1. Recreación del ‘Big Bang’
El ‘Big Bang’ no deja de interesar a los científicos, que, decepcionados por no haber presenciado el evento que significó el inicio de todo lo que existe, arden en deseos de que la Gran Explosión vuelva a ocurrir. Y ya están haciendo que ocurra, al reproducir in vitro un millón de tales explosiones por segundo.
Nos referimos al Gran Colisionador de Hadrones, nuestro posible asesino, puesto en marcha en septiembre de 2008. Es en esta máquina donde las mentes más brillantes del mundo de la física aceleran las partículas elementales por un anillo de 26 kilómetros para ver qué pasa. El principal problema es que ningún científico sabe exactamente cuáles pueden ser las consecuencias de estos experimentos. Quizás el descubrimiento más importante que permitirá el Colisionador será precisamente que este artefacto es capaz de pulverizar el planeta.
2. El efecto Zenón cuántico
Durante muchos años, los científicos han estado escudriñando el cosmos en busca de la antigravedad, que no saben si existe pero que se empeñan en llamar “energía oscura”. Pero lo más raro de todo es el efecto Zenón cuántico, una teoría que afirma que, con solo observar las partículas, las cambiamos (o más bien, cambiamos el nivel en el que se descomponen). ¿Cómo? Bueno, eso nadie lo sabe. Un reconocido científico, el profesor Lawrence Krauss, propuso una teoría según la cual la simple observación de la energía oscura puede provocar su destrucción, lo que a su vez provocaría la destrucción de nuestro Universo. Krauss cree que el resultado no tardará en llegar, sobretodo teniendo en cuenta que a finales de los años 90, cuando los científicos tuvieron la suerte de detectar la energía oscura, se observó una serie de explosiones de supernovas.
3. Materia extraña
Es una sustancia hipotética compuesta de ‘quarks’, las partículas que construyen nuestra realidad. Hay dos hipótesis sobre la materia extraña. La primera afirma que esta va a desaparecer inmediatamente después de ser generada. La segunda sugiere que esta materia se estabilizará y empezará a convertir en la misma materia extraña todos y cada uno de los átomos que encuentre en su camino. Ahora imaginen, al menos en teoría, qué hará esta materia extraña en el supuesto de que aparezca en la Tierra.
Afortunadamente para nosotros, la materia extraña solo puede surgir como resultado de colisiones de alta energía de las partículas elementales, de modo que no hay peligro en absoluto. Pero, esperen… ¡Tenemos el Gran Colisionador de Hadrones! Al construirlo, los científicos esperaban descubrir qué se genera al colisionar los átomos en un enorme túnel subterráneo, y la materia extraña figura en la lista de posibles descubrimientos.
4. Viajes a través del tiempo
A las muchas maneras posibles de poner fin al universo con la ayuda del Colisionador podríamos añadir los viajes a través del tiempo. Que hasta ahora ningún científico serio esté desarrollado la tecnología para estos viajes no excluye que alguien pueda descubrirla por casualidad, como ocurrió con la penicilina. Una de las sugerencias es que las continuas colisiones de alta energía de las partículas elementales en el Colisionador abran un agujero en el tejido del universo, y que las generaciones futuras aprendan a utilizarlo para viajar a través del tiempo… con todas las consecuencias y riesgos que eso conllevaría.
5. Nanotecnología
Las tecnologías modernas tienen como meta producir dispositivos cada vez más pequeños y complejos. En ese sentido, la nanotecnología, que permite crear robots del tamaño de una molécula, es justo lo que hace falta. ¿Y en qué nos beneficia eso a nosotros? Bueno, pues imagínense millones de máquinas microscópicas que viajan a través de los vasos sanguíneos de personas enfermas para atacar un tumor maligno, o para destruir el virus del sida con pequeños láseres, etc. Pero, fantasías aparte, existe un problema real, que es cómo producir en masa estos diminutos aparatos. La solución es simple: hay que enseñarles a producirse a ellos mismos a partir de materiales sacados de su entorno. El problema de los nanorobots es que son capaces de convertirse en auténticos exterminadores de todos los organismos celulares, y podrían llegar a acabar en una sola noche con toda la vida orgánica. Eric Drexler, uno de los padres fundadores del concepto de nanotecnología, ha presentado varias teorías escalofriantes sobre el día del juicio final. Por ejemplo, un escenario conocido como el ‘problema de la plaga gris’ sugiere que los robots, al autoproducirse, consumirían todo el material disponible en el planeta, junto con la propia Tierra. El resultado de este proceso sería que una masa gris formada de nanorobots acabaría flotando a la deriva en el espacio. Mientras tanto, los científicos informan de que están trabajando en un nanorobot ‘reproductor’, una especie de ‘abeja reina de los nanorobots’ capaz de producir miles de millones de máquinas diminutas… y de controlarlas.
Aunque quizá nos salvaremos de este triste panorama gracias al Gran Colisionador de Hadrones… que ya nos habrá matado antes.
Tomado de: www.elcorreodelorinoco.gob.ve
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