jueves, 15 de abril de 2010

¿Nos vamos por Chavez?


Por: Joaquin Chaffardet - jchaffardet@gmail.com - Hay posiciones, declaraciones y expresiones de algunos dirigentes de oposición y comentaristas políticos, que realmente no entiendo. Y eso es explicable porque, ciertamente, no soy un político profesional y mucho menos un analista sofisticado, capaz de hacer complicados ejercicios intelectuales ni análisis profundos de la psiquis de los venezolanos. Tampoco tengo un alma tan generosa, amorosa y sublime, que me lleve a poner la otra mejilla. Ni me encuentro entre quienes pregonan y ofrecen el perdón de los pecados y hasta una vida feliz y sin castigo a quienes llevan adelante el programa de odio y exclusión, de represión y persecución, de permanente asalto a las libertades públicas e individuales de los venezolanos, y de destrucción y saqueo sistemático de la Nación, que encabeza Hugo Chávez. Ese proceso criminal tiene un cabecilla y una comparsa de cómplices a diversos niveles. Pero parece que hay quienes quieren poner de lado y olvidar, las responsabilidades del cabecilla (“no vamos por Chávez”) y hay otros que anuncian y promueven, fervientemente, no solamente el perdón de los cómplices, sino que consideran que muchos de los jerarcas del régimen tendrán que ser incorporados a un eventual gobierno post Chávez. Así, con frecuencia, he escuchado o leído, a algunos importantes dirigentes y comentaristas políticos afirmar que “no vamos por Chávez”. Expresión que me genera una gran confusión y me hace reflexionar sobre si seré un “talibán” antichavista, para lo cual tendría muchas razones. Contrario a esa posición, creo que toda la acción de los sectores democráticos tiene que ir dirigida a “ir por Chávez”. ¡Claro que sí! La salida de Chávez del poder tiene que ser el objetivo estratégico fundamental del movimiento democrático. O es que algún iluso piensa que mientras esté Chávez en el poder se podrá restablecer un sistema democrático que garantice los más elementales derechos ciudadanos, o que acabe con el asalto al tesoro público, o que termine con su desquiciada conducta de azote de barrio, cobrador de peaje. Todas las acciones, a mi juicio, tienen que tener como fin último su salida del poder. Y negarlo o no decirlo claramente, es engañar y sembrar incertidumbre en los venezolanos. Otros sostienen que la “reconciliació n” entre los venezolanos es la meta a lograr. Que es necesario que prive un espíritu de una especie de “borrón y cuenta nueva”. Vale la pena enfatizar que algunos de estos “come flores” hasta nos alertan, como ya dije, en el sentido de que los venezolanos debemos disponernos a aceptar la “irremediable” presencia en un futuro gobierno democrático de “altos jerarcas” del chavismo. Esa sí que sería una verdadera traición a los venezolanos. Y pregunto por enésima vez, y estoy dispuesto a oír razones en contrario, cómo es posible reconciliarse con quien utilizando los recursos del Estado, ha dotado a su partido político de un brazo armado, las milicias, igual a las SS de Hitler con el que amenaza a todo el que disienta de su dictadura. Y cómo reconciliarse con los esbirros que se prestan a formar parte de esta nueva SS. Cómo reconciliarse con quien en lugar de ofrecer deporte, textos y educación a los jóvenes los invita a empuñar las armas contra los venezolanos que disientan del régimen. Cómo reconciliarse con quienes responden irresponsablemente a ese llamado. Cómo reconciliarse con quien ha hecho de un poder judicial sumiso y dócil, su principal instrumento de represión para mantener a decenas de venezolanos como presos políticos mediante juicios amañados. Y cómo reconciliarse con aquellos miembros del poder judicial y del ministerio público que, obsecuentes y sin sombra de vergüenza, se prestan para servir de sicarios judiciales del dictador. Cómo reconciliarse con quien ha declarado, una y otra vez, que no quiere reconciliació n alguna y que solamente vomita odio y violencia. Y cómo reconciliarse con las focas, militares y civiles, que aplauden su odio y su violencia y propagan esos llamados criminales. Cómo reconciliarse con quien ha obligado a miles de venezolanos, de todos los estratos, a buscar asilo en otros países para evitar la ignominia de la cárcel y la tortura chavista. Y cómo reconciliarse con quienes dirigen esos instrumentos de represión, en particular la DIM y el ahora llamado SEBIN, y sus funcionarios que actúan como perros de presa. Cómo reconciliarse con quien utiliza la “justicia militar”, que nunca ha sido tal, como instrumento de intimidación y persecución política. Y como reconciliarse con los jueces y fiscales militares que siembran y falsifican pruebas para complacer al Iluminado. Cómo reconciliarse con quien progresivamente viene estrangulando la libertad de opinar y en general la libertad de expresión y de información de los venezolanos, encarcelando y ordenando la agresión física de quienes la ejerzan. Y como reconciliarse con esa manada de serviles que desde la asamblea nacional aplauden y promueven la represión y el estrangulamiento de la libertad. Cómo reconciliarse con quien destruyó la industria petrolera. Y como reconciliarse con los ejecutores de ese crimen de lesa patria. Como reconciliarse con el destructor de la descentralizació n y ladrón de la voluntad popular. Y cómo reconciliarse con los ejecutores serviles de esa destrucción. Cómo reconciliarse con quien es admirador y socio de cuanto dictador y régimen forajido hay sobre la faz de la tierra. Y cómo reconciliarse con quienes aplauden a estos dictadores para congraciarse con el dictador local. Cómo reconciliarse con quien ha entregado en manos del dictador cubano y sus secuaces los destinos y la dirección de la nación. Y como reconciliarse con quienes no solamente aplauden esta entrega, sino que enarbolan la bandera cubana, no como representació n del sometido pueblo cubano, sino de la dictadura cubana. Cómo reconciliarse con quien trata desesperadamente de exterminar a nuestras universidades autónomas creadoras de cultura y de ciudadanos críticos y útiles de la nación para convertirlas en centros de formación paramilitar y de focas al servicio del régimen. Cómo reconciliarse con los serviles que desde la asamblea nacional y los medios oficiales apoyan esa política. Cómo reconciliarse con quien gasta miles de millones de dólares en chatarra bélica y ahoga a universidades, gobernaciones y alcaldías en perjuicio de los venezolanos. Cómo reconciliarse con la más valiosa ficha de los grupos criminales y narcoterroristas de las FARC y el ELN, causantes de la muerte de miles de colombianos. Y cómo reconciliarse con quienes aplauden con delirio desde la asamblea nacional el apoyo del Iluminado a esos grupos criminales.Y así podríamos continuar con una interminable letanía de agravios a la nación y a los ciudadanos de nuestro país. No creo en reconciliación con los responsables de la ruina nacional. Tampoco creo en el odio, pero como venezolano reclamo que se haga, más pronto que tarde, justicia. Justicia de acuerdo con la constitución y las leyes y por tribunales independientes. Solamente así volverá la paz entre los venezolanos. Poniendo entre rejas a los propulsores del odio y la guerra. No es posible, que la siembra del odio, el saqueo al tesoro nacional, la entrega de la independencia y la ruina intencional de la nación pasen sin castigo.Por eso, hay que “ir por Chávez”, lo que debe comenzar por quitarle la asamblea nacional en una primera fase y luego “ir por sus cómplices y asaltantes del tesoro público”. Y finalmente, no hay que descartar ninguna salida alternativa. Todas son válidas frente a quien ha derogado la constitución.

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