jueves, 4 de octubre de 2007

El Halcón



El Rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al Rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que al otro no sabía lo que le sucedía: No se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí. El Rey mandó a llamar curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó, entonces, la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un bando entre sus súbditos y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. "Traedme al autor de ese milagro", dijo. Enseguida le presentaron a un campesino. "¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?" Entre feliz e intimidado, el campesino sólo explicó: "No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta que tenía alas y empezó a volar."
¿Sabemos que tenemos alas?
¿Sabemos que podemos volar y a qué estamos agarrados?
¿Nos damos cuenta que no nos podemos soltar?
¿Qué está esperando nuestra rama para romperse?
¿Quién o qué la puede cortar?
¿Cuáles son las razones que hoy nos impiden levantar vuelo?
¿Estamos haciendo algo importante?
"No podemos descubrir nuevos mares a menos que tengamos el coraje de perder de vista la costa". Vivimos dentro de una zona de comodidad donde nos movemos; creemos que eso es lo único que existe. Dentro de esa zona está todo lo que conocemos y todo lo que creemos. Viven nuestros valores, nuestros miedos y nuestras limitaciones. En esa zona, reina nuestro pasado y nuestra historia. Todo lo conocido, cotidiano y fácil. Es nuestra zona de comodidad y, por lo general, creemos que es nuestro único lugar y modo de vivir. Tenemos sueños, queremos resultados extraordinarios, buscamos oportunidades, pero no siempre estamos dispuestos a correr riesgos, no siempre estamos dispuestos a transitar caminos difíciles o incómodos. Nos conformamos con lo que tenemos; creemos que es lo único y posible y aprendemos a vivir desde la resignación. El liderazgo es la habilidad que podemos adquirir cuando aprendemos a ampliar nuestra zona de comodidad. Cuando estamos dispuestos a correr riesgos. Cuando aprendemos a caminar en la cuerda floja. Cuando estamos dispuestos a levantar la vara que nos regaló Dios y que mide nuestra potencialidad. Un verdadero líder tiene seguridad en sí mismo para permanecer solo, coraje para tomar las decisiones más difíciles; audacia para transitar hacia lo nuevo con pasión y ternura suficiente para escuchar las necesidades de los demás. El hombre no busca ser un líder, se convierte en líder por la calidad de sus acciones y la integridad de sus intentos. Los líderes son como las águilas, no vuelan en bandadas; los encuentras cada tanto y volando solos... Nadie vendrá a rescatarnos. Nadie cortará la rama. Nosotros somos los magos. El futuro esta en nuestras manos. Sólo necesitamos comenzar... ¡AHORA!
Cortesía de Humannet.com/Jul-00
E-mail: humannet@cantv.net

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