Por: Golcar Rojas - http://wp.me/pEXLe-j9 - Ya han pasado los días y aún no me recupero del impacto que significó para mí la noticia de la muerte de Franklin Brito, creo que nunca podré superar la sensación de impotencia que me produce el no haber tenido la capacidad para interceder por él y el sentimiento de vergüenza y frustración que me produce el que en mi país puedan llegar a ocurrir eventos que, hasta hace pocos años, nos parecían tan lejanos y ajenos. Finalmente, pasó lo que desde hace tiempo temíamos que pasaría, aunque en el fondo del alma esperábamos que ocurriera una especie de milagro que, o bien hiciera que Franklin Brito desistiera de su huelga de hambre y buscara una vía alternativa para luchar por sus derechos, o que el gobierno de Venezuela tuviera un instante de lucidez, dignidad y respeto a los Derechos Humanos y escuchara el pedido de justicia que durante años venía haciendo el agricultor. No sucedió el milagro y Franklin Brito sucumbió de inanición sin que al régimen se le moviera un solo ápice de fibra humana e intercediera para que un ciudadano venezolano no terminara su vida en su afán por recuperar lo que de manera injusta le había sido arrebatado. Brito fue un hombre que no dejó que quebrantaran sus principios, al punto de dar la vida por lo que consideraba justo. Su muerte impune pesará en la conciencia de todos los venezolanos por muchos años, principalmente en la de los representantes del régimen pero también en la de todos los que contemplamos inermes su fallecimiento que no es más que la evidencia y declaración de la impunidad que vive Venezuela. El ya descansa en paz, no sé si los venezolanos podremos hacerlo cargando con semejante peso en la conciencia. Para algunas personas, la muerte del agricultor por insistir en su protesta, no es más que una muerte más en un país catalogado como uno de los más. Las manifestaciones de apoyo a la causa de Franklin Brito se deben mantener (Foto: @Gbastidas) violentos del mundo y en el que la muerte a manos del hampa se ha vuelto cotidiana y pareciera no asombrar a nadie. Otros, consideran que Franklin Brito entregó su vida únicamente por defender un puñado de tierras. Quienes así piensan no han comprendido que la batalla que dio el agricultor lo trascendió incluso a él y se convirtió en mucho más que una pelea para recuperar efectos materiales. Franklin Brito es emblema de un hombre que no permitió que un régimen despótico le hiciera bajar la cabeza y traicionar sus principios y, en este sentido, llegó a convertirse en un ícono en la batalla que se libra en Venezuela por el respeto a los Derechos Humanos y a la propiedad. A los pocos minutos de conocerse la noticia del fallecimiento de Brito, no pude evitar preguntarme ¿Qué habría sucedido si cuando el agricultor se apostó a las puertas de la OEA en Caracas para ver si ésta institución intercedía por su causa, los líderes políticos de oposición hubieran atendido el llamado que desde las redes sociales como Twitter se les hacía para que hicieran una convocatoria a una concentración masiva frente al organismo internacional para apoyarlo y presionar para que el gobierno le diera una respuesta a su petición? Lamentablemente, esa manifestación masiva no se dio y ya no vale la pena llorar sobre la leche derramada. Algunos políticos en esa oportunidad se acercaron individualmente, casi a hurtadillas, a la sede de la OEA a expresarle apoyo a Brito y a su esposa y nada más. Ahora, aunque algunas personas le parece que esos políticos no deben tomar la muerte de Brito como bandera de lucha, yo considero que sí. Que ahora hagan lo que no hicieron cuando él vivía, que la causa de Brito sea tomada como causa nacional para tratar de recuperar el estado de derecho y que la esposa e hijos de Franklin Brito sean indemnizados por el Estado. Ya no se podrá hablar de hacerle justicia a Brito porque lo justo habría sido que su pedido fuera atendido oportunamente y evitar su muerte, pero se trata de hacerle justicia a Venezuela y remediar en algo la situación de intemperie en la que ha quedado su familia. Porque, si no se hace nada, si todo termina aquí, sin reaccionar, entonces, a Franklin Brito lo estaremos matando por segunda vez. Se puede decir que la hora en que declararon la muerte médica de Franklin Brito, es la hora que que la justicia en Venezuela dio su último respiro. Ya nos enteramos con estupor como el régimen en lugar de reivindicar a la familia de Brito, pretende ejercer una acción ignominiosa y abominable como lo es pretender procesar y perseguir a los Brito por “inducir al suicidio al agricultor”. Si algo de dignidad y de solidaridad queda en el pueblo venezolano, esto no lo podemos permitir. Ya suficiente es cargar con la vergüenza de la muerte de Brito para además permitir que se atropelle a sus sobrevivientes. No podemos permitir que el régimen ahora pretenda lavarse las manos endosándole la responsabilidad de la muerte de Franklin a quienes lo apoyaron durante su batalla. En Caracas y Anzoátegui han aparecido graffitis en las calles que inculpan a Chavez. El mismo Carlos Escarrá, diputado del régimen, reconoció que al trasladar a Franklin Brito al Hospital Militar contra su voluntad, se estaba aplicando el artículo 43 de la Constitución que reza “El estado debe proteger su vida”. A confesión de parte, relevo de pruebas. La responsabilidad de la vida de Brito estaba enteramente en el Estado, el cual falló en el cumplimiento de su deber. Todos somos responsables de la muerte de Franklin Brito, el régimen venezolano de primero por no permitirle que se le hiciera justicia y luego quienes contemplamos impávidos cómo la ausencia de justicia y de derechos le arrebató la vida al agricultor y permitimos el atropello. La muerte de Brito nos deja un demoledor mensaje: en Venezuela, no tienes derechos ni justicia aunque los defiendas con tu vida. Su deceso es la evidencia de la pobreza moral e indolencia de un país sin justicia. La causa de Brito no puede morir con él, no lo matemos ahora también de olvido.
viernes, 3 de septiembre de 2010
No puede morir dos veces
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