lunes, 8 de abril de 2013

Caracas en 25 escenas (1)


















CARACAS EN 25 ESCENAS
Guillermo Durand González

 
Antonio González Antías
En memoria del doctor
Juan Ernesto Montenegro
Quinto Cronista
de la Ciudad de Caracas
(1998 - 2001)

República Bolivariana de Venezuela
Alcaldía de Caracas
Fondo Editorial Fundarte
2002

Caracas en 25 escenas
Guillermo Durand González
Antonio González Antías

Colección Serie 25  /  Edición Especial
Diseño de Portada y Diagramación: David J. Arneaud G.
Fotografías del Archivo del Despacho.
Cronista de la Ciudad de Caracas; y Carlos Rivodó
Ilustración: César Vegas
Corrección: Héctor Seijas
Impresión: Gráficas COLSON, C.A.
ISBN:  980-253-393-9
Depósito Legal: IF23420028081830 

República Bolivariana de Venezuela
Apartado Postal 17.559

Fondo Editorial Fundarte, 2002
Parque Central. Edificio Tajamar. P.H.
Telfs.: (0212) 577.83.43 - 571.03.20


INDICE DE CONTENIDO
Presentación.. 7
Prólogo.. 9
Introducción.. 11
Capítulo I: El plano del Gobernador Pimentel y la primera imagen de Caracas en 1578.. 15
Capítulo II: Los cimientos de la ciudad en la Caracas de 1578.. 23
Capítulo III: Esquina de Santa Capilla.. 37
Capítulo IV: Esquina de San Francisco.. 43
Capítulo V: Esquina de Carmelitas.. 47
Capítulo VI: El Escudo de Armas de Caracas .. 53
Capítulo VII: La virgen de Caracas .. 57
Capítulo VIII: La leyenda del Nazareno de San Pablo .. 63
Capítulo IX: El Silencio, la Avenida Bolívar y sus Torres Gemelas .. 71
Capítulo X: ¿Nuevo o viejo circo?. 77
Capítulo XI: El hipismo pionero en Caracas .. 83
Capítulo XII: Abastecimiento y Mercado de Caracas (1795-1810) .. 95
Capítulo XIII: Pulperías y automercados: “Caracas en dos momentos”.. 105
Capítulo XIV: Las panaderías de Caracas .. 117
Capítulo XV: El carnaval: “Crónica de una fiesta prohibida”.. 129
Capítulo XVI: La Navidad  en Caracas .. 135
Capítulo XVII: Los verdugos de Caracas .. 141
Capítulo XVIII: Caraqueño: “Apuntes para una morfología de un gentilicio”.. 165
Capítulo XIX: Atentado contra Sanidad Ambiental .. 173
Capítulo XX: Caracas 2002 .. 181
Capítulo XXI: Las ideas ilustradas en el ayuntamiento caraqueño.. 193
Capítulo XXII: ¿Dónde está Caracas?. 201
Capítulo XXIII: Santiago de León de Caracas, semblanza de una ciudad.. 205
Capítulo XXIV: Un vistazo a las tenebrosas noches caraqueñas.. 211
Capítulo XXV: El Arca que guarda el libro del Acta del 19 de Abril de 1810.. 223
FUENTES CONSULTADAS.. 233

PRESENTACIÓN
Entre los distintos organismos que integran el Concejo Municipal del Municipio Libertador, abocados al área cultural, bien sabemos que el Despacho del Cronista de la Ciudad de Caracas ha sido el símbolo que representa la defensa del estudio y difusión de su historia y sus tradiciones, desde hace más de cincuenta y siete años.  Justamente en la continuidad de esta ininterrumpida labor, es que vemos hoy una muestra más de la concreción de los esfuerzos del Despacho del Cronista, en este interesante trabajo que lleva por título: Caracas en 25 escenas

Al leer sus páginas no tendremos la impresión de una simple nostalgia por el siempre interesante pasado de nuestra ciudad.  Más bien, como dicen sus propios autores, resulta un intento de reflexión en torno a los múltiples matices que le han dado vida a las costumbres y tradiciones de la vieja Caracas, que hoy tienen en cierta medida una vigencia incuestionable.  Ello da lugar entonces a afirmar que existe un estrecho vínculo entre el pasado y el presente de Caracas,  que nos obliga a meditar sobre el contenido de estas páginas, pues se trata del esfuerzo de un pueblo que deja su legado benefactor a las nuevas generaciones de caraqueños.

Sucesivos cuadros de este devenir de nuestra ciudad son testimonios, por demás valederos, de ese esfuerzo que aún hoy mantenemos con tenacidad.  Es el trabajo diario de un pueblo el que permite su permanencia en el tiempo y la búsqueda de mejores metas de bienestar y progreso.  Y es, en términos históricos, la comunicación de nuestro presente con el pasado el que nos va a permitir la mejor comprensión de lo que hoy somos, y de lo que pretendamos ser.

Hoy, con orgullo, presento este texto que recoge en agradable estilo variados aspectos del acontecer histórico caraqueño que constituyen cuadros de interés de la vida social y económica de Caracas en varios tiempos.

En resumen, esta obra es producto del trabajo serio, sostenido y conjunto que realizan el Cronista de Caracas y el equpo que trabaja para el Fondo Editorial Fundarte, quienes sin contar con presupuestos abultados adelantan programas de investigación y publicación con mucha mística y desprendimiento, y para quienes el único objetivo es salvaguardar y difundir testimonios que contienen gran parte de la historia de Caracas.

Saludo con alto sentimiento este trabajo, y expreso al Cronista de Caracas, M Sc. Guillermo Durand, y a su equipo de trabajo mis más sinceras felicitaciones.

  
 Atanasio González
Vicepresidente del Concejo Municipal
del Municipio Libertador


PRÓLOGO
Para la Alcaldía de Caracas y la  Fundación para la Cultura y las Artes del Municipio Libertador, orientados por el objetivo fundamental de preservar y difundir la memoria histórica de la ciudad, constituye un verdadero orgullo la edición del presente volumen. Y es que, en este siglo XXI intoxicado de información globalizada y nuevas tecnologías, bastante falta que hace la vuelta acuciosa y objetiva (dentro de lo que cabe) al pasado, para no perdernos en las complejidades de la modernidad, para no extraviarnos en el intento de definir nuestra escurridiza idiosincrasia, ni sucumbir ante la avalancha masmediática que nos “informa” sobre los conflictos del Oriente, pero nada dice de la calle donde nos enamoramos por primera vez.

Cabrujas se refirió a Caracas como a “un campamento en permanente construcción”. De este campamento y de sus sucesivos cambios es que nos habla el amigo Durand. Contrasta notablemente su obra con la de otros pretendidos historiadores contemporáneos, que desmigajan las gestas pasadas a su gusto con interpretaciones tendenciosas a fin de descalificar personajes y hechos de honda significación actual.

A través de las páginas de este libro comprenderemos mejor esa inquietud idiosincrática, esa bullanguería,  ese agite, ese bochinche (Miranda dixit) que caracteriza a quienes vivimos en Caracas, alocada patria chica que, aún en permanente cambio, tiene un pasado que pesa en nuestra determinación histórica actual y se expresa siempre en nuestros rencores y querencias: hace falta desenterrar el espejo para darnos cuenta de hasta qué punto.  Quizás esa historia permanentemente bochinchera de consecuentes conspiraciones fue la que truncó el gran proyecto de Arístides Rojas de registrarla para la posteridad y  del que habló en el prólogo de sus Leyendas Históricas en 1891, un año antes de que estallara la guerra civil y tres antes de su muerte.

Queda así, desde entonces, una gran deuda pendiente, un vacío que Guillermo Durand intenta llenar, luego de las notables contribuciones de Juan Ernesto Montenegro, Cronista de la Ciudad entre 1989 y 2001. Aunque él no nos lo ha dicho sabemos que esa es su secreta intención y el excelente trabajo de investigación que se ofrece con la edición de Caracas en 25 escenas, es una muestra de ello. No se limita a la crónica simple y anecdótica sino que, con gran rigor metodológico, interpreta el pasado con un sentido de actualidad que nos permite comprender un poco más cómo somos y cuáles son nuestros valores identitarios; cuál es la pequeña historia de esta ciudad que evolucionó de ser una aldea, auténtico hervidero de ideas libertarias y cuna de la emancipación latinoamericana, hasta convertirse en la enorme metrópoli donde  nos alegramos y padecemos. Con una prosa sencilla y de indudable sabrosura y gracejo, estrictamente apoyado en la investigación documental nos brinda estas veinticinco escenas y más de treinta imágenes para recomponer el espejo del pasado caraqueño y mirarnos en él a nuestro gusto, veinticinco motivos para repensar el presente.


Oscar Acosta
Presidente de la Fundación para la Cultura
y las Artes del Municipio Libertador
Fundarte


INTRODUCCIÓN

Santiago de León de Caracas es una ciudad relativamente joven, si la comparamos con la escala de tiempo que necesitaron las urbes de Occidente para fraguar su identidad socio-histórica.  Salvo yerro de suma o pluma, como se decía antiguamente, sólo ocupamos en ese lato lapsus de la experiencia de la sociedad occidental, apenas cuatrocientos treinta y cinco años de existencia.  Es decir, aunque cueste creerlo, somos un producto de la modernidad, en el entendido de que éste es un concepto muy relativo que se adecua a los cambios de percepción que tienen las sociedades para enfrentar sus retos ante el porvenir.  De allí que en la siempre renovada forma de atender y asumir los cambios culturales y sociales, el concepto de modernidad difiera según las épocas y el grado de complejidad que caracteriza a cada pueblo.

En efecto, luego de haber sido fundada la ciudad el 25 de julio de 1567, tras una década de frustrados intentos, se da inicio a un lento y penoso proceso de inserción hacia las diversas formas de modernidad que se harán presentes hasta nuestros días:  mercantilismo, la Ilustración, el Liberalismo, el capitalismo asociado al neoimperialismo, las democracias y el mundo globalizado.  Desde luego que la ciudad de Caracas, siempre a la zaga de esas concepciones, seguirá sus impredecibles derroteros;  pero al asumirlos, los vestigios tangibles de esos destellos de modernidad, irán cimentándose y aferrándose tanto en la fisonomía urbana de Caracas como en la propia cultura de sus pobladores.  Con esto no queremos decir que estamos omitiendo, quizás, el componente más importante del proceso histórico que modeló a la ciudad de Caracas, en el curso de la modernidad, esto es, la irreductible determinación de los caraqueños a forjarse su propia identidad como pueblo.

Esta identidad donde propiamente descansa el modo de ser de los caraqueños, se implantó y maduró sin exclusión o rechazo de los signos que marcaban el transcurrir de los tiempos.  Dicho esto, podría afirmarse que se opera la simbiosis fraguadora del hecho social con sus diversas manifestaciones en lo histórico.  Si prescindimos de los momentos estelares de ese pasado, donde se dieron, en variadas formas e intensidad, claras señales de encuentro con la modernidad, como, por ejemplo, el establecimiento de la Compañía Guipuzcoana, la creación de la Capitanía General de Venezuela y la ruptura con el orden colonial el 19 de Abril de 1810, etc., y nos centramos en la vida cotidiana de la ciudad, veremos un escenario histórico digno de un concienzudo estudio, a juzgar por la riqueza en sus tradiciones y episodios locales que le dan forma y vida a Caracas.

Sin pretender una reflexión acabada sobre lo que hasta aquí hemos venido exponiendo, las páginas de este libro están motivadas por el propósito de ilustrar, en el buen sentido del término, ciertas tradiciones de la historia caraqueña, emergidas y sostenidas en ese consiente e inconsciente afán de pertenecer y permanecer en ese cambiante e incierto mundo moderno de la segunda mitad del  primer milenio, es decir, de los siglos XVI al XX.
           
Es bajo esta perspectiva en la que el lector podrá articular los veinticinco ensayos que aquí presentamos, pues es bueno decirlo, fueron escritos con total independencia uno de otro.  Pese a ello, es posible, insistimos, apreciarlos como las piezas de un rompecabezas encajando en el  justo lugar que le corresponde en el concierto social e histórico caraqueño.

Somos conscientes que sobre la temática trabajada, deberemos volver una vez más, armados con las herramientas metodológicas que suministra la disciplina histórica, y desde luego, con nuevos datos documentales que no pudimos hallar en el Archivo Histórico de Caracas. Sin embargo, creemos ofrecer al público datos históricos que dan buena fe del surgimiento de algunas tradiciones de Caracas, y en cierto modo de su renovación o desaparición,  si así fuese el caso, del  escenario histórico caraqueño.

Ejemplos concretos sobre este particular, están en los ensayos de las panaderías de Caracas, cuya necesidad social de permanencia es, sin duda, una de las tradiciones que sin extrañarse de su especificidad caraqueña, supo adaptarse a los cambios que propició el siglo XX.  Caso contrario es la veneración a la Virgen de Caracas, que desapareció de las tradiciones religiosas practicadas por los pobladores de la ciudad, a mediados del siglo XVIII.  En este mismo sentido, podría hablarse de la importancia que tuvo para los dictámenes más extremos de la autoridad pública, la creación del oficio de verdugo de la ciudad de Caracas, que se esfuma de su historia con la extinción del régimen colonial.  La aplicación de la pena de muerte no es suficiente alegato para caracterizar prejuiciosamente y de un plumazo a este régimen, que se mantuvo durante casi trescientos años.  En el ensayo relativo a la adopción de las ideas ilustradas por el Ayuntamiento de Caracas, el lector podrá encontrar juicios más ponderados con la realidad histórica de entonces, que le permitirán hacerse una idea del significado de la sociedad colonial caraqueña.

También hay espacio en estas páginas para atender cosas menos terrenas.  Nos referimos al tema un tanto escatológico, representado en los espantos y aparecidos de la ciudad de Caracas, cuya creencia era tomada más que en serio hasta las postrimerías del siglo XIX.  Asimismo, nuestro patrimonio histórico es objeto de algunas reflexiones, añadiendo estudios sobre el Escudo de la Ciudad, el Arca que guarda el Acta del 19 de Abril de 1810 y las emblemáticas torres gemelas de El Silencio.  Por último, abordamos el mismo tema patrimonial, pero en su versión intangible, cuando nos aventuramos a meditar sobre el significado del concepto de “caraqueño”, o bien a dar una respuesta a la interrogante de ¿dónde está Caracas?; de igual manera juzgamos interesante, el ensayo atinente a la ciudad de este nuevo milenio que oculta nuestras atávicas costumbres y creencias en el alienante mundo moderno por formar parte, desde luego, de la llamada “aldea globalizada”.

Como palabras finales a este propósito de introducir al lector en estos temas, debo decir que las reflexiones que aquí adelantamos sobre las temáticas tratadas, fue sólo gracias posible a la existencia del invaluable e insustituible tesoro municipal que se llama Archivo Histórico de Caracas, primera pieza patrimonial de la ciudad.  De su protección y defensa, dependerá si continuamos hurgando y discerniendo sobre la historia de Caracas con irrebatibles pruebas documentales.  Al no ser así, nos encontraremos ante la disyuntiva de repetir asuntos históricos que no están plenamente establecidos por la prueba documental, o bien tendremos que inventar sobre la base de las deficiencias que se observan en la historiografía caraqueña.

Bajo esta inquietud es por lo que también nos vimos motivados a divulgar en este texto, un buen número de imágenes de Caracas.  La mayoría de ellas procede del Archivo Fotográfico de la Ciudad, creado en 1947, lo que le da a estos testimonios gráficos, un especial valor histórico, por haber sido tomadas, justamente, cuando la ciudad se transfiguraba en una moderna metrópolis y ocupaba el lugar donde antes se habían erigido hermosos vestigios de nuestra arquitectura colonial y decimonónica.  El empleo de estas imágenes lleva implícito el propósito de resaltar el valor histórico que posee el Archivo Fotográfico de la Ciudad, el cual nos hemos propuesto rescatar y enriquecer como patrimonio de las nuevas generaciones de caraqueños, que no tuvieron la fortuna de conocer a la afable y solazante ciudad de los techos rojos.

No debemos olvidar que el fundamental esfuerzo desde el punto de vista institucional, por mantener viva la tradición del pasado caraqueño, lo que a su vez significa conservar su memoria histórica, surgió de la propia municipalidad en 1945, cuando dando los primeros pasos en materia de la conservación histórico-patrimonial en el país, sancionó la Ordenanza sobre Defensa del Patrimonio Histórico de la Ciudad, que creó la figura del Cronista de Caracas.  Son hasta ahora, cincuenta y siete años de fructífera labor que aquilata una tradición que debe continuar, pese a la presencia de “extrañas e invisibles fuerzas” que pronostican su extinción.

No obstante existen afortunadamente claros avisos o señales más promisorios, merecedores del mayor encomio y agradecimiento.  Esta vez, tal manifestación de respaldo, surgió espontáneamente de Oscar Acosta, Presidente de Fundarte, quien tendió su mano generosa y solidaria para hacer posible este modesto trabajo, que es tan sólo una pequeña muestra de lo que estamos dispuestos a ofrecer a todos los caraqueños. Este libro es producto del esfuerzo de un equipo de trabajo disciplinado que no busca falsa notoriedad, sino que por el contrario, se siente a gusto al sumar voluntades de confianza, como las demostradas por Fundarte.

Reitero pues, mi gratitud a Oscar Acosta y a todos los miembros del equipo de trabajo del Despacho que tengo la honra de presidir, especialmente a mi Asistente Antonio González Antías, quien suscribe con sus iniciales, algunos interesantes ensayos que aquí aparecen; a Alejandro Valderrama, por su eficiente labor en la búsqueda y localización de los datos; a Yskra Hernández que ya se le ve volar muy alto en sus funciones de Investigador Auxiliar.  Opinión singular merece Juana Matilde Pinto, quien tuvo el encargo de la transcripción de los ininteligibles manuscritos, sin ser esta tediosa tarea, inherente a las funciones que desempeña en el Despacho del Cronista de la Ciudad. 

Hago extensivo asimismo mi agradecimiento a Francisco Viloria, (Franco) fotógrafo del Concejo Municipal, quien tuvo a cargo el impecable trabajo de lidiar con las imágenes que ilustran este texto.  A todos pues, mi reconocimiento por la labor cumplida para este nuevo Aniversario de nuestra querida ciudad de Santiago de León de Caracas, que esta próxima a cumplir cuatrocientos treinta y seis añitos en este muy viejo mundo moderno.

M Sc.  Guillermo Durand G.
Cronista de la Ciudad de Caracas

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