jueves, 4 de octubre de 2007

Carta Abierta al Fiscal Isaías Rodríguez


Caracas, 26 de Abril del 2006
Abogado Isaias Rodríguez
Fiscal General de la República
Su Despacho.-

Abogado Rodríguez:
Le estoy enviando esta carta sin esperar ningún tipo de reacción, de respuesta (que no la quiero) y mucho menos de rectificación de su parte en ningún aspecto que se encuentre dentro del ámbito de acción y jurisdicción que debe tener el Fiscal General de la República que no es otro que ser, coloquialmente hablando, el Abogado Defensor de los Ciudadanos del país, es decir, el Magistrado que representando el interés público interviene en los problemas civiles, cuando es necesario. Debo confesarle, en primer lugar, que me es muy difícil mantener claridad en los pensamientos que quiero expresarle en esta carta porque aun cuando me he impuesto, en aras de mantener altura en mi conducta y vocabulario, coherencia con mis principios y valores y tranquilidad de mi espíritu, en algunas ocasiones la indignación se me exacerba a tal grado que me resulta duro el mantener sindéresis en mis planteamientos y, sobretodo, mantener una conducta acorde con la educación recibida de mis padres. El día de ayer leí en el foro de Noticiero Digital la reseña sobre sus declaraciones relacionadas con el caso del Padre Piñango, pero no lo había escuchado directamente de Ud. tal como lo hice anoche y, por segunda vez, esta mañana en la repetición de las mismas. No le puedo describir en palabras la avalancha de sentimientos encontrados que me produjo el ver su rostro al hablar y el escucharlo declarar lo que dijo con el vocabulario escatológico por Ud. utilizado. No logré calificarlo a Ud. como persona, como Fiscal, como ser humano, con palabras que pueda yo traducir en esta carta. Yo, a diferencia suya, no lo voy a juzgar porque simplemente no me corresponde; pero indiscutiblemente no puedo entender cómo es que una persona pueda llegar a conductas de tal abyección que extrapolen cualquier límite humano y de decencia básica que tenemos que tener todas las personas en cualquier situación, en especial en aquellas que contengan situaciones harto difíciles como la que se nos presenta con el caso del homicidio del Padre y, más, cuando se ejerce un cargo tan delicado como el de Fiscal General. Me llama la atención el que Ud. ha puesto el centro de sus declaraciones en hacernos partícipes (informarnos, según Ud.) sobre las supuestas tendencias sexuales que hubiera podido o no tener el Padre Piñango en lugar de centrarse, como es su deber de Fiscal, en el homicidio del cual fue objeto. El homicidio Rodríguez, ESE es el problema central del asunto y que debe ser abordado con sensatez y mesura por la Fiscalía. Al colectivo no nos interesa lo adyacente; nos interesa lo central y LO CENTRAL, es el homicidio del Padre, no las consideraciones despreciables y personales (e interesadas políticamente) que Ud. pueda tener y que no se compaginan con el papel ponderado y decente que el Fiscal de la República debe tener. Con su conducta, con sus declaraciones, con su expresión facial y corporal no deja lugar a dudas que todo fue un plan muy bien urdido para lograr justo lo que Ud. pretende: que el colectivo entienda que por las tendencias homosexuales que el Padre Piñango hubiera podido tener, fue asesinado. ¿Debemos entender entonces que, en un supuesto negado las tendencias del Sacerdote hubieran podido ser las descritas subrepticiamente por Ud. en su declaración... merecía ser asesinado entonces?. No me quiero extender porque realmente no vale la pena. Esta carta la estoy enviando porque, como CIUDADANA venezolana, necesito y tengo derecho a levantar mi voz de protesta por ante la Fiscalía General de la República ante la ignominiosa conducta que Ud. ha mantenido hasta ahora la cual encontró su clímax en las declaraciones infames de ayer. Le recomendaría el escuchar al Comisario Álamo del CICPC, para ver si logra aprender lo que significa ser decente en el manejo de situaciones difíciles. Pero no quiero concluir sin hacerle saber que me avergüenza ser colega suya; me avergüenza que sea Ud. un representante del Derecho en Venezuela; me avergüenza que esté Ud. DETENTANDO de manera deleznable un cargo tan especial como lo es el de Fiscal General de la República. Pero mi vergüenza jamás podrá ser comparable a la vergüenza que debe sentir su hija. Su hija... ¿Se acuerda de su hija Rodríguez... la que le escribió aquella carta hermosa que Ud. nos diera a conocer mucho tiempo atrás en una entrevista a página completa y en la que le pedía, COMO UNA HIJA A SU PAPÁ, que ejerciera el cargo de Fiscal con justicia y con ecuanimidad para su orgullo de hija?. Me pregunto ¿Qué estará pensando su hija de Ud. en este momento al ver su conducta Rodríguez?. ¿Ud. ha pensado en eso?. Como dijo el Padre Chirivella en su declaración: su conducta, Rodríguez, traducida y condensada en su declaración de ayer, no denota otra cosa que su total, absoluta y definitiva falta de hombría. Usted. no solamente ha mancillado la memoria de una persona asesinada, independientemente que haya sido Sacerdote o no y al margen de los detalles personales de su vida; sino que, adicionalmente, Ud. ha horadado de manera inmisericorde, aún más, los corazones de unos padres ancianos a quienes les fue arrebatado su hijo y quienes ahora tienen que soportar que Ud. enlode su memoria ante la opinión pública dando detalles dantescos los que, aun en caso que fueran ciertos, no sabemos si fueron producto de una violación... por ejemplo. Esta muy clara cual es la intención de Ud. como brazo articulado del régimen que muy bien representa con su conducta; intención que no es otra que atropellar a la Iglesia en la reputación de un sacerdote asesinado para lograr desarticular la conexión del pueblo venezolano con la fe católica; fe que está divorciada incuestionablemente de la esencia del régimen comunista que Ud. muy bien representa. Pero no lo va a lograr Rodríguez sencillamente porque el pueblo venezolano... TODO EL PUEBLO VENEZOLANO... está muy por encima de TODOS los gobernantes que hemos tenido. Y llegará el día en el que no quede la más mínima duda de eso. Pero déjeme decirle que no siento rabia hacia Ud. y mucho menos desprecio, porque el único sentimiento que una persona como Ud. puede producir a toda una ciudadanía como la venezolana, es el de una profunda lástima. Solo eso.
Atentamente,
Magda Mascioli G.
Publicada en ND

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