martes, 3 de noviembre de 2009

El retardo mental como estigma e insulto político


Por: Evangelina García Prince - evangar@cantv. net - La grabación patriarcal, dominante, excluyente y dualista de su identidad de género se impone en el discurso del Presidente. Me siento en la necesidad ciudadana de protestar, por el inhumano y deplorable empleo que ha hecho el Presidente de la República hace pocos días, de la condición del retardo mental, como expresión descalificadora e insultante dirigida a un funcionario del gobierno colombiano, definiendo implicitamente -de paso- a la persona que tienen esa condición como persona que no "sabe lo que hace". El Presidente hace caso omiso a los principios y normas internacionales en materia de Derechos Humanos que amparan a las personas con algún tipo de excepcionalidad en este renglón y desconoce, igualmente, los lineamientos e iniciativas que sostienen algunos despachos de su propia administració n, como el de Educación, cuya Dirección de Educación Especial, creada hace mas de 30 años para atender las necesidades educativas de este sector de la población, apunta en sus propuestas, las múltiples bases filosóficas, axiológicas, teleológicas, sociales, políticas, biológicas, ontológicas, epistemológicas, psicológicas, pedagógicas y constituciionales que exigen la igualdad y el respeto a los derechos de estas personas que el Presidente descalifica explícitamente, al usar su condición como un estigma insultante. (Ver Constitución RBV: Artículos 102, 103 y 81, Ley Orgánica de Educación y la Política de Educación Especial (M.E, 1997). Desde hace muchos años, en diversos países de América, Europa y Africa, donde mi trabajo es valorado, he estado, entre otros temas vinculados a la promoción de la igualdad, en tareas de apoyo el liderazgo y crecimiento de las personas, con mayor énfasis en las mujeres y en las y los adolescentes. En mi país, Venezuela, las oportunidades de contribuir han sido limitadas en los últimos años sobre todo, por mi historial político, que claramente aparece en varias de las listas oficiales de exclusión. Durante estos años, inevitablemente, he observado el comportamiento presidencial y lo he cotejado con los paradigmas que conozco sobre el desempeño de las y los líderes. Me he centrado en el instrumento por excelencia del o de la líder, en el indicador más seguro del grado de desarrollo personal en la expresión de la inteligencia emocional, es decir me he centrado en las características de su discurso (verbal, tonal y corporal ) y en las modalidades de sus metalenguajes. Me resulta sorprendente que no haya entre las personas que le rodean mas cercanamente, quien le indique que esa forma de comunicación, ese lenguaje es uno de sus peores enemigos y es el principal responsable de su indetenible pérdida del caudal de poder personal que otrora impactó con su carga emotiva al país que lo recibió, esperanzado en que podría significar una avance en muchos sentidos. Poder personal que al ir perdiendo, le ha llevado a recurrir al poder legal, (no legítimo), que mantiene e incrementa a través del empleo de mecanismos de cohersión. El Presidente ha venido mostrando su total apego al más extremo modelo de la comunicación inasertiva agresiva, que reacciona permanentemente en contra de enemigos reales o imaginarios, construidos por su propio modelo mental de percibir la realidad, divididida entre quienes están conmigo o contra mi persona. Fiel reflejo del paradigma patriarcal de concepción y empleo del poder, de remotos, naturalistas y calicleos antecedentes filosóficos. Obediente seguidor de la virtud política por excelencia en el pensamiento de Maquiavelo: la habilidad de mantenerse en el poder, se siente encarnación del weberiano liderazgo carismático con tintes cuasi religiosos. No hay quien le diga que esa comunicación es, fatalmente, el mejor camino a la pérdida de poder personal, como se esta viendo a las claras, porque siempre, inevitablemente, el conflicto quita poder. El Presidente desconoce la diferencia entre responder y reaccionar y con gran facilidad cae en las más pequeñas provocaciones que, incluso, el mismo se fabrica desde una autoimagen perseguida. Y dejando a un lado su crónica coprolalia, sólo abogo porque sus camaradas que se identifican como feministas y defensoras de la "equidad y la igualdad" de las y los venezolanos, le hagan llegar alguna nota o tengan una conversación seria con él y le expliquen que, por ejemplo, aquello de llamar "negrita" a Condolezza Rice, señalar que las ciudadanas que protestan ante la Guardia Nacional, estan falta de "cariño" de sus parejas o llamar "retardado mental" al funcionario colombiano son expresiones racistas, sexistas y sociofóbicas que no caben en un proceso que busca la total "felicidad social". Me imagino como se sentirán las personas afectadas personal o familiarmente por la presencia de esta situación en el desarrollo de las capacidades mentales con este discurso del Presidente.

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