No hay árbol bueno que dé frutos malos,
ni árbol malo que dé frutos buenos:
cada árbol se reconoce por su fruto.
No se recogen higos de los espinos
ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien
del tesoro de bondad
que tiene en su corazón.
El malo saca el mal de su maldad,
porque de la abundancia del corazón
habla la boca.
San Lucas 6,43-49
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