lunes, 2 de septiembre de 2013

Plaza Altamira


 









Por: Magda Mascioli G.

Asistí a la concentración a Plaza Altamira por la marcha en favor de Ivan Simonovis. 

Me enteré de la misma porque por casualidad entré a twitter casi en la madrugada de ese Sábado y una de las personas a las que sigo, lo había colocado. 

Llegué a la plaza un poco antes de las 10 de la mañana. Casi no había gente. Me senté en uno de los bancos y me puse a observar.

El convocante, Antonio Rivero, estaba muy entretenido posando y tomándose fotos teniendo como fondo el camión que encabezaría la movilización.

Ese mínimo detalle, pensé, denota la falta de seriedad y la poca ponderación que se hace del problema de Ivan Simonovis.

Desvié la mirada porque me llamó la atención que en un banco cercano al sitio donde Rivero tenía su sesión de fotos, había un grupo de señoras que estaban rodeando, como abejas al panal, a las que estaban sentadas. Desvié mi mirada hacia ese sitio porque me llamó la atención la excesiva zalamería y adulación que se evidenciaba en algunas de ellas. 

Dejé el asunto pendiente porque me puse a observar a las personas que estaban cerca. 

Una señora muy humilde, comentó: "Aquí no hay nadie pero ¿Cómo va a haber si no avisan como es?".

Una sra. que la escuchó le dice con un dejo de suficiencia, desprecio y pedantería: 

"Pero claaaaro que avisaron señora, sería que ud. no leyó, pero eso lo avisaron por twitter, por correo, por todas las redes sociales ¿Cómo va a decir ud. que no avisaron?". 

La Sra. humilde se le queda viendo y le responde: 

"Lo que pasa es que yo no conozco de nada de eso sra. Yo no tengo computadora, no tengo twitter, no estoy en eso que ud. llama redes sociales ni nada de eso. Mi teléfono es básico, un vergatario. Estoy aquí porque cuando pasé por la plaza me di cuenta que estaban haciendo algo y me acerqué.

La señora le dice, con movimientos acordes: ¡Aaah! bueno pero eso no es culpa de nadie señora, imaginese. La cuestión es que avisaron. No van a ir a su casa a decirle, ni de casa en casa. Todos los lideres tienen mucho trabajo. La gente se tiene que informar y no esperar siempre que los demás le avisen.  

Yo me le quedo mirando sin estar segura de lo que merecía en realidad, no solo por la respuesta sino por su actitud, por su lenguaje no verbal. Me volteo a ver a la Sra. humilde y me doy cuenta que está mirando al frente, con la mirada como perdida, pero sin lugar a dudas analizando lo que acababa de escuchar y pensando la respuesta.  

Ante su actitud me dije: no te metas que esta señora va a responder. Luego de unos segundos que parecieron horas para mí que estaba esperando una respuesta contundente de su parte, responde: 

"¡Mire señora! Yo no estoy diciendo que nadie vaya a mi casa a avisarme nada porque para mi casa van todos estos políticos solamente cuando quieren votos porque de resto NINGUNO (enfatizado) de esos carajos ni se aparecen por el barrio. Lo que yo estoy diciendo es que así como aparecen para avisar que necesitan que votemos por ellos, también deben aparecer para avisar que se va a hacer una movilización como esta porque por eso es que esta vaina está vacía.

Comenzó una especie de intercambio entre ellas cuando de repente escucho a una que dice a voz en cuello: “APARTENSE… déjenme abrazar a la mamá de nuestro presidente de la república”.   

Ante esa afirmación, de inmediato me volteo para ver a quién iba a saludar. Una de las señoras que estaba sentada en el banco (que mencioné en párrafo anterior) le dice: baja la voz que no quiero que sepan que yo estoy aquí. 

Cuando la detallo me doy cuenta que era la mamá de Capriles, momento en el que entonces entendí a cabalidad la babosería de “todas y todos” “las y los” que estaban cerca de ella.

Me sonrío y atiendo de nuevo a la señora humilde que estaba aun hablando en ese momento diciendo que ella había votado por Chavez, se dio cuenta de su error y a partir de allí, ha estado presente siempre en los actos de oposición pero que evidentemente los líderes de oposición no le saben llegar a toda la gente y que por eso pasaban cosas como que no hubiera gente.

Una joven en la que no había reparado y que estaba sentada en un murito al lado del banco donde estaba la señora, le dice: “Es que ninguno de los dos bandos ESTAN ESCUCHANDO a la gente. 

Ellos se escuchan entre ellos pero no a nosotros. No escuchan ni a los chavistas, ni a los de oposición y no hay forma que se den cuenta”.

En ese momento le pregunto por sus años, a lo que me responde: tengo 19 años. Le digo: entonces lo único que has conocido es el gobierno de Chavez, a lo que me dice que sí.

A todas estas cuando la otra señora que casi que le da un patatuz cuando escuchó que la Sra. humilde había votado por Chavez, al escuchar a la joven se le encimó para convencerla que eso que estaba diciendo no era verdad, a lo que la joven, mirando hacia otro lado le respondía: lo siento señora pero yo como joven le digo que no saben escuchar a la gente de ninguno de los dos lados. Son igualmente sordos y nos buscan solo cuando les interesa. ¿Usted ve aquí a Capriles, a Lopez, a Maria Corina? ¿Quiénes están aquí de ellos? Ninguno.

La señora le dice: mira mija, tu eres muy joven y de esto no sabes nada pero te voy a decir que esto o es blanco o es negro. 

La muchacha le pregunta: ¿Cómo es eso? ¿Blanco o negro? ¿O sea que no puedo hacer más nada sino hacer lo que me diga Maduro o lo que me diga Capriles? ¿Y yo no pienso? ¿Lo único que ud. me dice que puedo hacer es obedecer? 

Me sonrío satisfecha y me volteo a ver qué respuesta iba a dar la señora fashion a tan contundentes preguntas… 

… no me extrañó en lo absoluto que como única respuesta les dijera que estaban locas haciendo círculos con su dedo índice a la altura de su cien. 

En ese momento le dije: ese es el problema con ustedes los caprilistas-mudistas extremistas y groseros, que ante planteamientos válidos y contundentes como los de esta señora y los de esta muchacha, lo único que tienen es el insulto y la falta de respeto como argumento...

La mujer se voltea y me dice que también estoy loca… 

Cuando le iba a contestar a “su altura” la Señora humilde me pone una mano en la pierna y me dice: no le diga nada señora, no vale la pena. 

Para ese momento avisaban que la caminata ya iba a salir. Nos paramos, comenzamos a caminar pero de pronto me quedo rezagada a ver si las señoras aduladoras y la que insultó estaban caminando. Obviamente que no. Se quedaron en la plaza. Me imagino que eso de ir al centro no aplica para ellas. Todo fuera de Plaza Altamira, Parque Cristal, Plaza Alfredo Sadel y Plaza Brión (esta última como última opción) no aplica para personas como esas que saben muy bien insultar, ofender, subestimar en especial a personas humildes o a todo aquel que no comulgue con lo que dicen, pero quienes a la hora de la verdad, a la hora de la exigencia, a la hora del riesgo, salen corriendo para después aparecerse por twitter hablando idioteces.

De vuelta a mi casa, cansada desde todo punto de vista, me preguntaba: ¿Hasta dónde la arrogancia, la indignidad, la petulancia, el engreimiento, la suposición de que se es dueño de la verdad; la fatuidad de cierta gente al creerse superiores a los demás? 

Me preguntaba si el sufrimiento de personas como Ivan Simonovis han valido la pena. 

Me preguntaba si el sacrificio de personas como Franklin Brito valieron la pena. 

Me preguntaba si el sacrificio de tanta gente por negarse a ser sumisos y obedientes ha valido la pena ante la crasa estupidez de muchos. 

Como no tengo respuesta, cierro esta nota con algo que leí esta mañana en el Blog de Monseñor Ramón Viloria… 

...la esperanza no es sólo la expectativa de que algo se dé, sino de que todo está en las manos de Dios, que no es lento, sino oportuno, y que sabe perfectamente los mejores momentos... 

Entonces… sigo observando…

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