domingo, 18 de octubre de 2009

Las máscaras


Por: Merlina Meiler - Atraes gente que no es la indicada para ti. Ya te ha sucedido antes: conoces a alguien, te sientes inmensamente atraído o atraída hacia ese ser, y luego de un tiempo te preguntas ¿qué hago aquí? Huyes sigilosamente, desapareces sin dejar rastro ¿no es hora de que te quites la máscara de una vez? Eres una persona a quien los que lo rodean describen de una manera que no te es demasiado familiar. Parcializan tu personalidad y sólo destacan algunos aspectos que no son tan exactos, según tu punto de vista, aunque de alguna manera pareciera que tienen un remoto dejo de realidad. Lo real es que eres hipersensible, a un grado tan extremo de volverte vulnerable. Ante tanta desprotección, creas una fachada que tapa las partes que podrían generarte algún tipo de dolor. De esta manera te desarrollas en la sociedad en carriles que ya conoces y que has probado una y otra vez, por lo cual te dan seguridad. Crees que te encuentras a salvo. Para no correr riesgos utilizas una máscara (yo lo llamaría también caparazón) que es bien distinto a como realmente eres: simple y vulnerable. No sueles mostrarte de esta manera, ya que consideras que si la gente descubriera cómo eres en el fondo de tu corazón, no tolerarías ni la exposición ni el altísimo nivel de vulnerabilidad que te conecta a la realidad en la que vives. ¿Podrías soportar que alguien rechace o no quiera a quien realmente eres? Tu mejor defensa es mostrar máscaras, y de esta manera intentas paliar el efecto de un rechazo. Esta fachada levanta paredes infranqueables entre las personas, ya que antes de entablar una relación el boicot ya se ha activado, y la posibilidad de una conexión emocional, también. ¿Qué sucede entonces? Tú eres el que hiere primero, antes que aparezca la remota posibilidad de que te hieran a ti, y abandonas, mientes, engañas. No es un mecanismo consciente, ya se ha instalado en tu subconsciente, y esta situación se repite ante estímulos similares. Además, tu máscara cumple otra función: atraes gente que se ve seducida por esta fachada que has inventado, y no por quien realmente eres. Incluso, probablemente acostumbras buscar parejas para paliar la soledad que te abruma, gozando de compañía - por lo general ocasional - para que llene el vacío que se produce al no poder dejar emerger tu verdadera personalidad. Prefieres relacionarte desde este lugar y no desde el interés genuino en quien busca una conexión emocional contigo. De este modo, ya sabes de antemano que nunca llegarás a algo concreto con tus parejas, sean ocasionales o con algún rasgo de estabilidad. Eliges continuar en la misma tesitura, para minimizar (a veces infructuosamente) la posibilidad de sufrir. ¿Mas qué sucede cuando la máscara es aceptada? Se produce un conflicto aún mayor y te frustras, ya que no te quieren a ti por la persona valiosa que eres, sino a la fachada que has creado. Para peor, cada tanto aparece alguien que lee a través de todas tus máscaras, que logra una empatía muy especial contigo, y se conecta con tu vulnerabilidad y tus emociones más íntimas. Esto te deja desprotegido e indefenso, sin saber qué hacer o cómo reaccionar, ya que en este caso los mecanismos de defensa inconscientes que venías activando no surten efecto. A esta altura, déjame decirte que quien hiere primero, hiere dos veces: a la otra persona por el maltrato o el abandono injustificados, y por consiguiente... a ti mismo, ya que sientes que has herido a quien no lo merecía. Además, caminas por un sendero muchas veces transitado. Parece un círculo cerrado ¡pero no lo es! Puedes deshacerte de tus máscaras si verdaderamente lo deseas. La oportunidad de cambio hacia relaciones más gratas y saludables está en tus manos, sólo depende de ti decidir que ha llegado ya el momento oportuno para dejar las máscaras atrás y dejar que tu personalidad fluya. ¿Estás listo (o lista) para dejar caer tus máscaras? Solo tu lo sabes.

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