Por: Rafael Muci - rafael@muci.com - Estadísticas a la cubana, repletas de abultadas mentiras. Todos los perros son animales; todos los gatos son animales; entonces, todos los perros son gatos. "Mentiras, detestables mentiras y estadísticas", es parte de una frase atribuida a Benjamin Disraeli (1804-1881) y popularizada por Mark Twain (1835-1910), quien también dijo una vez: "Hay que cuidarse de esos que usan las estadísticas igual que un borracho un poste de alumbrado público; éste, más para sostenerse que para iluminar". Estadísticas a la cubana, repletas de abultadas mentiras, no importando las penurias que el pobre pueblo padece y que sólo son para ser digeridas con fruición por los nuevos socialistas. Aún no me explican cómo en un "mar de la felicidad" seres infelices y desesperados, a sabiendas de que pueden ser carne de tiburón, armados de esperanza, se lanzan a la mar en tripas de carro esperando poder pisar la tierra del infamado imperio. La psiquiatría definió el hábito de mentir constantemente como mitomanía. Una tendencia a mentir, crear y llegarse a creer las fábulas que uno mismo inventa. Por ello Chávez proclama indignado que la salud es un desastre y que su emblemático Barrio Adentro ha fracasado... Una semana después -en medio de ineficiencia y podredumbre- se atreve a decir con frescura que el problema ha sido resuelto importando más esclavos cubanos y chatarra médica triangulada por Fidel. Para el enfermito todos los medios son buenos para tergiversar una realidad a ojos vista. Su mitomanía es al tiempo vanidosa y perversa. Habla de su éxito como arañero de Sabaneta -invención trucada con un fin- y al mismo tiempo, guardándose de mencionar salvatajes heroicos como los del Museo Militar, arremete, engaña y daña a los pobres que todavía le acompañan. Con las estadísticas pueden probar todo, menos la verdad.
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