miércoles, 30 de enero de 2008

Patética incomprensión


Por: Antonio Cova Maduro ND /El Universal - Desde el calabozo donde espera la inminente guillotina, Danton, el caído líder de la Revolución Francesa, grita a quienes le han condenado a tan horrible muerte: "Tres meses les doy. ¡Les quedan tres meses!". Muy posiblemente los aludidos no le oyeron y si lo hicieron, no le pararon. No hizo falta. Con la abrupta caída (el 9 de Thermidor) de quienes tres meses antes lucían vencedores, concluyó definitivamente el Terror y con él, la Revolución misma. Los estudiantes de la Católica, que acaban de ver, sobrecogidos, la sensacional película de Andrej Wajda, Danton y Robespierre -como parte de su educación en Historia Social contemporánea- a lo mejor no conectan lo que ella narra con los fascinantes acontecimientos que los venezolanos estamos viviendo. En efecto, si ellos se tomaron a pecho el insistente repique de los partidarios del NO en el pasado referéndum, pudieron creer que, realmente, el liderazgo de Chávez no estaba en juego. Era, como decían, la aceptación o el rechazo a su propuesta de Reforma Constitucional. Nada más; pero tampoco¿ ¡nada menos!, olvidaron añadir los proponentes del NO. Por supuesto que, formalmente, los proponentes del NO tenían razón. Es más, dadas las alocadas -y desesperadas- esperanzas de muchos venezolanos, a quienes Chávez les ha colmado el vaso hace rato, era, muy, pero muy conveniente, destacar la salvedad: sólo se votaba por el rechazo a la Reforma. Lo demás quedaba pendiente, parecía dejarse implícito. Lo que ha sucedido después ha convertido lo implícito en explícito. En política, en efecto -como quizás en muchas otras cosas- las consecuencias de lo que sucede, muchas veces desbordan las intenciones de quienes en ellas intervinieron. Como decía el sociólogo Robert Merton: intenciones subjetivas no empreñan consecuencias objetivas. Y es que, una vez que nuevos hechos se producen, lo que de allí se genera ¡es incontrolable! Nadie quizás lo haya expresado mejor que Carlos Blanco en su artículo el pasado domingo por este mismo diario. El crepúsculo ya comenzó y no es algo que sólo atañe al Gobierno, o a su gestión. No, atañe al corazón mismo del proyecto político que Chávez, hasta la madrugada del Lunes 3D, propugnaba triunfal. Esa madrugada, lo heroico se tornó patético y lo peor: el hombre se comporta como si nada hubiese pasado. Cayó estrepitosamente frente a todos y sigue actuando como si estuviese en pie. Pero su infortunio no terminó con el impresionante traspié. No. De allí en adelante inició el harakiri y en eso sus amigos de las FARC le han ayudado burda, sosteniéndole el puñal como para que no falle, ni se arrepienta. Desde el ridículo inmisericorde, cuando Villavicencio se fue vaciando de todo el parapeto armado para el show, hasta la lectura pública de las cartas que las rehenes llevaron a familias desesperadas, todo ha sido de terror. Se ha ido cumpliendo la conseja de que nadie sale ileso de meterse a redentor en la tragedia colombiana. En aquel momento apareció en Chávez un modo de actuar, que mucho rédito le ha dado y que esta vez mostró serle fatal: con la arrogancia que a ratos exhibe, se le ocurrió, no pedir, sino exigir que esa banda terrorista (las FARC) no sólo fuese sacada de la lista internacional de terroristas, sino que se la considerase como "fuerzas beligerantes". El puñal del harakiri se sintió profundo. En eso, las FARC nada perdieron con su riesgosa petición, pero Chávez quedó peligrosamente chamuscado; y ni siquiera siente el olor a quemado. No se ha dado cuenta de que a sus gritos destemplados se le van los gallos. Y lo peor: delante de todo el mundo y grabado por televisión. De nuevo su némesis: los imborrables videos que rápido circulan por el mundo entero. Ya cesó el eco, aquél que convertía sus deseos en expresas órdenes, ¿se acuerdan? Bastaba que dijese, como quien no quiere la cosa, "sería bueno que tal y tal cosa" para que, de inmediato los eunucos comenzasen, no sólo a convertir lo "sugerido" en órdenes, sino que, sin mediar preguntas, procedían a implementarlas. Nada de eso ahora. Súplicas, deseos, arrebatos, quedan sin eco, con escasos y escondidos titulares de prensa. La magia agoniza y las ratas huyen. Y un signo crítico: ya la oposición no entona su Réquiem. ¿Recuerdan? Que si el Gran Comunicador, que si buchón de petrodólares, que si hace lo que quiere. La oposición está, más bien, preparando afanosa el 9 de Thermidor de Hugo Chávez. Corren ya los tres meses que Danton vaticinara y el harakiri prosigue, sin pausa y sin tregua.

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