lunes, 9 de septiembre de 2013

La fría mirada de los muertos





Por: Pablo Brito Altamira - @Hemeticum - http://porlaconciencia.com

La mirada de los muertos tiene, por definición, carácter ultra humano. Las órbitas vacías de las estatuas antiguas ya no intimidan como en su época, pero el frío silencio del retrato de los hombres y mujeres a los que se ha consagrado como héroes, parece amonestar a sus admiradores y hacerles sentirse pobres y pequeños. mirada del muerto En la tarjeta electoral del PSUV : él te está mirando 

 En el caso que nos atañe, se trata de ejemplificar un conjunto de valores positivos que se le atribuyen falsamente, por suplantación e impostura, a alguien que no los tuvo en vida, pero que fingió encarnarlos. Estando muerto ya no puede ser desenmascarado más que en el recuerdo, el más manipulable de los tejidos. 

Valentía, honestidad, autoestima y seguridad en sí mismo, entereza, sensibilidad social…nombren ustedes virtudes y valores que se echan en falta y verán cómo todos ellos son figurados en imágenes (el enérgico, el entregado, el místico, el reflexivo, el veraz.) que se difunden en todos los formatos. En la pantalla gigante de la llegada de pasajeros del aeropuerto hay un slide-show de poses del muerto cuando estaba vivo que parecieran haberse hecho ex-profeso para esta posteridad que hoy quieren mantener a toda costa y que puede durar todo lo que se necesite (miren a Perón, al Che, a Sandino, a Allende ) mientras que esas virtudes y valores sigan ausentes en las figuras públicas del día. 

Los dirigentes actuales contribuyen al mito con expresiones como ‘Maduro no es Chávez’ y otras muchas que quieren aprovecharse de que César está muerto para rendirle póstumos honores que buscan amistarse con sus dolientes y enemistarse con su heredero ‘ilegítimo’.

Casi parece que la verdadera ilegitimidad no dependiera del fraude sino del ocultamiento del estado de salud del que entonces agonizaba, o ya estaba muerto.

Lo cierto es que ‘ el pensamiento de los muertos sigue oprimiendo el cerebro de los vivos’ ( Marx) y los vivos se refugian a la sombra del muerto, apelan a su ‘magia’ a su ‘carisma’ y a su ‘poder’ para amedrentar al elector supersticioso y hacerle sentir que su fantasma lo vigila en el propio acto de la votación. No hay estadísticas ni encuestas que nos digan cuán extendidas estén esas creencias tribales, pero no hay que olvidar que el muerto hizo desenterrar los restos del prócer para ‘absorber su fuerza’ – según cuentan paleros y santeros- y logró grandes niveles de rating.

En este punto es preciso aclarar que el rating es una medición cuantitativa y no cualitativa. Se trata del porcentaje de espectadores que observa un evento y no nos dice nada de lo que esos espectadores opinan del mismo. Por consiguiente, decir que la ‘mayoría’ de la población repudió el hecho no resta valor a esos niveles de rating, porque verlo y repudiarlo equivale a verlo y aprobarlo: si las entradas se agotan, poco importa al empresario que el espectáculo se considere detestable. En otras palabras, tanto los que aplauden como los que abuchean contribuyen con la notoriedad de quienes están en la escena.

Pasa lo mismo, por cierto, con las burradas del sucesor, que a cada rato se convierten en motivo de chanzas pero también en titulares y trending topics. Cumplen el mismo propósito que las de su antecesor, que tal vez no eran tan burras pero sí brutales, porque cada comediante tiene si propio estilo.

Es, en última instancia, popularidad, ‘centimetraje’, market-share, si prefieren. Se trata de que,-como decía Wilde- hablen de ellos, incluso si hablan bien.

Y, volviendo a la superstición, la mezcolanza actual de creencias y convicciones, con los temores apocalípticos, las guerras santas y todo lo que se resume en el ‘de que vuelan, vuelan’ la mentira continúa en el más allá, y el poder de los difuntos, como en un aquelarre zombi, se derrama en este mundo, que ya cuesta seguir llamando ‘de los vivos’.

En el imaginario mítico, el cacique ausente sigue reinando porque no hay indio presente que se atreva siquiera a emularlo. Se podría decir que la población generó una pesadilla para tomar conciencia de lo peor de su naturaleza y al mismo tiempo de las facetas brillantes de lo que quisiera ser, todo mezclado en un solo fantoche que es héroe y villano, según de qué lado de la ‘talanquera’ se le mire.

Pero mientras se crea que la manera de romper el sortilegio y despertar consiste en darle puñetazos el espejo, la pesadilla se prolongará.

Y aquí la pregunta central. ¿Qué vela tiene la ciudadanía democrática en ese entierro? NINGUNA.

La sociedad civil debe dejar que los muertos entierren a sus muertos y debe centrar su interés en el presente y el futuro, en la educación de los niños ylos jóvenes y en la salud, seguridad y prosperidad de los adultos. La dictadura soporta todo, menos la libertad. La libertad es la protesta que contiene todas las protestas. Es el derecho humano que le da sentido a todos los demás. La política de la sociedad civil, en cada uno de sus miembros y en las organizaciones que los ciudadanos formen para hacer valer sus exigencias, necesidades y proyectos concretos, es la búsqueda, la afirmación y la defensa de la libertad. No hay receta ni regla para la liberación. Consiste en escoger entre libertad y comodidad. Consiste en defender la libertad y la dignidad en todos y cada uno de los ámbitos de la vida ciudadana. Profesional, laboral, gremial,vecinal, estudiantil, familiar.

El que quiera ser libre que lo sea. El que no, que al menos no colabore con los carceleros y los verdugos. A menos que quiera correr la misma suerte de ellos en carácter de cómplice.

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