? ¿Podremos escoger con toda honestidad y pacíficamente, en primarias o en secundarias, un candidato que nos interprete, que entienda los sentimientos y aspiraciones de las grandes mayorías nacionales y lanzarnos con ese candidato a una contienda civilizada, para oponernos a la opción de la monarquía autocrática gobernante y esperar con paciencia franciscana que se nos reconozca una victoria, sin que ni siquiera, por pírrica que fuere, nos la permita el régimen? ¿Somos ingenuos o nos queremos engañar? ¿Cómo hacer para que los millones de venezolanos que se vienen absteniendo, fundamentalmente porque no creen en el sistema electoral y porque piensan, lógicamente, que su voluntad no será respetada, terminen participando y votando contra el socialismo trasnochado del actual régimen? ¿Aceptando como está al árbitro de la trampa, el CNE y su REP? ¿Qué nos pasa? ¿Conspiramos todos contra la verdad, falseamos la historia y le cerramos las puertas al futuro de esta Venezuela nuestra, a la que ya parece que no queremos? Respondámonos con seriedad: somos mayoría... pero tenemos que demostrarlo. Hay que desmontar la trampa y ganar de inmediato “la guerra” a los actuales dueños del Poder. Tenemos que vencer. Quince Millones de venezolanos nos observan. América y el mundo esperan coherencia de nosotros. La humanidad nos reclama ser dignos de la justicia y de la libertad. ¡Recuperemos la democracia ya o nos hundiremos en la tiranía! Una vez más, llegó la hora de las grandes decisiones. No esperemos que concluya el último minuto de esta hora crucial, para tomar oportunamente la decisión que más nos conviene. No sigamos engañándonos. No seamos ignorantes, ni tontos ni cobardes. Un paso al frente... y ¡a la carga!
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