Por: Jonathan Humpierres (Juan Diego) - Cantautor, músico y abogado venezolano - humpierres@cantv.net juandiegocd2@hotmail.com La violencia desmesurada que reviste nuestro territorio forma parte del contexto y del manual de la revolución. Un país que lleva una década conjugando la agresión y la fragmentación social no puede esperar un resultado diferente al estado conflictivo en el que vivimos. Las cifras rojas, que leemos cada lunes como “parte de guerra”, es ya un código de muerte habitual para todos los ciudadanos. No tengo dudas de que hay sectores y núcleos del poder que han institucionalizado el crimen como política de Estado. Esta afirmación en cualquier sistema verdaderamente democrático pecaría de un absurdo extremo, sin embargo en un país donde la indefensión personal y jurídica cabalga a su antojo este tipo de premisa pareciera tener asidero firme. A este escenario, alarmante por si solo, se le incorpora un nuevo aliado, aún más peligroso y perverso que la delincuencia común: la industria del sicariato que lucía tímida y fugaz, en estos instantes tiene franquicia en Venezuela. En años anteriores, Colombia era un caldo de cultivo perfecto para que concurrieran los grandes agentes criminales, un espacio minado de guerrillas, de paramilitares y narcotraficantes, era el escenario ideal para hacer de la muerte por encargo un negocio altamente productivo. No obstante, el Estado colombiano ha tenido pulso firme para luchar contra todo estos flagelos tenebrosos, provocando una movilización necesaria y obligada hacia otros territorios. Lo acontecimientos de las últimas semanas, que incluyen la muerte de los futbolistas, de los Guardias Nacionales en el estado Táchira, del secretario de la Asamblea Legislativa en Los Teques y una serie de ajusticiamientos selectivos, revelan de forma clara que el crimen organizado ha encontrado en Venezuela un espacio cómodo donde operar. Nuestra frontera es hoy en día tierra de nadie, es un puente de brazos abiertos sin control alguno. La guerrilla transita a su antojo, nuestro espacio aéreo es un corredor libre para el narcotráfico y ahora estos agentes de la muerte entran y actúan de manera descarada y efectiva. Estos hechos puntuales de los últimos días son sólo el anticipo de lo que veremos, este nuevo enemigo ya convive en nuestras calles; esta guerra, ahora sí verdaderamente asimétrica, está declarada por estos agentes del terror. El desgobierno actual coincidirá con el caos y la anarquía en algún momento, el desenlace de la violencia sólo concluye en capítulos sangrientos, esos que ya son parte de nuestra lectura diaria. En este instante ya nadie tiene el control. ¡Que Dios nos proteja!
precioso y muy inteligente el analisis de este joven cantautor venezolano, FELICITACIONES
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