viernes, 30 de abril de 2010

¡Gracias!

Por: Iván Enrique León Hernández - Un Peatón Venezolano, caminando siempre caminando al lado del Peatón Mayor, ¡Dios! - "Ahora" El momento Presente - Está actitud de fe es inmensamente valiosa - Peatón Mayor Dios, el eterno presente, tenemos que convencernos de que cada instante, sea cual fuere su contenido, está lleno de la presencia de Dios y supone la posibilidad de la comunicación con él. Nuestra relación con Dios no se establece en el pasado ni en el futuro, sino mediante la aceptación de cada instante como el lugar de su presencia, el medio en el que se ofrece a nosotros. Cada segundo constituye un momento de comunión con la eternidad; en cierto sentido, contiene toda la eternidad. En lugar de proyectarnos constantemente sobre el pasado o el futuro, deberíamos aprender a vivir cada momento como suficiente en sí mismo, como plenitud de existencia, porque en él está Dios; y, si Dios está en él, no nos falta nada. La sensación de vacío o frustración, esa impresión de que carecemos de esto o de aquel, a menudo proviene del hecho de vivir en el pasado (entre quejaderas y decepciones) o en el futuro (cargados de temores o esperanzas ilusorias), en lugar de vivir cada segundo acogiéndolo tal como es, es decir, lleno de una presencia de Dios que si nos unimos a ella con fe nos fortalece y sostiene. Por muy desastroso que haya sido nuestro pasado, por muy incierto que parezca nuestro futuro, ahora, con un acto de fe, de confianza y abandono, podemos ponernos en contacto con Dios. Dios eternamente presente, eternamente joven, eternamente nuevo, a quien pertenecen nuestro pasado y nuestro futuro, y que puede perdonarlo todo, purificarlo todo, renovarlo todo... nos renueva con su amor. En el momento presente, a causa de ese amor infinitamente misericordioso con que nos ama el Padre, siempre contamos con la posibilidad de volver a comenzar desde cero, sin que el pasado (por deplorable que haya sido) nos lo impida, y sin que el futuro (aunque parezca oscuro), nos atormente. Nuestro pasado está en las manos de la Misericordia divina, que puede extraer provecho de todo, tanto de lo bueno como de lo malo, y nuestro porvenir en manos de la Providencia divina, que no se olvidará de nosotros. Esta actitud de fe es inmensamente valiosa, pues evita que vivamos como tantos Peatones que sufren una constante insatisfacción, sintiéndose "ahogados" entre un pasado que les pesa y un futuro que les inquieta. Por el contrario, vivir el instante presente ensancha en corazón. Suelo decir, Peatón sin Barreras Caminando siempre Caminando, que el camino hacia la perfección no tiene más que un peldaño: el paso que camino hoy. Sin preocuparme ni del pasado ni del futuro, hoy me decido a creer, hoy me decido a poner toda mi confianza en El Peatón Mayor Dios, hoy elijo amar a Dios y al prójimo. E, independientemente del resultado de mis buenos propósitos, que pueden ser un éxito o un fracaso, al día siguiente, que es un nuevo hoy que me regala la paciencia divina-vuelvo a empezar. Y así sucesivamente, sin intentar mensurar mis progresos y sin querer saber dónde me encuentro. Sin desanimarme por los reveses ni ufanarme por mis logros; sin contar únicamente con mis propias fuerzas, sino con la fidelidad del Peatón Mayor, nuestro Señor. Un Peatón sin Barreras, Caminando siempre Caminando al lado del Peatón MAYOR, ¡Dios!

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