Querida Petra:
Tus padres siempre te dijeron que mentir y apoderarte de
cosas ajenas es malo; por eso hoy, con tristeza, no puedo entender lo de tu
camisón que tan grande te queda. Es que se ve que no es tuyo,
Petra.
Tus compañeritos ya sabemos lo que pasó en la escuela el día
de la rifa del camisón. Por favor, desmiénteme si me
equivoco.
La maestra,
como es costumbre, rifó el camisón anual. A cada niño le dieron un papelito y la
maestra nos pidió que anotáramos el nombre del muchachito que merecía el
camisón.
La maestra
contó a los niños y pasó lista para estar segura de cuántos había. Todos votamos
y escribimos el nombre del niño que queríamos que
ganara.
Cuando la
maestra contó los votos, la cosa empezó a ponerse rara porque éramos 40 niños y
se contaron 45 votos. Lo peor vino después, cuando casi todos los votos eran
para ti, Petra, a quien casi nadie quería. La cosa nos pareció mas rara aún y
cuando le preguntamos a la maestra qué estaba pasando, nos regañó y
dijo:
-Si siguen
preguntando y con esa desconfianza les suspendo el recreo o se me van del salón.
¡Ya lo saben!
Los niños
nos quedamos anótitos, perdón, atónitos, ante la actitud sospechosa de la
maestra; pero la cosa se puso peor cuando tú, Petra, le dijiste a la
maestra:
-Mamá…Mamá…
Así, así, así es que se educa…
-¿Mamá…? –
gritamos todos los niños al unísono.
-¡La
maestra es la mamá de Petra!
Cuando
protestamos, fuimos a la dirección a reclamar y tú, Petra, te adelantaste y
llegaste de primera con tu camisón puesto. La segunda sorpresa vino cuando
escuchamos lo que le dijiste a la
directora:
-¡Tía!
¡Tía…! Yo me gané el camisón y ellos me lo quieren
quitar.
¡La
directora era tu tía! Y nos mandó a todos al salón para calmar los ánimos y,
supuestamente, para verificar la
votación.
Cuando
llegamos al salón, la maestra había escondido la lista y la cajita donde
habíamos votado. A un niñito que estaba protestando le tiraron un borrador y le
partieron un ojo, a nosotros nos amenazó con rasparnos o expulsarnos del colegio
si no reconocíamos el triunfo de
Petra.
Total,
Petra, al final te quedaste con tu camisón robado, pero tu castigo es que te
queda grande y feo, que nadie te quiere y que, además, todos en el salón sabemos
exactamente lo que pasó...
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