viernes, 5 de octubre de 2007

¡Que bueno!

¡QUÉ BUENO! Las circunstancias de la vida se presentan ante nosotros como dados lanzados sobre una mesa de vidrio. No importa cómo los tiremos. Siempre veremos los números variando nuestra perspectiva. En la vida hay gente que ve los números bajos; otras, los altos.
Cuentan que un rey tenía un consejero que ante circunstancias adversas decía: " ¡Qué bueno! " Un día de cacería, el rey se cortó un dedo del pie y el consejero exclamó: " !Qué bueno! ". El rey, cansado de esta actitud, lo despidió y el consejero le respondió: " !Qué bueno! ". Tiempo después, el rey fue capturado por una tribu enemiga de su reino y quiso sacrificarlo ante su dios. Cuando lo preparaban para el ritual, vieron que le faltaba un dedo del pie y decidieron que no era digno de ser ejecutado para su divinidad al estar incompleto, dejándolo en libertad. El rey ahora entendía las palabras del consejero y pensó: " ¡Qué bueno que haya perdido el dedo del pie, de lo contrario ya estaría muerto!". Mandó a llamar al consejero y le preguntó porqué dijo " ¡qué bueno..." cuando fue despedido. El consejero respondió: "Si no me hubieses despedido, habría estado contigo cuando fuiste capturado y como a ti te habrían rechazado, a mi me hubieran sacrificado". La vida es como un laberinto con muchos caminos por tomar. Podemos estrellarnos contra las paredes cuando las circunstancias son difíciles. Pero hay que tomar una actitud como la del consejero de la historia: Positiva y de desapego. Nada ganamos angustiándonos, preocupándonos y torturándonos con los problemas. Para cualquier dificultad en la vida existe una razón que muchas veces escapa a nuestra perspectiva y no entendemos en el momento. No podemos entender el porqué de todas las paredes del laberinto; a menos que nos elevemos y veamos la figura completa. La vida es un aprendizaje permanente: Todo estudiante recibe primero la lección y luego el problema por resolver. En la vida real es al revés: Primero nos dejan problemas para resolver y luego debemos deducir la lección. De la misma manera, así como la tensión durante un examen baja nuestro rendimiento, la vida nos prueba que la mejor forma de rendir bien es con desapego y buena actitud. ¿Por qué es tan difícil enfrentar los problemas con una actitud positiva?. Por la distancia entre el problema y Tú. Imagínate que vas en patines y remolcado por un auto. Si la cuerda está muy corta entre el auto y tú, seguramente no verás con anticipación los baches en la pista y te golpearás. En cambio si la soga larga, verás los baches y podrás esquivarlos. Lo mismo ocurre en la vida: Mientras más distancia tomemos y tengamos más soga entre nosotros y los problemas, podremos tener la libertad para escoger nuestra respuesta y evitar los golpes. El estrés, el trabajo exagerado, la falta de tiempo para descansar, para la familia y para desarrollar actividades espirituales; en suma, el estar desbalanceado, acorta la soga y nos quita libertad para responder. Si llegamos a casa con estrés y nuestro hijo comete una travesura, reaccionamos desproporcionadamente, haciéndole daño a quien más queremos. Cuando estamos tensos en la oficina y un colega nos hace una crítica, explotamos. Así creamos un clima laboral contraproducente y afectamos las relaciones interpersonales. Dedícale tiempo a la persona más importante en tu vida: TU. Alarga la soga ante los problemas, balanceando tu vida. Así, la próxima vez que te enfrentes a una dificultad, podrás decir como consejero del rey: " !Qué bueno! "

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